Te pregunto, ¿salva tu teología?
ROMANOS 11:20-23
"Bien; por su incredulidad fueron desgajadas,
pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme. Porque si Dios
no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará. Mira, pues, la
bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que
cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra
manera tú también serás cortado. Y aun ellos, si no permanecieren en
incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a
injertar. Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo
silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más
éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?
".
Pablo habla tanto de la salvación como de la condenación, de la
fidelidad y apostasía como si todo dependiera del hombre, como si por su propio
esfuerzo, constancia y decisión dependiera su salvación; en sus palabras no hay
ninguna referencia a la gracia. Esa no es su teología. Pone momentáneamente las
doctrinas a un lado. No hace filosofa cuando hace teología, ni hace teología
algunas veces cuando tiene que humillar a los soberbios.
Señor ¿quién puede ser constante sin tratarlo, ser
fiel, perseverar sin querer hacerlo, sin buscarlo? ¿Por qué tomarás estas
palabras para ser arminiano? ¡Caballeros, Pablo no es calvinista ni arminiano,
lo que quiere es que de todos modos se salven algunos! (10:1), y que los santos
perseveren con humildad. Predica como si todo dependiera del hombre y cree y
espera que todo proceda de Dios que es quien “produce el querer como el hacer
por su buena voluntad” (Flp.2:13). Te pregunto, ¿salva tu teología? ¿Apeteces
la salvación de los perdidos? ¿Acomodas el lenguaje, aunque no sea teológico,
al celo por las almas? Dios, que la gran meta de mi teología sea acomodarse a
la salvación de los perdidos y al testimonio aunque tenga que raparla, y sea en
vano. Pudieras orar, “Señor yo quiero permanecer en esa bondad, mirar tu bondad
para los que pecan. Ten piedad de mí y que no peque contra ella, jamás”. Y
sella tu oración con un grato amén.
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