Aprendamos a lavar nuestras oraciones con la sangre de nuestro Señor Jesucristo


(Tomado del libro, John Calvin, A Heart for Devotion, Doctrine & Doxology; pgs. 237-239).


Foco trinitario en la oración



“Calvino acentúa el aspecto trinitario de la oración. La oración se origina con el Padre, es hecha posible a través del Hijo, y es efectiva en el alma por medio del Espíritu, por medio de quien ella retorna por vía de Cristo al Padre.


La oración es dada por el Padre, quien graciosamente nos invita a orar por medio de Cristo y anima tal invitación por medio de sus promesas. Aparte de Cristo, la oración seria "tonto y atrevido para los mortales presumir poder dirigirse a Dios". Deben más bien esperar por el llamamiento del Padre a que él lo implemente por medio de su Palabra, "por cuanto él promete ser nuestro Salvador, también muestra que siempre estará listo para recibirnos. El no espera hasta que nosotros vayamos a buscarle; más bien se ofrece a sí mismo y nos exhorta a orar a él, y haciendo esto es que prueba nuestra fe". Él nos atrae a la oración por medio de la dulzura de su nombre, Padre.


“Calvino dedica considerable atención a la obra de Cristo en la oración. Cuando Cristo estuvo sobre la tierra aconsejó a sus discípulos a pedir en su nombre (Jn. 16:23). Solamente por medio de su nombre tenemos acceso al Padre, Calvino dice. Dios oye nuestras oraciones cuando por medio de su Hijo oramos en su nombre. Calvino da un firme aviso que si no nos aproximamos a Dios en el nombre de Jesucristo, "ningún camino de acceso a Dios existe; nada queda en su trono sino ira, juicio y terror".


“Cristo es el nexo entre el creyente y Dios, donde la unión y donde las oraciones del pecador son purificadas "por la sangre rociada" y presentadas al Padre. Aprendamos a lavar nuestras oraciones con la sangre de nuestro Señor Jesucristo, nos aconseja Calvino.


“Cristo también es nuestro Intercesor en el cielo. Calvino hace notar que, "Dios no escucha ninguna oración que no sea por medio de la intercesión de Cristo". La obra consumada de Cristo y el "poder de su muerte garantizan su eterna intercesión a favor nuestro", así añade. De este modo venimos por medio de Cristo, y con Cristo al Padre, tal que "Cristo es constituido nuestro predecesor y quien dirige las oraciones de su pueblo".


“El Espíritu Santo siempre juega un papel crucial en la vida de oración del creyente, así lo firma Calvino. Él es "nuestro maestro en la oración, es quien nos dice lo que es correcto y también quien templa nuestras emociones". Él intercede por nosotros con gemidos que son indecibles (Ro. 8: 26). Calvino explica que él, "crea en nosotros seguridad, deseos y suspiros, porque sabe que con nuestros propios poderes naturales escasamente tendríamos suficiente". El afecta nuestros corazones de una forma tal que nuestras oraciones "penetran con fervor en el cielo".


“Calvino también trata de como se siente el creyente cuando el Espíritu parece no encontrarse presente en su oración. Dice que eso no es excusa para cesar de orar hasta que se sienta el Espíritu; más bien debemos de modo inoportuno "demandar que seamos inflamados con los dardos de fuego de su Espíritu de modo tal que los creyentes seamos capacitados para orar". Nunca debemos cesar de orar para que aumente en nosotros su Espíritu”.

Comentarios

  1. Pastor,cuando Calvino dice que el Espiritu parece no estar presente en el creyente en ciertos momentos de la oracion,me imagino que
    esta pensando en el caso del publicano; o no es asi? Porque si es un creyente genuino el Espiritu Santo siempre esta en el creyente aunque puede estar constrenido. En otras palabras,se refiere el a la oracion que no esta impelida por el Espiritu Santo ?

    Abrazos, Hno. Mejias

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  2. Mejías, más bien en lo que está pensando es en la experiencia de todo creyente, que en algunos momentos se "siente" como si su oración estuviera muerta y le cuesta trabajo orar. Esos momentos de decaimientos son en los que "él piensa", no exactamente que no tenga el Espíritu Santo sino que a juzgar por su estado espiritual se siente vacío. A esos momentos se refiere cuando anima a todo creyente a continuar en el acto adoración a pesar del pésimo estado en que se "siente".
    Abrazos.

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