No he dicho que Jesús es calvinista

Marcos 7:14-23
(Mt. 15:1-20)
14 Y llamando a sí a toda la multitud, les dijo: Oídme todos, y entended: 15 Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre. 16 Si alguno tiene oídos para oír, oiga. 17 Cuando se alejó de la multitud y entró en casa, le preguntaron sus discípulos sobre la parábola. 18 Él les dijo: ¿También vosotros estáis así sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar,19 porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina? Esto decía, haciendo limpios todos los alimentos. 20 Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. 21 Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios,22 los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez.23 Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre”.

Jesús enseñó, aun teniendo en cuenta su amabilidad, la total corrupción del corazón humano, aunque cause náuseas y humillación. Según la realidad de como nos miraba por dentro, lo que metemos y sacamos, “la jactancia queda excluida”. Una religión humana que abarque sólo formas, comidas, días festivos, y ritos o cumplimientos de deberes, puede convertir a sus seguidores en arrogantes, pero jamás el evangelio de Jesucristo. Las buenas nuevas de la gracia anunciadas por él no se encuentran en una teología adulona que suaviza la catástrofe que produjo la caída de Adán, y dice hallar dentro del corazón del hombre alguna cosilla que haya quedado sana.
Jesús no dibujaba de forma romántica el corazón humano sino más bien como algo peor a un depósito de excrementos, o un lugar árido y apartado que es lo que la palabra letrina significa. Los predicadores de teología arminiana pudieran horrorizarse al escuchar de los mismos labios del Salvador de ellos, que la mente humana hiede (el corazón, la carne, como quiera llamarle), que está completamente infestada, y que la ley de Moisés o cualesquiera otros mandamientos humanos son ineficaces para extirpar del interior de todos los hijos de Adán esos vicios y malas inclinaciones, y enderezar social y espiritualmente la conducta.

Si la evangelización de los pecadores no se aproxima a ellos con esta situación en mente, sus logros serán superfluos. La evangelización y la santificación de la iglesia deben enraizarse en la realidad que ante Dios el corazón humano está perdido, por todas esas acusaciones que Jesús le hace. La conducta humana lo que necesita es un trasplante de corazón, o una metamorfosis, lo que se llama una regeneración, la hechura de Dios de una nueva criatura.
Queda claro que la oposición de Jesús a que se enseñen mandamientos humanos, que busca darle rodeos a una total perdición, en vez de la Palabra de Dios, se debe a que se hacen nulos los resultados para los cuales Dios la envío. Invalidar el mandamiento de Dios significa no sólo una sustitución del mismo, sino que es un equivalente en resultados a dejar la personalidad humana intacta y sin cambio. Lo único que puede penetrar el corazón endurecido por el pecado humano y llegar hasta sus íntimos pensamientos y los tuétanos, es la palabra de Dios.

La imagen fotostática que Jesús hace del corazón del hombre no es de un órgano enfermo sino más bien muerto y que hiede, y todas esas cosas que menciona, malos pensamientos, adulterios, homicidios, avaricias, envidias, soberbias, cosas que se execran, son evidencias de su total descomposición. La forma de la religión solamente pule el sepulcro pero no lo limpia por dentro. Si algún escritor dijera en su ardor doctrinal que Jesús era calvinista, sería un horrible fanático, pero sí es correcto si dice que así de ese modo, con una depravación total, explica el corazón el calvinismo. Si alguno anda buscando de dónde el apóstol Pablo, cuyos escritos son el cristianismo, de dónde sacó su doctrina que el hombre nace muerto en delitos y pecados (Efe. 2:1-5), tiene que pensar que el evangelio que Jesús le reveló, y no hombre, no fue otro que éste, que el hombre necesita un corazón nuevo porque ese heredado del viejo Adán, no sirve (Ga. 1:11-12). Y no me confunda, no he dicho que Jesús fuera calvinista sino que nuestra teología es la misma.

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