Dejando a un lado las adivinanzas escatológicas



Lucas 12:35-40
35 Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; 36 y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida. 37 Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles. 38 Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos. 39 Pero sabed esto, que si supiese el padre de familia a qué hora el ladrón había de venir, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa. 40 Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá.



Usualmente Jesús hallaba similitud entre la profesión cristiana, por ejemplo, la sal y la luz, y les decía a sus discípulos que mantuvieran y preservaran el sabor y el esplendor de ella, hasta el clímax de la salvación, esto es su segunda venida. LBLA para darle claridad al texto introduce la palabra "mantened" (v. 35); y esa es la idea en estas pequeñas parábolas como en otras, en las cuales se les pide a los discípulos que sean fieles hasta el final, ya se trate de que el Señor venga por ellos en la muerte o que regrese en juicio o en su segunda venida. En juicio durante la caída de Jerusalén. 

Como he dicho, Jesús insiste en la perseverancia inmaculada de la profesión cristiana, y en ella sus demandas son estrictas. Los siervos deben estar listos para servir al amo cuando regrese porque él no les enviará ninguna nota que diga a la hora que se propone volver porque el deber de ellos es esperarlo desde el primer minuto que se ausentó, en una expectativa constante, una vigilancia a toda prueba, con todas las cosas listas por si él solicita alguna al llegar.

Cada cosa tiene que haber sido previamente alistada, los alimentos cocidos, las bebidas listas y la mesa puesta para su inmediato uso, y sobre todo los porteros deben velar y orar para responder al primer toque y no se le haga esperar a la puerta porque ellos son las llaves suya, y ninguna otra cuelga en su cinto sino en las manos de sus sirvientes, para recibir de ellos la atención que se merece y la compañía que se supone. Los servidores tienen el deber de tenerlo todo preparado para cuando el Amo llegue (v. 37); sin embargo dice la parábola que por el solo cumplimiento del deber, y porque hayan hecho las cosas como debían haberlas hecho serán premiados (v. 37; 17:10). Y no consiste eso en un aumento de salario, en darles vacaciones con todos los gastos pagados y mucho menos en coronarlos, ya que la retribución al deber cumplido consiste en honor y servicio, o sea en asumir él la posición de ellos y ellos la de él, invertir las responsabilidades y cambiar los papeles, para que por un tiempo disfruten, prestada, el respeto y el honor que sólo a él le corresponde, compartiéndolo con aquellos que han demostrado ser solícitos en su servicio.

Jesús nunca mostró apuro ni precipitación en ninguna de las cosas que hizo y profetizó, disfrutaba en su modo de vida de una especie de calma eterna, y por ello advirtió a sus seguidores de su retorno tardío y tenido por los burladores como tardío (v. 38; 2 Pe. 3:1-8; Jud. 1:18). 

También les cuenta un caso de un ciudadano descuidado, que por no tener un sistema de seguridad en su casa los ladrones entraron y lo robaron (v. 39). Este fue uno de esos que se imaginan que nunca nada malo les pasará, y poseyendo bienes valiosos, sin una caja de seguridad ni depositados en un banco, dejan sus propiedades expuestas casi como una invitación a que se las lleven, y así ocurrió. Los amigos de lo ajeno velaron la oportunidad y minaron su casa. Jesús dijo, que nadie que sepa cuando un ladrón va a forzar una ventana o la cerradura de una puerta no estaría preparado para impedírselo.

Del mismo modo transmitió a sus apóstoles y futuros maestros una inseguridad exegética en relación a su segunda venida, y esto adrede, con el propósito de que dejando a un lado las fechas y las adivinanzas escatológicas, se dedicaran con ahínco a estar preparados espiritualmente, con fe y paciencia en la Palabra predicada, sobre su imposible de determinar, advenimiento. 

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