Parte II. Jesús: I. Sus divisores, II. Admiradores, III. Sus estudiosos

Juan 7:40-53 (LBLA)

Entonces algunos de la multitud, cuando oyeron estas palabras, decían: Verdaderamente este es el Profeta. [41] Otros decían: Este es el Cristo. Pero otros decían: ¿Acaso el Cristo ha de venir de Galilea? [42] ¿No ha dicho la Escritura que el Cristo viene de la descendencia de David, y de Belén, la aldea de donde era David? [43] Así que se suscitó una división entre la multitud por causa de Él. [44] Y algunos de ellos querían prenderle, pero nadie le echó mano.

[45] Entonces los alguaciles vinieron a los principales sacerdotes y fariseos, y éstos les dijeron: ¿Por qué no le trajisteis? [46] Los alguaciles respondieron: ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre habla! [47] Entonces los fariseos les contestaron: ¿Es que también vosotros os habéis dejado engañar? [48] ¿Acaso ha creído en Él alguno de los gobernantes, o de los fariseos? [49] Pero esta multitud que no conoce de la ley, maldita es. [50] Nicodemo, el que había venido a Jesús antes, y que era uno de ellos, les dijo: [51] ¿Acaso juzga nuestra ley a un hombre a menos que le oiga primero y sepa lo que hace? [52] Respondieron y le dijeron: ¿Es que tú también eres de Galilea? Investiga, y verás que ningún profeta surge de Galilea. [53] Y cada uno se fue a su casa.


Parte II. Admiradores de Jesucristo.


Había otro grupo representado por los alguaciles que eran los admiradores o simpatizantes de Jesús y decían que “jamás hombre alguno ha hablado como este hombre” (v.46). A estos fueron los primeros que los fariseos combatieron y los acusaron de ingenuos y “engañados” (vv.47,48); y mintieron diciéndoles que de los gobernantes nadie había creído, o sea que ninguna persona digna, de la estatura de ellos, que fuera importante en la sociedad se había convertido en su discípulo. Los engañadores eran ellos y no “aquel engañador” como llamaban a Jesús (Mt. 27:63). Jesús sí tenía Jesús simpatizantes entre los gobernantes. No mucho después había “mujeres nobles no pocas” (Hch. 17:4). Es cierto que no ha habido muchos nobles pero sí algunos (1 Co. 1:6). Chuza el intendente de Herodes fue otro (Luc. 8:3). Y Nicodemo que lo tenían enfrente, aunque escondido y como defensor del Señor, era uno de sus admiradores de él como maestro, y muy seguro que había venido de Dios como maestro (Jn. 3:2).

La iglesia debe evitar sus divisiones por causa de sus enemigos y buscar un medio de transmisión doctrinal hacia los simpatizantes y admiradores de Jesús que son los que están más cerca del reino de los cielos que otros gobernantes. Ya hace rato que la definición correcta de Jesucristo la tenemos y ahora lo que toca es transmitirla, y elevarla porque se ha dejado de hacerlo a los gobernantes, y ella dejarse de divisioncillas internas y orar por los nobles, y hacerles cartas como hizo Calvino y dedicarles comentarios bíblicos, léanlos o no.

El diablo hace todo lo posible porque los simpatizantes en las esferas altas de la sociedad y del gobierno dejen de serlo y no obstaculicen las labores contra Jesús que sus enemigos están haciendo a esas mismas alturas. En las escuelas, prensa, radio, cine y televisión. Es importante orar por Chuza el intendente de Herodes para que controle a los judíos anticristianos y no prohíba a su familia cooperar con el cristianismo. Si en Tesalónica hay muchas mujeres nobles que simpatizan con Jesús y abrazan sus enseñanzas es muy posible que sus maridos, las esposas de otros maridos, y quién sabe cuántos más podrían convertirse y evitar que a golpe de leyes, con la excusa de igualdad religiosa, reduzcan a cero la influencia social cristiana. Y “si no sirven para ser cristianos” por lo menos que ayuden a los cristianos.

Y hasta la esposa de Pilato si hubiera creído en Jesús no por una pesadilla y en esas vaporosas impresiones nocturnas sino porque algunos aparte como Aquila y Priscila les hubieran explicado mejor el evangelio, tal vez el procurador hubiera hecho algo más que lavarse las manos cuando el cristianismo iba a ser crucificado. Los alguaciles, desmentidos los fariseos, pudieran influir en los altos mandos del ejército y oponerse a “si no preguntan no lo digas” y dejar fuera de combate a los afeminados y los que se echan con varones. Esos admiradores de Jesús, pronto más que tarde, deben oír las buenas definiciones de Jesús que ya están en los labios de muchos de la iglesia y dejen de ser nada más que simpatizantes, a veces escondidos y haciendo famélicas defensas, porque virtualmente podrían llegar a ser discípulos fuertes y completos en la corte Suprema, el Congreso y la Presidencia, que se han ido llenando de ateos, agnósticos, y más admiradores de Mahoma que de Jesucristo.

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