El sentido común en la religión, y las vacas filisteas


1 SAMUEL 6:9 Y observaréis; si sube por el camino de su tierra a Bet-semes, él nos ha hecho este mal tan grande; y si no, sabremos que no es su mano la que nos ha herido, sino que esto ocurrió por accidente".

De los dones recibidos de Dios uno de los que menos usamos es el sentido común. Esta porción bíblica se presta para pensar en ese asunto, aplicado en nuestra religión cristiana, y lo mismo para otras formas religiosas. Aquí están hablando sobre los tumores que les habían salido a esta gente, y además de la plaga de ratones que se estaba comiendo las cosechas. Barajaron las posibilidades de que se tratara de coincidencia, accidente, casualidad, o por mala suerte. Y se dispusieron a barajar y despejar el asunto como se despeja un teorema. Existía la posibilidad que Dios no estuviera en el asunto. Para comprobarlo había que despejar las dudas y tratar de darse primero que todo explicaciones naturales, o de otros factores (errores). 

La explicación teológica es una opción, pero hay otras que nada tienen que ver con Dios o el diablo, sino a causa de negligencia, imprudencia, mal aseo o contagios. Tal vez con agua, jabón y legía se aguantaba el asunto de los tumores; y lo de los ratones con trampas y veneno, que sabían cómo y conocían. Los hombres se han hecho fanáticos religiosos dándole dinero, a viejos y jóvenes astutos, muy populares ahora en las redes sociales, y paganos por no usar primero que todo el sentido común y no probar primero un origen natural a todo antes que acudir a los teólogos y los libros sagrados. Esto último es más fácil y no hay que usar toda la sustancia cerebral; entre tanto romperse la cabeza y estudiar un asunto sin los consejos del brujo de la tribu es más difícil. Es cierto que la ciencia primero fue magia, pero fue magia por el alejamiento de Dios. Adán, Eva y sus hijos no eran trogloditas ni cavernícolas. En la Biblia leemos que los primeros hombres no eran supersticiosos. Las tinieblas aparecen con más o menos grosor según la distancia que tuvieran de los escogidos de Dios. Los filisteos pusieron la explicación teológica a un lado y la casualidad en el otro, queriendo decir causas naturales o al menos desconocidas que no tienen que ver con el Dios de Israel. A pesar de todos los errores de ellos, pensaron bien las cosas.  ¿Estuvo mal eso? No, estuvo bien. Pero como no tenían médicos, laboratorios, rayos X, escáner, lo único que se les ocurrió fue usar unas vacas y que si Jehová estaba metido en el asunto lo dijera.

De haber vivido hoy a todos los enfermos los llevarían al médico y después telefonearían al pastor para que orara por ellos. Si Timoteo tiene úlcera y el Dr. Lucas no puede curarlo, que tome vino. Si Trófimo se enferma y se ha orado por él y no se sana, ni tampoco hay medicinas, hay que dejarlo en Troas y que su organismo reaccione. Quedarse un tiempo con los gálatas hasta que esté mejor. Y si el colirio de Tesalónica no ayuda para nada a la oftalmia purulenta de Pablo, tiene que usar un amanuense como Tercio para escribir sus cartas. Y volviendo a lo de las vacas, tomaron la senda del pueblo de Dios. Y comprobaron con lo de las vacas que Jehová tenía que ver en el asunto. Sentido común, señores, sentido común que es el menos común de todos los sentidos.

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