El hombre actual, sin significado y vacío


"En este mismo momento de conquista social, cuando la ciencia y la tecnología han prometido re escribir el plano de la vida, eliminando más y más toda clase de enfermedades, hacer la vida mucho más llevadera, llenarla con toda clase de artículos, en ese mismo momento el espíritu humano se encuentra debajo de la gran carga de su vaciedad que muestra en apariencia una gran ingratitud hacia la abundancia moderna que tiene a su disposición.


“En este mundo caído, con vidas también caídas, aquellos que viven separados de Dios también son partes de esta era que se encuentra pasando, y que no tiene futuro porque hay señales que aquellas partes profundas de la conciencia humana donde yacen las contradicciones y donde somos hechos para tener significado, encontramos solamente vaciedad, donde fuimos hechos para ser seres morales y santos, hallamos el acceso bloqueado a muchas de nuestras preguntas. 

"Esto es precisamente lo que indica que hay algo hacia el exterior del ser. Estas contradicciones sin resolver se hallan en ausencia y separadas de aquella era por venir que se encuentra enraizada en el Triuno Dios del cual la Escritura habla. Él no es solamente quien sostiene la vida, quien la dirige hacia un fin determinado, sino además es Aquel que mide lo que es verdaderamente cierto y correcto, y es la fuente del hombre para hallar significado, propósito y esperanza" (David Wells, The Supremacy of Christ in a Postmodern World, pags. 39, 49; editado por John Piper; cursivas mías).



Como lo miro, es que el significado del hombre no es él quien se lo da a sí mismo, su significado es dado por Dios, es prestado, es explicarse a sí mismo en términos doctrinales y divinos; como creación y no como una evolución ascendente, semejante a la Deidad y no a los animales, con un destino, volver a Dios y no al polvo, con un regreso en la resurrección del alma y del cuerpo, con plenitud en él, Dios, con y dentro de la gloria de ese Ser divino y no debajo y exaltado por los aplausos de los seres humanos.

Sin ese contacto receptor con la Deidad no hay forma que pueda dejar de sentirse vacío y sentido su existencia. La vida sin la explicación divina es un fraude, una locura o una tontería. El hombre tiene que terminar de explicarse que su alma no es tierra, que existe un "acá abajo" y un "allá arriba", que sin Dios y viviendo en pecado se está a sí mismo descreando, volviéndose algo que ni siquiera es animal ni diablo, tampoco una bestia sino un monstruo, y todavía peor su vaciedad interior se extiende hacia su cuerpo y toda su existencia volviéndola "vapor y humo", como dijo el apóstol, es decir nada Sgo. 4:14).

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