Gracia Preservadora


Como si alguno hallase mosto en un racimo, y dijese: no lo desperdicies, porque hay bendición en él, así haré yo por mi siervos que no lo destruiré todo (Isaías. 65: 8).

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Mira por qué se salva el racimo. Por la gracia preservadora que Dios ve. Se le llama bendición. Lo que ha preservado en buen estado al racimo es su bendición. Sino hubiera sufrido el contagio de los otros y estaría enfermo con idolatría, sensualidad, vicios, incredulidad. Ves que la gracia preservadora es la misma gracia salvadora; la que salva preserva, porque la salvación es de una punta a otra una obra de gracia. Dios nos preserva para su reino celestial (2Ti. 4:18). Nuestra fidelidad debe total tributo a la gracia perseverante. No caemos en tentación porque él nos guarda del mal. Hubiéramos sucumbidos si no fuera por su bendición. Se puede decir bien que estamos siendo salvados. La gracia preservadora es la evidencia más clara de la gracia salvadora, como el fruto lo es de la savia. La gracia preservadora te salva el testimonio para que seas santo, la fe para que venzas la incredulidad del mundo, la esperanza celestial y triunfes sobre el materialismo, la vida espiritual del pragmatismo moderno, la pureza del evangelio de las herejías, de creer otro evangelio, de falsos apóstoles de Cristo, inventados, de falsos profetas, de la carne y del diablo. Cuando dice no lo tires porque hay bendición quiere decir porque hay Espíritu Santo que es el tope de la bendición de Dios, no podemos aspirar a ninguna mayor que él (Lucas 11:3).

Fíjate que la bendición de Dios en el racimo no es fácilmente notabledivinamente vista, y eso es un consuelo cuando los hombres nos condenan. Por su juicio es que somos salvos no por la opinión de los otros. Es el ojo del Señor el que mira la bendición y detiene la mano y dice “no, ustedes no ven mi bendición en él pero yo sí, no lo echen”. No es el ideal cristiano que las virtudes de Cristo sólo las vean Dios y los ángeles, no los hombres a quienes deben llegar porque se dice “te bendeciré y serás de bendición”. Pide a Dios que tu vida sea como un racimo de Escol, que se necesitaron dos espías y un palo para transportarlo. Y sobre todo si en tu vida el trigo está mezclado con la cizaña, el fruto del Espíritu con las obras de la carne, pídele que sean ángeles muy escogidos los que vengan a recoger de ti los frutos del Señor, no sea que tiren con la carne lo que es del Espíritu, lo que es de la gracia con lo que es de la ley, lo de Jerusalén la celestial con lo de Jerusalén la terrenal, y con la incredulidad la escasa fe.

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