Tú me abriste el gusto por la pornografía



GENESIS 20:9
De allí partió Abraham a la tierra del Neguev, y acampó entre Cades y Shur, y habitó como forastero en Gerar. Y dijo Abraham de Sara su mujer: Es mi hermana. Y Abimelec rey de Gerar envió y tomó a Sara. Pero Dios vino a Abimelec en sueños de noche, y le dijo: He aquí, muerto eres, a causa de la mujer que has tomado, la cual es casada con marido. Mas Abimelec no se había llegado a ella, y dijo: Señor, ¿matarás también al inocente? ¿No me dijo él: Mi hermana es; y ella también dijo: Es mi hermano? Con sencillez de mi corazón y con limpieza de mis manos he hecho esto. Y le dijo Dios en sueños: Yo también sé que con integridad de tu corazón has hecho esto; y yo también te detuve de pecar contra mí, y así no te permití que la tocases. Ahora, pues, devuelve la mujer a su marido; porque es profeta, y orará por ti, y vivirás. Y si no la devolvieres, sabe que de cierto morirás tú, y todos los tuyos. Entonces Abimelec se levantó de mañana y llamó a todos sus siervos, y dijo todas estas palabras en los oídos de ellos; y temieron los hombres en gran manera. Después llamó Abimelec a Abraham, y le dijo: ¿Qué nos has hecho? ¿En qué pequé yo contra ti, que has atraído sobre mí y sobre mi reino tan grande pecado? Lo que no debiste hacer has hecho conmigo. Dijo también Abimelec a Abraham: ¿Qué pensabas, para que hicieses esto? Y Abraham respondió: Porque dije para mí: Ciertamente no hay temor de Dios en este lugar, y me matarán por causa de mi mujer. Y a la verdad también es mi hermana, hija de mi padre, mas no hija de mi madre, y la tomé por mujer. Y cuando Dios me hizo salir errante de la casa de mi padre, yo le dije: Esta es la merced que tú harás conmigo, que en todos los lugares adonde lleguemos, digas de mí: Mi hermano es. Entonces Abimelec tomó ovejas y vacas, y siervos y siervas, y se los dio a Abraham, y le devolvió a Sara su mujer”.

El pecado de adulterio es un pecado llamado "grande", y eso lo dijo no un santo y fiel de Jesucristo sino un pagano, uno que no pertenecía al pueblo de Israel, pero sabía que era una falta moral enorme y que las consecuencias siempre serían grandes y perjudicarían no solamente a una familia sino a todas las familias de la nación. Y Abimelec tendría muchas faltas, pero no quería añadir a ellas una más, la del adulterio, la mujer que Dios le había dado a otro y que se habían jurado ser fieles entre ellos. ¿Por qué conquistar la mujer de otro hombre, robársela, si ya tiene una? Abimelec, un idólatra, un polígamo pagano reprendió al hijo de Dios y le dijo que eso no se hacía.

Trata de que otro no te culpe de haberlo expuesto al pecado. ¿Cómo justificarás ante Dios las acusaciones de que desgraciaste su matrimonio, trajiste vergüenza a sus hijos engendrando medios hermanos? O yendo a otra clase de pecados, que te digan, “a mí tú me iniciaste en el uso de drogas, tú me enseñaste a tomar cervezas y bebidas fuertes, me iniciaste a usar el teléfono móvil (celular) para enviar textos sucios, para iniciar una relación pecaminosa y para mirar videos pornográficos, tú fuiste quien me abrió el gusto por la pornografía”.

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