Se van de compras los domingos




Jeremías 17:19-27
“Pero sucederá que si me escucháis con atención—declara el Señor—no metiendo carga por las puertas de esta ciudad en día de reposo, y santificáis el día de reposo, sin hacer en él trabajo alguno, [25] entonces entrarán por las puertas de esta ciudad reyes y príncipes que se sienten sobre el trono de David; vendrán montados en carros y caballos, ellos y sus príncipes, los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén; y esta ciudad será habitada para siempre”.

A primera vista parece extraño que el Señor envíe su profeta a predicar a las puertas de Jerusalén sobre la violación del día de reposo y que les prometa tanto, dado el caso en que lo guarden, como se ve en los vv. 24, 25. En comparación, lo que ellos hacían con el mercadear el sábado, es casi nada; no era más importante la observancia del sábado que el quebrantamiento de las leyes morales y otras ceremoniales. Isaías dice lo mismo en 58:3, 4. Pero el cumplimiento o no del sábado en el antiguo pacto es un indicador de la religión en el alma.
La profanación del sábado suele descubrir la profanación de todo lo otro; la secularización del día dedicado a Jehová revelaba el desinterés religioso que sufrían; negociaban ese día porque no les importaba adorar a Dios en él, no santificaban el Nombre de Dios  (Ex. 20:8-11); no que las doce horas del sábado fueran de por sí mejores y más santas que los otros días de la semana, no de por sí, sino por el uso que tenían; porque en ellas se adoraba a Dios. El ejemplo del Creador reposando el sábado no era para que reposaran absolutamente, sino para que no lo profanaran religiosamente, quiero decir, para que lo ocuparan en actividades espirituales y fueran sin culpa (Mt.  12:5).
El sábado es un día de mucha actividad espiritual, un día de trabajo para el alma. La secularización de esta sociedad se nota cada día de reposo cuando los comercios, las calles, están llenas de público que no asisten a ninguna iglesia; espiritualmente desinteresados. Aunque los fariseos guardaban el sábado y no practicaban la religión, el reservar un día de la semana para actividades espirituales, especialmente el primero, día de fiesta de la Palabra y resurrección y no irse de mercadeo, es un buen signo de vida en el alma; generalmente cuando el domingo es dedicado al Señor  y a la comunión familiar, las otras cosas mayores, suelen ser arregladas.


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