ÉXITO, AMOR, FELICIDAD, ONCENA PARTE


                    Bajo las alas de Dios
         
                       RUT 2: 12
“Jehová recompense tu obra y que tu remuneración sea completa de parte del Señor Dios de Israel bajo cuyas alas has venido a refugiarte”.

Este es un versículo tan hermoso que merece que le dedique un espacio separado. Voy a empezar por lo que me parece más hermoso y es la figura del lenguaje con la cual el Espíritu Santo dibuja la providencia y la misericordia de Dios, “cuyas alas”. Dios no tiene alas, pero lo dice para que pensemos como un ave protege a sus hijos debajo de ella. En realidad, Rut no salió a otro país teniendo como fin refugiarse bajo las alas de Dios, aunque cuando hizo la decisión de irse con ella dijo “tu Dios será mi Dios”, sino siguiendo a su suegra a la que amaba, y acompañándola llegó a la congregación de Dios el Señor de Israel, y como dicen los judíos, se hizo prosélita, o sea devota y fiel creyente en Dios. Los judíos tenían en el templo un arca de oro y sobre la tapa había dos ángeles mirando hacia abajo, con sus alas extendidas que cubrían la gloria de Dios que brotaba desde aquel lugar. Esa es la figura que aquí se evoca, como la providencia de Dios nos cubre con sus alas como si fuéramos la misma gloria de Dios. La providencia y la misericordia de Dios cubren a todos los que se hacen prosélitos cristianos, que dejan sus ídolos y pecados y acuden a refugiarse bajo sus alas. Booz además le dijo que Dios le recompensara todo lo que había hecho con su marido muerto y con su suegra, dejando sus padres, hermanos, tíos, amigos y su cultura. Es cierto que Dios bendice a los que obran bien, aunque le hago una aclaración, sus mejores obras no le compran el perdón de Dios ni le dan acceso a entrar al cielo. Nadie va a la gloria de Dios ni resucitará con un cuerpo como el de Cristo porque haya sido buena nuera, buena hija, buena esposa, buena trabajadora y sin vicios. El perdón es por misericordia y todo lo que teníamos que pagar por ella lo pagó Jesucristo con su sus sufrimientos, abandono, sangre y muerte. Las obras buenas que teníamos que hacer para que Dios nos recibiera por ellas las hizo Cristo y la virtud que tuvieron nos la pasó a nosotros, y hoy, por esa conducta intachable que él tuvo y que nos dio, es que entramos donde Dios y obtenernos el perdón y admisión. Sea buena nuera, buena esposa, excelente trabajadora, una gran madre, pero no recurra a su comportamiento como para merecer ser perdonada y que se le dé refugio bajo las alas de Dios, refúgiese primero bajo la misericordia de Dios y sea todo lo buena que pueda. Después. Amén.

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