Jesús no nos prohibió leer herejías

HEREJE PELAGIO

LUCAS 9:18-21

“Aconteció que mientras Jesús oraba aparte, estaban con él los discípulos; y les preguntó, diciendo: ¿Quién dice la gente que soy yo? Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado. Él les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy? Entonces respondiendo Pedro, dijo: El Cristo de Dios, mas él conminándolos mandó que a nadie dijesen esto”.

Lucas y Marcos llegan hasta la confesión de que Jesús es el Cristo, pero no dicen nada de que es el Hijo de Dios ni tampoco las muchas cosas, que parece un premio, que dijo de Pedro por haberlo dicho. Los discípulos estaban expuestos a equivocadas o deficientes definiciones de Cristo que tendrían que evolucionar en su comprensión hasta el conocimiento pleno. O también podrían escuchar herejías, y más adelante leerlas. El Señor no les prohibió que las escucharan o que las leyeran, lo que dijo fue que quería escucharlas, o leerlas, para darles la ocasión de hacer correcciones y prepararlos mejor para que regresaran a ellos con mejores argumentos en sus sermones y polémicas. Dejaba que sus discípulos estuvieran contextualizados y sumergidos en lo último que se cree y se dice sobre él y sus doctrinas. 



Nunca quiso encerrarlos en una burbuja o construir un monasterio para estar con ellos, ni una escuela donde sólo se enseñe historia del cristianismo y no de otras religiones, ni tengan contacto con ideas ateas y seculares. Él era un predicador ambulante y también ellos. No los separó físicamente de la sociedad, sino que les dijo que no pertenecieran al mundo, que estuvieran en el mundo sin ser de él (Jn. 17:14-16). Cuando los tres principales quisieron construir una casita sobre el monte de la transfiguración, les dijo que no. El Señor nos permite oírlo todo acerca de él y no darle ayuda a los que no tienen su doctrina, pero tampoco ignorarlas.

A los discípulos de más acá, supongo que no les prohíba leer lo que dicen los gnósticos, los budistas, mahometanos, los mormones, los testigos de Jehová, la nueva era, uno que otro hereje, y otros cualesquiera, porque si no están informados de lo que ellos dicen, o han dicho, no podrán alertar a los creyentes sobre todos esos “vientos de doctrinas” y falsos profetas, ni “contender ardientemente por la fe una vez dada a los santos”. Dijo “examinadlo todo”, estudiarlo todo y aprobar lo que sirve (1 Tes. 5:21). Son los maestros los responsables de estar al tanto de lo que sus discípulos escuchan, ven y leen y confrontarlo con lo que dijo Jesús, es decir, con el evangelio. Parafraseando lo que dijo el Señor, “díganme cómo me están enseñando, cómo me predican y qué dicen los libros que la gente lee sobre mí, hagamos una mesa redonda, yo la dirijo, abramos mi Nuevo Testamento, y veamos si no tienen que esperar a otro o soy un impostor” (Mt. 11:2-5). No digo que gastes dinero en libros que son dañinos o sin méritos, pero al menos se pueden sacar de una biblioteca, o pedirlos prestados y jurar devolverlos. La imagen arriba es la del hereje Pelagio que enseñaba que el hombre tiene el poder en sí mismo para obedecer lo que Dios ordena, y similares son algunos maestros hispanos, bien pelagianos o bien arminianos, que no es una herejía, como dijo R. C. Sproul, pero está en camino de serlo.

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