Hay Esperanza para las bodas mal hechas


Esdras 9:9-15

“9 Porque siervos somos; mas en nuestra servidumbre no nos ha desamparado nuestro Dios, sino que inclinó sobre nosotros su misericordia delante de los reyes de Persia, para que se nos diese vida para levantar la casa de nuestro Dios y restaurar sus ruinas, y darnos protección en Judá y en Jerusalén. 10 Pero ahora, ¿qué diremos, oh Dios nuestro, después de esto? Porque nosotros hemos dejado tus mandamientos, 11 que prescribiste por medio de tus siervos los profetas, diciendo: La tierra a la cual entráis para poseerla, tierra inmunda es a causa de la inmundicia de los pueblos de aquellas regiones, por las abominaciones de que la han llenado de uno a otro extremo con su inmundicia. 12 Ahora, pues, no daréis vuestras hijas a los hijos de ellos, ni sus hijas tomaréis para vuestros hijos, ni procuraréis jamás su paz ni su prosperidad; para que seáis fuertes y comáis el bien de la tierra, y la dejéis por heredad a vuestros hijos para siempre. 13 Mas después de todo lo que nos ha sobrevenido a causa de nuestras malas obras, y a causa de nuestro gran pecado, ya que tú, Dios nuestro, no nos has castigado de acuerdo con nuestras iniquidades, y nos diste un remanente como este, 14 ¿hemos de volver a infringir tus mandamientos, y a emparentar con pueblos que cometen estas abominaciones? ¿No te indignarías contra nosotros hasta consumirnos, sin que quedara remanente ni quien escape? 15 Oh Jehová Dios de Israel, tú eres justo, puesto que hemos quedado un remanente que ha escapado, como en este día. Henos aquí delante de ti en nuestros delitos; porque no es posible estar en tu presencia a causa de esto”. ______________________________


Ha habido pocos hombres que tengan tanta sensibilidad y celo como Esdras para lamentar profundamente las bodas mal hechas. Si el pueblo de Dios quiere perseverar hacia el futuro, tiene que demandar matrimonios correspondientes con la ley de Dios. Hoy, Dios nos perdone, a los pastores que bendecimos en las bodas, nos duele menos que a Esdras que los jóvenes se mal casen; bendecimos uniones mixtas sabiendo de antemano que Cristo va perdiendo, pero condescendemos en santificar la unión con la esperanza de que el que es extranjero a la fe sea en lo futuro hecho un prosélito de Israel; animamos nuestra fe con las pocas excepciones que existen donde el inconverso se ha convertido después de casado, alentamos una esperanza que no tiene como fundamento ninguna promesa. ¿Es el matrimonio un asunto tan privado que la iglesia no tiene derecho a prohibir un casamiento de este tipo?


El apóstol de la gracia es más condescendiente y dice a los que tienen esposas no creyentes que no las abandonen, “12 Y a los demás yo digo, no el Señor: Si algún hermano tiene mujer que no sea creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone. 13 Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone” (1 Co. 7:12, 13), porque lo que la ley no pudo la gracia sí lo puede, sin que tengamos en menos las buenas recomendaciones dadas por Moisés. Hay esperanza para las bodas mal hechas, para los matrimonios mal formados, y no es precisamente la disolución de la unión, los equivocadamente formados, y más para los que han comenzado a ser bendecidos y ya a uno de ellos ha llegado la gracia de Dios (como en Corinto) y tiene casado lo que no tenía soltero porque ha ingresado Jesucristo en la familia, entonces, bendito sea Dios, es que hay esperanza para el matrimonio y los hijos; la solución, y es un poco más que los consejos, que las sabias orientaciones, que las peladas confesiones de faltas de uno para el otro delante de un profesional, es la confesión de pecados, sin altivez y con franqueza, ante Jesucristo, y ¡serán sanados! “16 Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho” (Sgo. 5:16). Más que con nobles consejeros, que con Moisés, con la gracia de Dios en Jesucristo, amados.

Comentarios

  1. ¡Ay, hermano! ¿Qué nos falta? ¡Celo por nuestro Dios! Eso es todo lo que nos está pasando. Se nos ha hecho muy fácil tomar todo a la ligera ¡sigh! Y cada vez se vuelve peor el asunto entre el pueblo de Dios. Mantengámonos como viendo al invisible.
    Un saludo afectuoso en este 2011 y adelante, alimentando al pueblo de Dios en unión de sus seres queridos.

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  2. Pastor bendiciones me da gusto volver a saludarlo y visitar su blog, espero se encuentre bien y su familia también, quiero invitarlo a ver la segunda parte de mi publicación sobre teología de la liberación, serán muy buenos sus aportes, Saludos.
    http://kerygma-apostolico.blogspot.com

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  3. Nos duele mucho cuando nuestros hijos hacen yugo desigual, y todavia mas cuando han crecido en el evangelio; pero el Senor es dueno del tiempo y aun cuando ellos estan en
    desobediencia,eventualmente Dios se glorifica
    si el tiempo de su llamado ha llegado. El brazo del Senor no se ha cortado para los que
    El ha escogido, y su gracia los alcanzara en el tiempo de Dios. Nos toca a nosotros orar sin cezar y no desmayar. Gracias hermano pastor por su escrito,porque asi podemos meditar en la grandeza de nuestro Dios y alabarle por su misericordia.

    Abrazos, Hno.Mejias

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  4. Isa, no sé qué casos tienes en mente. Hablando de falta de celo por Dios, dices que “eso es todo lo que nos está pasando”; quizás piensas en que ambos sean cristianos pero uno de ellos es apático para el Señor y su obra. O quizás piensas en la ligereza en escoger, o el apuro, cuando no se tiene en cuenta a Dios a la hora de decir el sí e ir al matrimonio. Y tú misma le ves la solución, seguir “viendo al Invisible”, o sea, soportar con gracia la situación mientras la vida dure, y quizás los hijos, si salen celosos por el Señor y aman a los padres y traigan consuelo a la pareja espiritualmente dispareja. Esto es un comentario a ciegas

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  5. Ps. León, voy a leerlo y te diré. Bendiciones.

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  6. Hermano Mejias, se ve que usted es un cristiano doctrinalmente maduro y usa la doctrina de la elección divina en el matrimonio. Esperar en el tiempo del Señor para sus escogidos. Mientras llega el tiempo de la salvación de uno y el perdón del otro por haber elegido según la carne, pueden pasar muchos años y en ese ínterin los hijos crecen. El creyente debe amar a su pareja como a sí mismo aunque no sea cristiana, y tratar que los hijos sean “santos”, como dice Pablo. La educación espiritual de los hijos es de primer grado, básica. Ellos con el correr del tiempo pudieran ser medios de gracia y salvación para su padre o madre que no es creyente. Muchos afectos para usted y su esposa.

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  7. Me encantaría que mi esposa quisiera más a Dios que a mí mismo, pero el 99% de las chicas de por aquí -la Sodoma del sur de Europa- son ateas...

    Me veo a mí mismo con 60 años, yendo a visitar los nietos de mis hermanos.

    :\

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  8. Renton, estás gracioso y te voy a responder con un poco de humor, para que puedas abrazar a tus hijos y no digas como el eunuco “he aquí yo soy árbol seco” (Isa. 56.3). Te digo que es mejor que haya “99% ateas” y 1% idólatra, que 99% idólatra y 1% atea. No es tan difícil convencer a una atea que Dios existe que sacar un par de ídolos del corazón.

    1. No esperes que Dios te la fabrique con una costilla tuya.

    A no ser que pienses en el matrimonio como un asunto laboral y la busques como “ayuda” (como Calvino) idónea, no para ponerles nombre a los animales porque después la gente los va a llamar como les dé la gana, sino para escribir libros y predicar reformas. Es una calamidad llegar a la casa y ponerse a cocinar. Uno opta por un huevo frito. De todos modos aunque el apóstol dice que el matrimonio es aflicción de la carne no es muy buena la soledad. “El que halla esposa halla el bien”, si tiene la mente larga y la lengua corta.


    2. Tampoco envíes algún amigo o siervo que vaya a Padan- aram y te traiga una.

    Y eso aunque confíes en la providencia, porque quizás no tiene el mismo gusto que tú y cuando le veas la cara la hallas fea. Es mejor que vayas por ella, te consigues un trabajo por allá, de ovejero, y quizás la providencia hace que conozcas a otra con tus mismos intereses y te enamoras de su cara linda. Los ojos tiernos como los de Lea no son suficientes para enamorarse, ni con los años, si la figurita da pena. Quizás te guste alguna mujer cusita del norte de África y aunque tus hermanos Aarón y María protesten si prefieres, a la de color leche europea, la piel doradita por el sol. Si eso no va contigo, Dios las tiene de todos los colores y sabores. Y el diablo también. Busca hombre, no entre las filisteas, ve a otros rebaños a “oír otros pastores” (incluyendo los aburridísimos), y a mirar otras ovejas que no son de tu redil, no sólo la que sea más espiritual como María, sino que sea “deseable” como nuestra madre Eva (esa combinación Eva-María, es irresistible), o como Jerusalén, “imponente” que tenga “dientes limpios y parejos”, bonitas “mejillas como cachos de granada” (Cant. 6:4-10).
    Salomón tenía sus gustos, y dijo esta es la ¡perfecta!, y tú que no necesitas sino una sola catalana y no mil, dirás cuando la veas, ¡eureka, la encontré, colosal!

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