Debió imitar al abuelo y bisabuelo, no a su padre

1 Reyes 15:3

“Y anduvo en todos los pecados que su padre había cometido antes de él; y no fue su corazón perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de David su padre”. 

“Y anduvo en todos los pecados de su padre”. ¡Qué feo que de un hijo se diga eso, que anduvo en todos los pecados que su padre había cometido antes que él!; que se diga que ha sido infiel como su padre, incrédulo como él, mal hablado como él, adúltero como él, borracho y mujeriego, y con el mismo mal carácter abusador que su padre. Uno ve en el caso de Abiam que anduvo en los pecados de su padre Roboam no por herencia sino porque quiso y no discernió la fuerza que da el mal ejemplo; si él se lo hubiera propuesto no tendría por qué seguir a su padre en sus malos caminos; tal vez pudo hallar otro ejemplo mejor para imitar dentro de su prolongada genealogía que era santa. Allí estuvo Salomón su abuelo y si no le gustaba tenía al rey David, no eran perfectos pero eran mejores. Prefirió a su padre en vez del abuelo y el bisabuelo y se descaminó y torció por completo. Si el padre hubiera sido un buen ejemplo debía haberlo imitado porque el  primer ejemplo para seguir por el hijo varón,  es el padre. Su vida se hundió en la condenación no por la herencia que tuvo sino por imitación. No tenemos la alternativa para escoger a nuestros padres pero sí la opción para tomarlos o no como ejemplos. No pocos van al infierno detrás de la familia a quienes imitan en la idolatría o en sus concupiscencias de la carne. Si no tienes ningún buen ejemplo de algún pariente tuyo que haya ido al cielo donde está Jesús, sí hay una familia de santos del altísimo, la iglesia, a la cual imitar (1 Co. 11:1; Flp. 4:9; Efe. 5:1).

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