Por qué Dios me trata como si no me conociera

Génesis 42.7, 28, 36
Y José, cuando vio a sus hermanos, los conoció; mas hizo como que no los conocía, y les habló ásperamente, y les dijo: ¿De dónde habéis venido? Ellos respondieron: De la tierra de Canaán, para comprar alimentos. Y dijo a sus hermanos: Mi dinero se me ha devuelto, y helo aquí en mi saco. Entonces se les sobresaltó el corazón, y espantados dijeron el uno al otro: ¿Qué es esto que nos ha hecho Dios? Entonces su padre Jacob les dijo: Me habéis privado de mis hijos; José no parece, ni Simeón tampoco, y a Benjamín le llevaréis; contra mí son todas estas cosas”.

Las palabras eran ásperas, José los acusaba de espías, se comportaba como si no los conociera, los trataba como si fueran enemigos, sospechaba de ellos y las más estrictas verdades las tomaba como si fueran mentiras que había que comprobar. Nada de eso era real, su corazón se deshacía de amor por ellos (vv.21-24) y se esforzaba para no echarse sobre sus cuellos y abrazarlos y besarlos; lejos estaban ellos de sospechar cuanto cariño había detrás de aquellos malos tratos; y todo eso no era para castigarlos por el mal que habían hecho sino para oír de ellos una confesión de culpa. Y cuando eso sucedió sus entrañas se abrieron y brotaron, incontenibles, sus duramente contenidas lágrimas de amor. Dices ¿por qué Dios me trata ásperamente como si no me conociera? Tiene una razón, sacar una confesión de verdad de tus labios. Su trato áspero no revela sus verdaderos sentimientos de piedad y compasión. 

Ellos dijeron: ¿Qué es esto que nos ha hecho Dios? Ni remotamente sospechaban que era todo lo contrario a lo que ellos pensaban. Creían que Dios les estaba haciendo mal, que les había tendido una trampa, que se había acordado de las iniquidades cometidas y les había llegado el turno para rendir cuentas. Querían decir: Dios nos ha hecho mal, no esperábamos que nos pasara esto. Todo esto se agrava, va de mal en peor, no saldremos vivos de esta situación, estamos siendo castigados por Dios; aunque Dios es rico en misericordia ahora no nos atiende por todos los pecados que cometimos. No, no tenían razón.
 
Dios les complica un poco la vida, los maltrata algo, los asusta y no los castiga porque ya lo ha encaminado todo para bien, le ha dado un significado positivo al pecado de ellos, lo ha colocado como una pieza beneficiosa dentro de su proyecto, le ha cambiado el rumbo y con sabiduría ha situado el mal en el camino de la bendición. Ya el mal que hicieron fue transformado y sus efectos, aunque perduren como malos recuerdos y dolor, no surtirán más daño y sus frutos serán beneficiosos. Ahora que todo está arreglado, sólo quiere una simple confesión de culpabilidad, un reconocimiento del daño que se ha hecho, por razón de la misma salvación de ellos y por la relación familiar que lo requiere. 

Dios no anda con un palo detrás de nosotros para pegarnos por nuestras iniquidades, sino que realiza la operación de injerto del mal dentro del bien para que nunca nos gloriemos del perdón que hemos recibido o de las bendiciones que nos hemos ganado, que no son nuestras sino suyas. No quiere nuestro dinero sino nuestra confesión de pecados. Esa fue la interpretación que le dio José al daño que le habían hecho y les pidió que no agonizaran espiritualmente para siempre con una conciencia culpable porque el Señor lo había arreglado todo, componiendo lo descompuesto, arreglando lo roto, sanando lo herido (45.4-8).

Jacob pensó que toda aquella “tragedia” era contra él (v.36); pero le diría: No son contra ti, son a favor tuyo, espera un poco, confía en la providencia de Dios y verás, lo que hoy te parece tan contrario y destructivo, es precisamente lo que más a favor tuyo está. Ríete de tus contratiempos, gózate en tus debilidades (2 Co 12), en escasez, enfermedad y muerte, para ti no hay mala suerte; con un poco de paciencia podrás dar gracias por todo.


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