Vive sin susto, Dios no cambia


"Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios" (Ro. 11:29).


Estas palabras del apóstol Pablo dichas para Israel las voy a comentar bajo el título de la inmutabilidad de Dios y lo que escribe otro y no yo. Al final le pondré una nota mía de tipo devocional que escribí cuando leí el libro, porque los libros aunque sean de doctrina deben ser espirituales y aplicativos a la vida cristiana, capaces de ayudarnos a vivir para Dios. Aunque llenen el entendimiento si no tocan el corazón resultan poco eficaces.

"Debemos por un momento hacer una pausa para tratar dentro de la inmutabilidad de Dios su esencia incambiable. "Pero tú eres el mismo, y tus años no se acabarán" (Sal. 127:2) "porque yo Jehová no cambio" (Mal. 3: 6). "Porque yo soy Dios y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio lo que aún no era hecho; que digo que mi consejo permanecerá y haré todo lo que quiero, yo hablé y lo haré venir, lo he pensado y también lo haré" (Isa. 46:9-11). Correctamente pensada la inmutabilidad de Dios es enormemente importante. Engendra estabilidad y provoca la adoración".
 Bavinck escribe lo siguiente:

"La doctrina de la inmutabilidad de Dios tiene el más alto significado en cuestión de la religión. El contraste entre ser y llegar a ser marca la diferencia entre el Creador y la criatura. Cada criatura siempre y continuamente está llegando a ser. Es cambiable, constantemente luchando, buscando reposo y satisfacción, y encontrando descanso en Dios, en él solamente, porque él sólo es puro y nunca llega a ser porque siempre es. De aquí que en las Sagradas Escritura Dios es definido como la Roca".

Sin embargo cuando la inmutabilidad divina es cuidadosamente discutida, los teólogos reconocen que él no es inmutable en cada posible asunto o dominio. Él es incambiable en relación con su ser, propósitos y perfecciones. Pero esto no significa que él no pueda interactuar con sus criaturas hechas a su imagen y semejanza en el tiempo. Los propósitos de Dios fueron desde la eternidad de enviar a su Hijo, pero según el momento y el espacio y el tiempo continuo, y eso ocurrió y tuvo lugar la encarnación. Aun la más superficial lectura de la Escritura revela que Dios es un ser personal que interactúa con nosotros. Y eso quiere decir que aunque interactúe con nosotros eso no cancela su inmutabilidad" (D. A. Carson, The Difficult Doctrine of the Love of God, pág. 54).                             

Leyendo esta hermosísima y segura como el acero doctrina de la inmutabilidad de Dios, puedo decir confiado que para  mí ha sido "una suerte" providencial que Dios no cambie, especialmente cuando se trata de su carácter y de su plan, de su propósito; y me quita un gran peso de encima pensar con seguridad que nunca le desilusionaré, y que no se siente fracasado conmigo (aunque le he dado muchos motivos), que su propósito de crearme a su imagen es sin arrepentimiento, que elegirme es sin arrepentimiento, predestinarme es sin arrepentimiento, llamarme al ministerio evangélico es sin arrepentimiento (aunque he dado pocos frutos). Dios no es como yo, cambiable, tímido, vacilante, y que me desilusiono. Esos dones y llamamiento son profundamente misteriosos y están llenos de sabiduría y de perdones. Puedo vivir sin susto, Dios no cambia. Nunca ha dejado de llamarse mi Padre, Maestro, y Señor.

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