¿Creciendo iglesias con tránsfugas?


Jeremías 11:6
“Proclama en las calles de Jerusalén”.


Proclama la Palabra de Dios no sólo en la sinagoga sino en los lugares públicos donde hay gente que no guarda la ley, donde se hallan los comerciantes y clientes que no tienen tiempo ni modo de saber lo que dice Dios, lleva el evangelio a las calles de la ciudad donde se halla la gente ocupada y desinteresada que no dice siquiera “si Dios quiere traficaremos y ganaremos” o haremos esto y aquello porque Dios “no pinta” nada dentro de sus intereses. ¿No dice la Escritura que nadie busca a Dios? Entonces hay que buscarlos a ellos, Dios tiene que buscarlos, es decir esa es nuestra misión. Las calles de la muy culta y comercial Atenas estaban llenas de altares y el pueblo tenía a la mano alguno para invocar de repente y elevar el clamar al dios de su preferencia, menos el altar del “Dios no conocido” (Hch. 17:23). El pecado no sólo se halla en las recámaras de los aposentos sino en las calles mismas donde se ofrece de todo, alcohol, sexo, dinero, drogas y vicios. Ese es el lugar de trabajo de las iglesias y sus ministros si quiere que “ninguno perezca sino que venga al conocimiento de la verdad”. 
Explique la Biblia la iglesia no sólo en el aposento alto, en casa de Juan Marcos, en el hogar de Cornelio, sino en el taller de Aquila y Priscila sino también en la “calle llamada Derecha”. El púlpito no es el único sitio de evangelización sino en las empedradas calles de la ciudad donde transitan los que nunca ponen un pie en un lugar sagrado aunque se les invite. Y “¿cómo oirán sin haber quién les predique?”. ¿O seguiremos formando iglesias con tránsfugas de otras? ¿Con pedazos de congregaciones divididas? ¿Con los pedazos de otros pedazos? ¿Es así como se plantan nuevas iglesias y se registran nuevas obras? ¿Dejaremos el campo libre a los mormones y Testigos de Jehová? No se gana el mundo enseñando a Dios cómo sus hijos saltan de una iglesia para otra sino como van a las calles y se les habla a los que nunca han oído, no a los que han escuchado mil veces. ¿O es que esos miembros refugiados dentro de las murallas de la salvación le tienen miedo a las calles donde domina el diablo? ¿Les horrorizan que tomen piedras y se las tiren? 
Ese es el sitio más asequible que el mundo moderno necesita donde los creyentes estén y hablen “la lengua de Canaán” (Isa.19:18); glosolalia de la buena, idiomas vivitos y coleando, en proféticas predicaciones en las calles, no forcejeando por subir en eminencia entre los que conocen al Señor, no ambicionando puestos dentro de las formadas congregaciones queriendo quitar a uno para ponerse otro sino en las calles y puertas por donde no ha entrado el Señor de Gloria, los que no son tránsfugas de otras hermanas congregaciones.

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