Estudiando la ley de Dios, sin amor a los demás


“1 Otra vez entró Jesús en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía seca una mano. 2 Y le acechaban para ver si en el día de reposo le sanaría, a fin de poder acusarle. 3 Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte en medio. 4 Y les dijo: ¿Es lícito en los días de reposo hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla? Pero ellos callaban. 5 Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y la mano le fue restaurada sana. 6 Y salidos los fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él para destruirle”.



Este incidente es una repetición de los problemas que ocasionaba su humanismo en contraposición al énfasis ceremonial de aquella gente religiosa y equivocada. En todas las transgresiones del sábado, Jesús enfatizaba que además de reunirse para estudiar la Escritura deberían ser transformados en mejores seres humanos; y eso quiere decir que si algo no puede faltar donde se estudia la religión cristiana, es la ayuda mutua, o sea, la aplicación de lo aprendido en la benevolencia con el necesitado. El Señor insistía en cambiarle el sentido ceremonial de la religión y sustituirlo por la práctica del socorro al necesitado. Para eso fue necesario trabajar duro en penetrar la religión con aquellos cambios, y que en relación a la institución misma y sus líderes, pereció sin lograrlo. Las sinagogas continuaron igual y aquella gente le dio muerte. Y eso que apenas les criticó las doctrinas. Fundamentalmente insistían en hacerlos mejores a ellos no al credo.


Jesús enseñó que la iglesia, si tiene poder para ello, debe no sólo proveer para el espíritu del hombre sino para su cuerpo, y en el mejor de los casos la suspensión de las ceremonias y sustitución por un énfasis más humano. Y en esos pasos su iglesia lo siguió (Sgo. 2:15,16; 1Jn. 3:17,18).


En esta sinagoga se encontró a una persona que podía servirle para echar por tierra el equivocado concepto ceremonial que ellos tenían acerca del día sábado. Se trataba de un hombre con una de sus manos seca, y que le caía muerta al lado del cuerpo. Se le pidió al hombre enfermo que se pusiera en el centro de modo que todos pudieran ver lo que iba a ocurrir; y sin acercarse a él, y sin tocarlo, le devolvió a la normalidad su mano. Interpeló a los fariseos y les pidió que expusieran delante de todos el concepto que tenían acerca del sábado y en qué lo utilizaban, y que si dentro de la práctica de ese día de reposo había un espacio para mostrar amor al prójimo. Es decir les está dando a entender que para él el sábado no es solamente un día para leer la Ley de Dios.


Y todo eso desemboca en una observación, que la falta de compasión en su iglesia lo entristece y lo enoja. Como no hubo respuesta, dando a entender que no querían responderles, todos percibieron en el rostro del Señor, enojo y tristeza por la dureza de los corazones de ellos. Fue tan evidente la emoción que lo invadió que ha quedado en récord, sin embargo no pronunció ninguna palabra despectiva en contra de ellos sino que más bien se dirigió al enfermo y con una orden suya el miembro inútil adquirió vida y al instante volvió a la normalidad, o sea, fue restaurada su mano.


Lo único que se refiere en el relato es que la reunión se terminó y los fariseos sin decir palabra salieron afuera buscando a los prosélitos religiosos llamados herodianos, para contarles todo lo que había sucedido y como aquel hombre sanador de enfermos estaba poniendo en desgracia las tradiciones de ellos, y de una forma tan popular y benéfica, que si no paraban su ministerio en la sinagoga, se podría quedar vacía. Enseguida se pusieron de acuerdo para planear alguna forma de encarcelarlo y darle muerte y continuaron estudiando la Ley, sin amor a los demás.

Comentarios

  1. Humberto:
    y continuaron estudiando la Ley, sin amor a los demás.

    Paradójico, cuando la Ley te insta a amar a los demás.

    Sabes?
    Si hay algo que me entristece es entrar en esos foros de debate de religión, donde el objetivo de cada forista es destruir los argumentos del forista que tiene delante, e imponer sus propios argumentos a cualquier precio.

    Nadie busca debatir buscando el beneficio de los demás.

    Y después se extrañan que su obra no dé fruto!

    :|

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  2. Algo cabe mencionar.. Su falta de amor hacia Dios y hacia los demás... hizo que los que eran enemigos, estuvieran de acuerdo. Herodianos, fariseos y saduceos, Herodes y Pilato, llegaron a estar de acuerdo... Los Fariseos, que eran personas más de labios que de corazón se atrevieron a proclamar "no tenemos más rey que el César mismo"... Todo, por aborrecer al Amor Mismo (Jesús, El Dios de Amor Encarnado)... Ante la Verdad, todo aquello que es mentira se junta para quererla aniquilar...

    Qué cosas, no??

    Gracia y paz a su vida amado hermano... :D

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  3. Renton, ¿no has leído que hay hombres que son sabios en su propia opinión? (Ro. 11:25, 12:16); les cuesta trabajo por altivos ser humildes y darle la razón aunque sea en parte a otros, quizás no han leído que nunca se acaba de aprender las cosas como se debe, porque "¿dónde está el hombre que siempre haga el bien y nunca peque?" (Ecl. 7:20). No siempre tenemos toda la razón ni los otros tampoco; a veces otros nos ayudan a interpretar un texto de la Biblia de un modo que no nos habíamos dado cuenta, porque no somos omniscientes. En cuanto a la revelación bíblica todavía vemos como por espejo, oscuramente y conocemos "en parte" "la ciencia acabará" (1 Co. 13:8, 9,13), y el amor es superior a todo eso, que es de lo que trata mi entrada.

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  4. Hno. Huerta; tienes razón, mataron la Verdad, escupieron y abofetearon al Amor, le hicieron cargar con una cruz espantosa y lo clavaron sobre ella. Siempre ha sido más fácil hablar que vivir, nosotros creemos que somos una cosa, los demás suponen lo que somos, pero sólo Dios sabe quiénes somos. Se puede pensar muy alto y sentir poco profundo; casi todos los célebres villanos de la sociedad han sido personas inteligentes, que no quiere decir buenas. Por supuesto que Dios no es sólo amor, también es justicia; el amor se puede encender en celo y volcar mesas, pero son más bien excepciones de él, casi siempre es condescendiente y con su enojo mezcla el cariño; carga niños y reprende hipócritas. El amor tiene perfecta simetría y es balanceado en todas sus acciones, lo que no somos, por defecto de fábrica, nosotros.

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