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jueves, 30 de abril de 2020

SPURGEON EL TEATRO Y EL CINE

Éstas son notas tomadas de una biografía de Carlos Spurgeon, y más abajo un comentario de actualidad sobre la televisión y el cine. Si Spurgeon hubiera podido añadir otra maldición sobre Londres, probablemente hubiera seleccionado el teatro. El estado moral del teatro era tan malo que no se podía remendar y el carácter del drama es tal que siempre su tendencia es hacia una rápida corrupción. Mientras algunos cristianos abogaban por su asistencia para mejorar según su punto de vista el nivel moral, Spurgeon era del pensamiento similar a arrojar una botella de perfume dentro de las aguas de un alcantarillado para mejorar su aroma. Tales atracciones, el teatro, para las mujeres y los hombres corruptos nunca deben ser recomendadas como escuelas de virtud. Spurgeon, decía que él nunca había entrado a un teatro durante el tiempo que se realizaba la función, pero algunas veces cuando regresaba a casa de algún compromiso miraba hacia allá y veía suficiente como para orar que nunca nuestros hijos e hijas atraviesen tales puertas. Si tal práctica de los miembros de la iglesia se desarrollaba, asistiendo a los teatros, Spurgeon creía que eso significaría la muerte de la piedad. “¿Quién puede suponer?- preguntaba, que esta clase de diversión o entretenimiento rodeada con la seducción al vicio, sería un lugar de distracción apropiado para una mente pura? Cualquiera que quiere estar cerca de Dios y ve con admiración la actuación de esa clase de mujeres codiciosas y seductoras, no puede conservarse limpio, y de lo que estoy informado es que algunas mujeres de la calle en Londres son semejantes a ellas”. Los periódicos de esta ciudad podrían haber pensado de que Spurgeon era un exagerado o un extremista, pero lo cierto es que la sociedad londinense era apropiada para la destrucción del alma” (Viviendo por la Verdad Revelada, pag.110; Tom Nettles).

Y ¿qué diría Spurgeon, no sólo del teatro moderno, sino del cine y de la televisión que se enciende en el seno mismo de la familia, bombardeándola con conceptos e imágenes que la niegan, la minan y la destruyen. Por ejemplo, la continua aparición de homosexuales en programas transmitidos en horas de más audiencia, donde casi eso es una virtud que habría que envidiar porque algunas “estrellas” femeninas de la farándula son lesbianas u homosexuales. Y esta forma de unión que jamás podría ser llamado hogar, según las leyes de muchos países, incluyendo Estados Unidos, puede adoptar hijos y criarlos con la moral de sus padres. Es que todo eso está bien concebido para la destrucción de la era cristiana. Ya es cosa muy natural y frecuente el oír hablar de “parejas” en vez de matrimonio, y de convivencia o de “una relación”, y no de vivir juntos como marido y mujer. Eligen esa forma de unión por razones personales de conveniencia recíproca sin que necesariamente haya un compromiso para que la unión perdure más allá de los placeres sensuales, y luego vengan hijos y se haga una familia tradicional. Muchas mujeres hablan de modernidad y de moda, y prefieren ser llamadas “madres solteras”, lo que en otro tiempo cuando la influencia cristiana era vigorosa se le hubiera tenido como fornicación.

Otra cosa es la filosofía egocentrista o el egocentrismo en cualquier unión o relación actual que insiste constantemente en la máxima de amarse primero uno mismo para entonces poder amar a los demás. El hombre debe amarse con todas sus fuerzas a sí mismo, preferirse a sí mismo, buscar lo suyo propio primero, sus propios intereses, para entonces poder amar a su mujer y a los demás. Todo lo contrario a lo que enseñó Jesús que nunca dijo ámate tú primero y después a los otros, sino ama a los demás como a ti mismo y que nadie tiene mayor amor que este, “que uno ponga su vida por sus hermanos”. Ese modo de pensar en el yo primero que el tú, él, ella, es anticristiano y por supuesto inferior, y no da origen a grandes personalidades ni a grandes sociedades, sino a seres enfermizos e inferiores tenidos sin disputa alguna como megalómanos y egocentristas. Y despreciables egoístas. Jesucristo puso su vida por nosotros dándonos el ejemplo de lo que realmente es la virtud y el altruismo. La Biblia habla del amor como el vínculo perfecto, pero es el amor al otro no a uno mismo. Cuando el amor en el matrimonio es perfecto el marido no busca lo suyo propio sino lo de su mujer y viceversa. Y no sé cómo calificar, si es que existe algún hombre o alguna mujer que se ame más que a sus hijos. La salvación según Cristo conlleva una negación de uno mismo por su causa y por él, porque cualquiera que ama este mundo más que a Dios y a su prójimo, no puede ser llamado cristiano y no participará en la esperanza de la resurrección. Y eso es lo que piensa actualmente la sociedad londinense y la americana, y lo que se escucha y se ve en el teatro, en el cine y en la televisión.

Los pastores y los maestros de las iglesias tienen su responsabilidad en enseñar esas verdades y abrirles los ojos a sus iglesias para que los jóvenes sean sanos de espíritu, de mente y de cuerpo, templos del Espírito Santo. Esas películas y novelas, certámenes de belleza con modelos casi desnudas, no deben permitirse que se exhiban debajo del techo de una familia cristiana. La televisión no debiera ser el principal medio de formación de nuestros hijos, y ellos aprender que esas “estrellas” de Hollywood, en su mayoría son astros opacos cuyas vidas personales son totalmente diferentes a los papeles e imágenes que representan en sus series y programas. Y que lo más importante no es lo que uno aparenta ser sino lo que uno es, no la imagen sino la realidad. La Biblia está llena de grandes modelos y Jesucristo es el principal, como dijo el apóstol Pablo, “sed imitadores de mí como yo de Cristo”; o como dijo el apóstol Juan “sed imitadores de Dios como hijos amados”. No se hace evangelismo haciéndole el juego a la sociedad, haciéndose el de la vista gorda y enseñando un evangelio sin ética cristiana, o con muy poca, para no espantar la juventud, abriéndoles la puerta estrecha de la salvación con tal que muchos entren y el número de jóvenes y adultos crezca. Y todo esto se hace cuando el pastor lo que busca es tener una congregación grande, la gloria de su nombre y un sueldo bien pagado. El teatro en el siglo XIX al cual Spurgeon llamó la muerte de la virtud, y donde nunca puso un pie, se queda muy chico en comparación con la contaminación de todo género que sale por la pantalla de la televisión y del cine en este siglo XXI. Y si la familia decide no desterrar para siempre el aparato de la casa, sí puede controlar su uso y la influencia que abiertamente o solapadamente pudiera dañar los hijos y el matrimonio. Y por supuesto el reino de los cielos. El hogar debe ser un paraíso.



domingo, 26 de abril de 2020

La Mona Lisa del viejo de la ventana

Hoy quiero contarles, si les pica la curiosidad, un poco sobre mi mujer, que ya he dicho que también es la mujer del viejo de la ventana, por cuestiones personales y de idiosincrasias, y de suplantaciones, y de robo de identidad, que no tengo por qué volver a repetirlo. Su nombre original es valquiria, sacado de la mitología alemana. Nació en un pueblo que fundó Bartolomé de las Casas y le puso el nombre de Santa Isabel de las Lajas que parece que lo copió del diario de Marco Polo. La chiquilla creció rápido y con una belleza extraordinaria de modo que el alcalde logró que la llevaran a competir en Hollywood, pero en la segunda vuelta perdió la nominación por falta de exotismo. La muchacha tampoco tenía interés en eso y le dio igual. Voló en helicóptero hacia su rincón querido donde la esperaba un amigo suyo llamado Benny Moré que hizo famoso el lugarcito porque allí había nacido mi mujer, pero él le cambió el nombre y puso el suyo. La muchacha se fue a estudiar en La Habana donde hizo algunos amigos que duraron toda la vida, Menos una profesora llamada Leonor que murió temprano. En ese lugar conoció al famoso pastor y psicólogo llamado San Salvador, su nombre era solamente Salvador, pero los compañeros fueron los que le metieron el San porque contó en alguna ocasión que un ángel confianzudo le había despertado a la hora que deseaba para estudiar; y dándole voces le decía negro, negrito, chiqueándole el apellido. También fue su compañero favorito otro llamado Sergio Paulo, que la familia protestante había tomado del libro de los Hechos de los Apóstoles, pero prefirieron dejar fuera a Paulo y se quedó sólo con el primer nombre. Este y mi mujer se llevaron tan bien que se consideraban, y se consideran todavía como hermanos, y él me llama su cuñado. La señorita se graduó con unas notas extraordinarias y de todas maneras querían que ella tuviera el discurso de graduación, pero se enfermó y no pudo hacerlo, y le dio el manuscrito a otro que fue quien lo tuvo. Después de graduada como misionera fue a trabajar a un pueblito, donde el diablo dio las tres voces y nadie lo oyó, aunque hubiera dado cuatro, llamado Potrerito, que un español al que no le gustaba el diminutivo se lo cambió por Potrerillo. En ese lugar sus dotes religiosas extraordinarias, y el don de gente que poseía, convirtió el viejo templo religioso en una catedral, con el dinero que le envió Nancy la esposa del presidente Ronald Reagan. Tan bello le quedó el edificio que ella misma diseñó, que Víctor Hugo se enteró y le dio la idea de escribir su novela acerca del jorobado. ¿Pues cómo fue eso? Es que me faltó decir que Nuestra Señora de París, la catedral, fue una copia al papel carbón de la que había dibujado mi valquiria. Es una mujer de temple y le escribió a Víctor, porque se trataban de tú a tú, y le dijo que no le gustaba para nada el asesinato que el jorobado había cometido tirando al piso al curita. Julio respondió, con mucho respeto, que ya no podía hacer el cambio porque él no tenía la facultad de resucitar un personaje. La conocí cuando salí del ejército, y de regreso como soldado voluntario en la guerra del Golfo Pérsico, en el pueblito donde nací y donde vivió Cristóbal Colón, y me han dicho los fundadores de ese lugar que, en el barrio La Loma, donde viví había sido enterrado el indio Hatuey, pero algunos suramericanos dicen que se trata de Atahualpa. De todos modos, el pueblito, se quedó con el apellido del descubridor de América, porque allí vivió él por algún tiempo y antes de retirarse donó sus tres carabelas, La Niña, La Pinta, y la Santa María, que quien quiera puede ir y tomarle fotos.
Un día, yendo en un carro fúnebre que llevaba un muerto atrás en su caja y todo, queriendo convertir al cristianismo al chofer le dijo que se iría al infierno con ropa y todo si no se arrepentía de sus pecados y aceptaba a Cristo para sus perdones, como le pasó, y lo dijo volteando la cabeza hacia atrás y mirando el ataúd, a ese tipo encajonado. Y lo que son las cosas de la historia, que no es nítida leyenda, el muerto que había sido beodo y renuente a poner una pata en la iglesia, se despertó, y con la mano izquierda destapó la caja y le dijo que él no se había muerto por ninguna borrachera sino que había sido condenado injustamente por el señor juez de la tremenda corte, resolviendo su tremendo caso, metiéndolo detrás de las rejas por un tiempo lo cual fue completamente injusto porque habían dejado en libertad a un tramposo llamado Tres Patines que con sus ocurrencia hizo que se desternillara de risa el juez y el secretario que tomaba nota. El chofer asustado perdió el control del auto y tuvieron un accidente, pero nadie salió con heridas graves ni siquiera el vuelto a la vida que por cierto se llamaba Lázaro.
Otra cosa, como mi mujer sabe ahorrar, sin tacañería, por aquel tiempo reunió suficiente para comprarse un caballo al cual le puso por nombre Pompeyo. Sobre él, ella ágil como el viento, de un solo salto, sin que nadie le ayudara, caía sobre el animal, que lo prefería sin silla de montar, a pelo limpio, y lo trotaba a una velocidad que parecía un zepelín.
En cuanto al dichoso Lázaro cuando se identificó lo primero que hizo fue quejarse de que la gente le reprochara que no había contado ninguna cosa acerca de su estancia en ultratumba. Ni que esta boca es mía. Mudo. Y con el conocimiento de una persona culta dijo que eso podrían verlo en la película “lo que el viento se llevó”. Entonces, sacó del bolsillo su carnet de conducir y lo mostró enseñándoles su foto, nacido en la ciudad de Betania o sea junto, pero a un costado de Potrerillo.
Lázaro era un buen chico, taciturno, pero un gran joven que prometía tener futuro, y también un par de hermanas, que pertenecían a la clase media alta, o rica de la ciudad, María y Marta, ambas con una casona fabricada al estilo de las que construyeron los españoles en Hispanoamérica, grandísima con un portal alrededor, un estadio de pelota, que todavía no se le llamaba béisbol, construido por los indios taínos. María era cristianísima, y la otra también una gran creyente y excelente cocinera que daba gusto cuando asaba algún puerquito en el patio de la casa, y los judíos aún hasta los más ortodoxos se cubrían casi todo el rostro para no ser descubiertos, pues el perfume delicioso que emitía el cerdito sazonado, llegaba hasta las sinagogas, porque había varias y mi mujer, mi valquiria, sin decirle palabra alguna a los judíos que fueron atraídos al patio de la casa, se convertían al cristianismo a cambio de una masa frita. Así repartió mi diosita alemana, todo el cerdo, dejando solamente para ella alguna que otra pequeña cáscara, quiero decir trocitos de pellejo, que le gusta con arrebato. La gente simpatizante con ella se enteró que tenía un proyecto en su cabeza y lo había expresado, sin pedírselo nadie comenzaron a hacerle cheques bancarios, con el signo del Banco de América, Wells Fargo, y otros desnutridos competidores, y la espabilada muchacha los depositó en un santiamén y fue tanta la suma que fue capaz para construir un gran edificio que fuera apropiado para todos sus seguidores. Mayormente publicanos y pecadores. Se trató de una catedral tan alta que ni a un aura tiñosa podía posarse en la cruz. ¿Qué si estoy contando toda la verdad? Seguro que sí, porque un amigo del correo, Julio, le mostró un telegrama, que había llegado a la misionera desde París, más bien era un fax, pidiéndole los planos del edificio para construir una que fuera idéntica, y ella siempre generosa y como no le habían costado nada porque los había dibujado a su gusto y antojo, y el edificio había quedado tan bello que dejaba boquiabiertos a todos los guajiros, y los turistas alemanes, rusos y de los Balcanes. En cuanto a los planos se los envió, pero le advirtió a Julio Verne que si le hacía falta algún dinerillo ella se lo enviaría porque le había sobrado pero le pedía que cuando revisara su novela no tirara desde la torre al cura, que eso era una salvajada, sino que arreglara esa parte del final, sin embargo dejara lo que dijo el jorobado y desagradecido, porque es memorable “oh, todo lo que yo amé”. Julito, como en confianza le decía, dijo que ya eso no podía hacerlo pero que quizás en el futuro podría cambiar la historia re escribirla, como hacen los políticos para obtener votos.
Por esa época más o menos fue que yo la conocí y estuvimos enamorándonos, sin casarnos y sin pecadillos exagerados, durante cinco larguísimos años porque mi señora, casta como un ángel, se negaba a darme un beso antes de casarse, y en ese pugilato estuvimos por todo ese tiempo hasta que al fin accedió, y ¿saben lo que me dio? ¡Un ósculo santo!, que deposité en uno de los libros de mi biblioteca, a la custodia de su autor amigo mío que conocí en Ginebra, Suiza llamado Juan, aunque todo el mundo lo conoce por su apellido Calvino. Si usted visita en alguna ocasión mi biblioteca no vaya a abrir la enciclopédica y muy querida obra de ese autor, que es titulada Institución de la Religión Cristiana, ni llevarse ningún libro sin permiso mío, porque ahí está el beso de mi mujer y de vez en cuando al abrir esa página el beso salta y se repite. Se cumplieron los cinco años de celibato de los dos. Asistió a la boda toda la realeza bautista de la Habana, los guardias del Castillo del Morro, si no estaban de turno, los empleados del hotel Riviera que conocían bien la pareja porque allí pasaron la luna de miel y se estaba alojando en ese momento algunos alemanes que habían llegado en el último vuelo, ascendientes de mi querida valquiria. Hasta un ruso se coló y estuvo en la fiesta y vino a darme un beso en la boca y por poco le doy una trompada.
El viejo de la ventana cuenta las cosas mejor que yo. La tardanza en casarse resultó ser, que el susodicho estuvo cuatro años pidiéndole un beso, un besito nada más y ella negándose, que no y que no, hasta que dejara de fumar habanos y comenzara a beber el café descafeinado. Al fin aceptó el cambio, tiró el habano a la calle, el alegre perrito, el mismo de la dama de Antón Chejov, Mocho, se lo fumó antes que se apagara, se dirigió hacia la cerca del vecino levantó la patita, e hizo pis, se volvió sonriente y la mujer del café se sonrió también, y le tiró un beso que pasó volando cerca de la oreja del marido, que quiso atraparlo y como ella tenía otro extra, abrió su corazón y se lo dio a él, que lo saboreó hasta que la luna le dijo adiós y le pidió a ambos que siguieran queriéndose como lunáticos. Y así ha sido, el periódico local La Gaceta de Potrerillo, habló del romance y de la catedral, y de la Alhambra donde ella había sembrado flores, y como un obsequio especial el influyente director de La Gaceta descolgó del museo del Louvre, el cuadro de la Mona Lisa, de Leonardo da Vinci, que tiene idéntico parecido a mi mujer, mi Gioconda, y se lo regaló. Don Carlos, el mismísimo emperador español los invitó a que pasaran la luna de miel en su palacio en Granada, y yo, el mitómano viejo de la ventana de un efficiency alquilado, el marido de la bella dama no la de da Vinci, si no la mía, la de la taza de café caliente y descafeinado, a ella le regalo hoy 25 de abril del año 2020, esta loca historia con un beso.

Autor: pastor Humberto Pérez.

martes, 21 de abril de 2020

La bendición del que no la quiere


 
Job 29:13 
La bendición del que se iba a perder venía sobre mí, y al corazón de la viuda yo daba alegría”. Se puede traducir “...las bendiciones de los que estaban listos para perecer...”. 

El significado esencial es que ayudó a los que iban a condenar, pagó sus deudas, o los defendió de sus acusadores, los salvó, y ellos en cambio por gratitud lo bendijeron, con palabras y presentes, y estaba en las oraciones de ellos pidiendo bendición para él. No obstante, tomo también la forma de la verdad en otro sentido.  Puedes decirle a Dios: “Oh Señor, si alguno no quiere una conciencia tierna para arrepentirse, yo sí, si alguno no quiere el arrepentimiento que le ofreces, dámelo a mí (2Ti.2:25,26), yo no quiero endurecerme en el pecado para mi destrucción, si alguno no quiere ser creyente porque detesta la vida cristiana, dame a mí la fe que le pensabas dar, la fe de la salvación para que se renueve la mía (Hch.13:46), el primer amor que he perdido, el gozo que se me ha extinguido, oh Dios con los materiales que dirigías a otro y no lo han recibido, no los vuelvas al cielo y edifica mi vida con ellos, si alguno no quiere el derecho de su primogenitura, como Esaú, dámelo a mí que si deseo esas principales bendiciones y no las secundarias……..
Si alguno no quiere la bendición del evangelio, lo oye y lo rechaza, entonces lo bueno que Dios traía para él usted puede pedírselo y que se la transfiera, su gusta seguir leyendo oprima este enlace, https://pastorhp.blogspot.com/2013/01/la-bendicion-del-que-no-la-quiere.html

Y dame la fe que mueve montañas y para perseverar y no volverme atrás. Si a alguno le ibas a reemplazar la fe que había perdido y ya no la quiere porque prefiere prescindir de ella y volverse a sus pecados, retornar adonde había salido, yo no, no quiero regresar a mi casa, a mi país, a los míos, quiero continuar adonde me dirigí hace años atrás. Dame la fe en la verdad para no creer en herejías, que continúe siendo enseñado por el Espíritu tuyo, para que no me olvide de lo que me has enseñado, para que continúe entendiendo y no olvidando la verdad. Si alguno no quiere el Espíritu Santo, dame su medida a mí y tenga yo los dones que ahora carezco y pueda servirte mejor. Si alguno no quiere la paz del evangelio para su casa, que venga sobre mí (Mt.10:13-15).

lunes, 20 de abril de 2020

No todos somos iguales, no todos tomamos las cosas del mismo modo


                        HABACUC 3:17-19
 “Oí, y se conmovieron mis entrañas; A la voz temblaron mis labios; pudrición entró en mis huesos, y dentro de mí me estremecí; si bien estaré quieto en el día de la angustia, cuando suba al pueblo el que lo invadirá con sus tropas. Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar. Al jefe de los cantores, sobre mis instrumentos de cuerda.

Habacuc no es Jeremías; éste lloraba sin parar por la destrucción de su pueblo, pero Habacuc, aunque impresionado profundamente por el juicio (v.16), de antemano resuelve estar quieto, confiado y hasta alegre en medio de las calamidades. Sus palabras resumen optimismo, fe y esperanza. El v. 19 dice “y en mis ‘neginot’ me sostendrá”, un instrumento musical con el cual canta. Nehemías sufría con la ciudad de Jerusalén reducida a escombros, pero Habacuc es mucho más fuerte y para él su salvación es un recurso poderoso. En realidad, Dios, el Dios de su salvación.

Jesús lloró sobre la impenitente Jerusalén y Pablo padecía preocupaciones por todas las iglesias, pero Habacuc pase lo que pase no se dejará abatir y tomará su arpa y cantará, aunque el panorama a su alrededor sea de desolación y la ciudad, política y económicamente esté arruinada. Si no hubiera decidido tomar de antemano las cosas así, los sucesos lo habrían quebrantado, se habría desgastado su hombre exterior, habría sudado sangre; sabía que la depresión y la tristeza lo habrían reducido a nada.
Afina su lira, tensa sus cuerdas, la tiene al alcance de la mano, busca sus salmos preferidos y ensaya algunos de ellos para cuando suene la trompeta, comience el asedio y la ciudad se venga abajo, él pueda cantar para sí y para los atribulados incrédulos. No todos somos iguales, no todos tomamos las cosas del mismo modo. 

Hay ojos que lloran fácilmente y otros que rara vez se humedecen. Parece que no conocen el llanto y les da trabajo exhalar un suspiro. Preparémonos contra las melancolías… Señor, y que tomemos nuestro neginot y no vayamos a la tumba gimiendo y suspirando por el panorama de destrucción, castigo y por alguna higuera tuya que nunca, o quizás pocas veces florece. Alégranos tú que eres el Dios de nuestra salvación, y enjuga toda lágrima de los ojos que lloran.

  1 Juan Mayormente el contenido de esta carta, si es que a pesar de la repetición de asuntos, se puede considerar de esa manera y no como...