El vestuario y el cambio de sexo

          Deuteronomio 22:5
“La mujer no vestirá ropa de hombre”.

Este es un mandamiento que hay que tener en cuenta en la época y la sociedad donde se viva, porque las modas cambian de lugares y de tiempo en tiempo; (aquí se refiere a la ropa usada por un hombre) pero el principio siempre será el mismo, los hombres no deben parecer mujeres ni ellas hombres. El Señor prohíbe el uso de ropa o adornos que hagan parecer al hombre como mujer o viceversa.  Es cierto que hay ropas que hacen que el hombre se confunda con una mujer, tales como adornos tradicionalmente usados por ellas, pendientes, collares, y arreglos del rostro como cejas entresacadas, los ojos pintados, el cabello largo (1Co.11:14,15), etc.  En nuestra sociedad y tiempo el vestido es tradicionalmente una ropa femenina y el pantalón masculino; aunque una mujer use un elegante juego de pantalón y chaqueta, el vestido es mucho más femenino. El pantalón no necesariamente la hace parecer un hombre pero sí le resta parte de su encanto femenino, con todo y que por ajustarse al cuerpo sea  con intención de provocación; lo que no es perennemente recomendable.
Es observable la abundante inclinación entre los hombres de hoy a vestirse y adornarse como las mujeres. Mucho más fuerte que las mujeres a parecerse hombres. Estamos viendo un creciente afeminamiento dentro del sexo masculino.
La palabra usada “abominación”, para los hombres o mujeres que usen ropas del sexo opuesto es la misma que se usa en relación con la homosexualidad (Lev.18:22; 20:13); y lo que se aplica a la ropa mucho más al cambio quirúrgico del sexo (23:1). Los travestís son eso ante Dios, según el texto bíblico. El cambio de sexo está prohibido por el Señor porque “varón y hembra los creó”, no un tercer sexo artificialmente escogido. Jesús nunca encontró un homosexual en Israel. Entre los griegos y romanos abundaban como Pablo menciona. Y dentro de nuestra cultura occidental descristianizándose más y más y volviéndose agnóstica y pluralista.




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