El nombre de alguien dañino pasó por su mente
1CORINTIOS 16:22
"Si alguno no ama al Señor, que sea anatema. ¡Maranata!".
No es un intento de
evangelizar, es una maldición, que caiga sobre quién no ama la iglesia y
contribuye a su des-armonía, menosprecia a sus líderes y siembra la discordia
entre hermanos. Desde los vv.14-24 de un modo o de otro la palabra clave es
amor y eso es lo que explica su abrupta maldición. Hermano, no puedes amar si
no eres transformado día por día en relación con los hermanos; el amor
fraternal tiene mucho de reflexión, comprensión, es un esfuerzo de la mente,
del corazón, del hígado, de los riñones, de la voluntad; es una fuerza que sale
de uno y se nutre con la obediencia a la Palabra de Dios. Maldito el que
chismea, el que envenena a los demás, el que no quiere saludar a nadie ni que
saluden a nadie. El Señor viene, y nos recogerá como iglesia. Apúrense a vivir
en amor. ¿Es esa una forma de terminar una epístola? Pues sí, porque de todos
modos el que no ama al Señor Jesucristo ni su cuerpo que es la iglesia, será
responsable de su maldición si no en este mundo, cuando venga el otro. No hay
iglesia, anciano, que nunca se les olvidan los nombres de algunos
tristemente célebres, ya sea que hayan sido bautizados por Apolos, por Cefas o
por Pablo; personas útiles y problemáticas, que en el fondo de un corazón
sincero no se agradece haberlas conocido. Esta maldición paulina parece extraña
al terminar su epístola, como si el pensamiento de alguien dañino hubiera
pasado por su mente. Ven Señor Jesús. Si no imitamos esta maldición podemos
seguirlo cuando recuerda algunos dañinos, “no les sea tomado en cuenta”
(2Ti.4:16; Ro.12:14).
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