El Israel, Propiedad de Dios


Marcos 12:1-12
(Mt. 21:33-46; Luc. 20:9-19)
1 Entonces comenzó Jesús a decirles por parábolas: Un hombre plantó una viña, la cercó de vallado, cavó un lagar, edificó una torre, y la arrendó a unos labradores, y se fue lejos.2 Y a su tiempo envió un siervo a los labradores, para que recibiese de éstos del fruto de la viña.3 Mas ellos, tomándole, le golpearon, y le enviaron con las manos vacías. 4 Volvió a enviarles otro siervo; pero apedreándole, le hirieron en la cabeza, y también le enviaron afrentado.5 Volvió a enviar otro, y a éste mataron; y a otros muchos, golpeando a unos y matando a otros. 6 Por último, teniendo aún un hijo suyo, amado, lo envió también a ellos, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo.7 Mas aquellos labradores dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y la heredad será nuestra.8 Y tomándole, le mataron, y le echaron fuera de la viña. 9 ¿Qué, pues, hará el señor de la viña? Vendrá, y destruirá a los labradores, y dará su viña a otros. 10 ¿Ni aun esta escritura habéis leído: La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo; 11 el Señor ha hecho esto?, ¿y es cosa maravillosa a nuestros ojos?12 Y procuraban prenderle, porque entendían que decía contra ellos aquella parábola; pero temían a la multitud, y dejándole, se fueron”.

Una de las reglas de interpretación bíblica es descubrir el propósito del pasaje que generalmente es uno solo; sin embargo al principio aquí parece que Jesús tenía en mente decirles a los líderes judíos, especialmente a los sacerdotes, varias cosas; en primer lugar que eran unos ladrones ingratos y homicidas, que se habían robado la nación y la querían dirigir o la estaban dirigiendo según ellos mismos y no según Dios. El país si eran justos al reconocerlo, había sido hecho completamente por Dios, desde que escogió a uno, a Abraham, que lo trajo desde Ur de los caldeos hasta el territorio que ellos ahora ocupaban. Les podían enseñar a los niños en el colegio el libro "Las Batallas de Jehová", las conquistas de Josué y la repartición de la tierra por tribus, y los esfuerzos divinos por enderezar la religión y la moral del pueblo en tiempos de los Jueces. La nación judía era una obra divina, cuyo arquitecto y constructor había sido Dios.
Sin embargo perennemente los líderes escogidos por Dios para conducir el pueblo se habían separado del propósito original de glorificar su nombre y ser de bendición a todos los pueblos de la tierra. Toda la historia de Israel muestra los esfuerzos de Dios para producir una iglesia Santa, poseedora de la verdad revelada y hecha mensajera para todos los pueblos del mundo. Pero ese no era el lugar que Israel quería ocupar en el hemisferio, y aunque de vez en cuando tenía ambiciones imperiales, apenas había podido resistir el poderío de otras naciones, estando en alguna ocasión a punto de su extinción. Los profetas y videntes enviados por Dios para encarrilar a la nación dentro del propósito divino resultaron infructuosos; ellos se encargaron de desacreditarlos, perseguirlos, encarcelarlos y algunas veces como a Jeremías, Isaías y otros, torturarlos y matarlos.
Pero Dios continuó con su plan inicial de convertir a Israel en el libro y diseño celestial para todos los pueblos del orbe, pero los judíos persistían en obrar de otra manera y tener una función mundial diferente a la escogida por Dios para ellos, la de enriquecernos con las buenas noticias de la salvación. La cumbre del fracaso de Israel como nación se alcanzó cuando Dios le envió a su Unigénito Hijo el Señor Jesucristo para juntar al pueblo escogido y con una misión, como la gallina junta a sus polluelos debajo de sus alas. Pero ese último intento divino de que Israel hallara su verdadera función en la historia fracasó y el Heredero de la nación, el Propietario de Israel, murió crucificado por las autoridades romanas a instigación de sus líderes judíos, que querían tener un Hijo conforme a la agenda de ellos, un Mesías que les hiciera libres políticamente y ricos económicamente.
Pero un Mesías profético, veraz pero pobre, sin ninguna idea de provocar una sublevación civil sino un predicador pacifista, no lo querían y si lograba tener éxito dentro de las masas con un programa distinto al de ellos, se opondrían y harían lo posible para eliminarlo, y así lo hicieron. Se les advirtió que tal osadía no sería bien vista por Dios y que todos aquellos crímenes cometidos contra los embajadores de Dios hasta Zacarías a quien mataron junto al altar (Mt.23:35), serían vengados y los conductores del país destruidos junto con la nación.
Sin embargo ocurrió algo insólito que estaba escondido completamente a los ojos de ellos, que la eliminación del verdadero Mesías lo constituiría en la figura principal, la piedra angular, escogida y preciosa, del comienzo de una nueva nación, de un nuevo pueblo, de un nuevo Israel formado por los escogidos de entre los descendientes de Abraham y los otros pueblos del mundo, según el apóstol le llama "el Israel de Dios" (Ga.6:16), o como la versión árabe lee, "el Israel Propiedad de Dios". No es que Israel haya sido sustituido completamente por los gentiles sino que él en contra de su voluntad, y queriendo hacer sus caprichosos designios, ha hecho que la sabiduría de Dios en la salvación tomara de sus riquezas, a regañadientes, y la distribuyera entre otros muchísimos que sustituirían a todos los crueles e infieles ingratos de esa nación, y así se tendría una iglesia universal formada por los hijos de Abraham conforme a la fe, más que conforme a la carne, nosotros, ¡bendito sea Dios!, los gentiles, ramas silvestres, injertadas contra naturaleza, junto a las ramas naturales, en el "árbol de la vida" (Ro.11:24), y para nuestra satisfacción es “una cosa maravillosa a nuestros ojos”.

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