Están Tocando a la Puerta

He aquí yo estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y abre la puerta entraré a él, y cenaré con él y él conmigo (Apc.3:20).

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Si Jesús se halla tan dispuesto a tener comunión conmigo, ¿por qué no la tendré? ¿Por qué tomaré tanto tiempo en abrirle? ¿Qué negocio podrá proponerme? Quizás venga a venderme sin dinero y sin precio vino y leche, o sea darme de gracia, su oro refinado en fuego, que es mejor que el de Ofir y que el de la tierra de Havila el cual es bueno. O me ha visto ciego y trae colirio para que recupere la visión espiritual que tuve antes de mis desencantos. Se me ocurre que quizás ya haya visitado a otros miembros de mi iglesia porque dice “si alguno”. Si ha estado tocando en otras puertas ahora le toca a la mía, ha llegado por fin donde yo vivo y no ha pasado de largo como los malos pastores de la parábola. ¡Oh, ven Señor Jesús tú traes mi doctrina, tú eres mi doctrina, eres bienvenido y participo y apoyo tus buenas obras!

¿Has ido a las puertas de los ancianos y diáconos? ¿Platicaste con ellos sobre las mesas de las viudas y el grado honroso que adquieren si son fieles? ¿Les dijiste algo sobre los revoltosos de la última reunión? ¿Qué le dijiste a nuestro anciano y pastor sobre sus sermones? ¿Has visto cómo se ha encanecido? ¿Sabes que se siente como una voz que clama en el desierto porque nadie ha creído su anuncio? ¿Has visto como Himeneo y Fileto andan de casa en casa gangrenando a todo el mundo diciendo que no eres Dios sino un dios? Y éstos mismos dicen que 144,000 se irán contigo al cielo y el resto se queda en la tierra, y ya se están repartiendo las propiedades. ¡Habrá usted visto! ¿Qué te parecen los nicolaítas que te predican sin ética cristiana? ¿Qué crees de los que niegan que el 666 sea Nerón o Diocleciano y cuentan las letras del nombre de un príncipe llamado Carlos y dicen que es él? ¿Qué Biblia estarán leyendo esos hermanos, Señor? Quiero oírte sobre el período de mil años simbólicos que muchísimos, más de la cuenta, los tienen por exactamente mil. Estos tiempos son malos y hace falta que nos enseñes a leer mejor las Escrituras, pero anda, puedes entrar, siéntate a mi mesa con tus apóstoles, conversen más de los cuatro evangelios, de las epístolas de Pablo y sólo un poquitín de Apocalipsis, que yo tomaré con los perrillos de lo que caiga al suelo mientras ustedes comen.

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