ÉXITO, AMOR, FELICIDAD, QUINTA PARTE


Amor y conveniencia económica
RUT 3:1
“He de buscar seguridad para ti para que te vaya bien”.

Fíjese usted que la palabra “seguridad” se pudiera traducir correctamente como protección, refugio, reposo y hogar; o sea que la suegra quiere que su nuera se vuelva a casar y eso no es muy común, y mucho más admirable es que Noemí ya es una anciana y dependía en mucho de la nuera, pero no quiere esclavizarla a su lado y marchitarle su vida gastando su juventud en cuidarla a ella. Le llama “hija mía” y no nuera, y como la quiere como una hija desea para ella que se vuelva a casar que eso no quiere decir que no amaba a su difunto hijo porque sí lo quiso, y lo cuidó hasta el último día de su vida. Por eso se llevaban tan bien porque Noemí la tenía como una hija y no como una competidora que le quitaba el amor de su hijo. Y además le ayuda a conseguir un buen marido. Noemí quiso decirle “no sólo quiero que te cases, sino que sé quién es el hombre que te conviene”.
Le habló de su pariente Booz, el dueño del terreno donde ella trabajaba, y la experimentada señora se dio cuenta que tanta atención con su nuera era por algo, porque le gustaba, y si no le había dicho nada por respeto o timidez porque era más viejo que ella, ella ayudaría en la situación, y se atrevió a sugerírselo a Rut.
¿No haría lo mismo cualquier madre si pudiera y ve que a su hija se le pasa la oportunidad? Hay nueras e hijas que no les hace falta que las ayuden en esa materia y preferirían que nadie interviniera. En ese caso ni meterse. Pero hay otras que sí les caería muy bien algún pequeño empujón.
Fíjese que el hogar es el sitio donde a uno le va bien porque le dijo para que te vaya bien. El que forma un hogar, le va bien, el que lo rompe le va mal. Es una buena cosa que cuando una joven piensa casarse se consiga un hombre que cuente con la simpatía de la familia, en especial de los padres, porque a ellos les gustaría que hiciera una buena selección. Cuando dijo que le iría bien Noemí pensaba mucho que le iría bien económicamente porque el señor era un hombre hecho y derecho y con su negocio propio, y edad para contraer matrimonio tenía. Por las conversaciones que tuvo con Rut durante los meses de la recogida de los frutos, se dio cuenta que a la joven le simpatizaba el dueño del negocio; en ese caso el consejo estaba acertado, había amor y conveniencia económica. Si se hubiera casado por dinero solamente hubiera sido muy desgraciada porque la casa, la comida, la ropa y el dinero no dan la felicidad sino con quién se vive, el cónyuge la da o la mata. Pero casarse enamorada sin que tengan un céntimo ninguno de los dos, es muy romántico y novelístico, pero ¿cuál es el futuro de los dos cuando vengan los bebés? Y si un joven no tiene cómo sostener su esposa, o ayudarla si ella tiene trabajo, ¿para qué se casa? Y lo más hermoso de todo es que este segundo matrimonio de Rut sería con un hombre creyente en Dios que no sólo tenía dinero sino fe y cuyo carácter como patrón y esposo eran buenos.

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