Israel, Sus Libros y su Mesías




Hojeando libros leídos me entusiasmé con la divinidad de Jesús, y quise saber lo que pensaban de eso los hermanos antes del concilio de Nicea (325 d.C). Me sentí muy contento con lo que supe pues echa por tierra las acusaciones de los Testigos de Jehová, y otros, que la divinidad de Cristo fue una idea de, emperador Constantino. Pues resulta que en ese concilio sólo se confirma lo que ya la iglesia conocía y aceptaba, que Jesucristo era Divino-Humano. No se había popularizado antes por motivo de las persecuciones y porque eran pocos los que disentían.

Hay algunas cosas que confirmé: Los líderes, y por supuesto los hermanos del primero y segundo siglo TENIAN A JESÚS COMO DIOS y lo declaraban sin temer que rompieran su monoteísmo. No sufrían debilitamiento de la fe en ese sentido ni tenían problema de conciencia. EL VERBO SE HIZO CARNE (Jn 1:14) y quien veía al Hijo, como era la Palabra encarnada, veía al Padre (Jn 14:9).

Ireneo, en el segundo siglo (115-190) en su libro Contra las Herejías XI, escribió:

“La iglesia, aunque dispersa por todo el mundo, aun en los confines de la tierra, ha recibido de sus apóstoles y discípulos esta fe…un Dios, el Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, y el mar y todo lo que en ellos hay, y un Cristo Jesús, el Hijo de Dios quien se encarnó para nuestra salvación y ha de venir de la gloria para reunir todas las cosas en uno, para que Cristo Jesús, nuestro Señor, Y DIOS, y Salvador, y Rey, según la voluntad del Padre, delante de él se doble toda rodilla…”.

También leí en la Epístola de Ignacio a los Efesios, lo siguiente:

“Hay un solo médico, de la carne, sin embargo espiritual, nacido, sin embargo no engendrado, DIOS ENCARNADO, genuina vida en medio de la muerte salido tanto de María como DE DIOS”, Jesucristo, nuestro Señor (7:2). Y en otra Epístola a los Trallianos dice: “Esto harán, no siendo orgullosos sino manteniéndose muy cerca de NUESTRO DIOS, JESUCRISTO” (7:1).

La función histórica de Israel es una función cristiana (Compara Mt 2:15 con Oseas 11:1; el mejor representante de Israel es Jesús). Moisés y Elías hablan de “la ida de Jesús a cumplir en Jerusalén” (Lc 9:31). Israel ofreció la carne de Jesús, su pesebre, un hogar en Nazaret y una cruz. Ese es el aporte a Jesús y así conocimos a Jesús “según la carne”. Pero ya no lo conocemos así. Es más que eso.

Esas palabras me hicieron saltar y cantar de alegría. Los cristianos apostólicos creían en la divinidad de Cristo, antes del Concilio de Nicea (325 d.C), creían que era igual que el Padre en sustancia y que era Dios, el misterio manifestado en carne (1Ti 3:16).

Jesús es el Hijo encarnado de Dios, no sólo es el “salvador de los judíos”, de su pueblo, sino Universal, “lleno de gracia y de verdad”. Persiste su naturaleza humana en su Persona, pero unida a su naturaleza Divina. Así tenemos a Dios “manifestado en carne” con nosotros, “Emanuel” (Mt 1:23). Si es “Dios” “sobre todas las cosas” (Rom 9:5), si es “Dios” “manifestado en carne”, no cometemos idolatría adorándolo, como si fuera otro dios, o un dios menor, o un dios semejante pero no “Coigual” con el Padre.

Jesús de Nazaret no fue un simple instrumento dispuesto para descargar la ira divina sobre él para obrar nuestra justificación y redención, sino que “Dios estaba en Cristo” (2Co 5:19), Dios mismo se hallaba en el Hijo en la cruz, muriendo en la persona de su Hijo. La cruz no es una violenta injusticia del Padre. El Substituto es de su misma sustancia, no una creación. No es sólo un medio para allegarnos al Padre sino que en él “habita corporalmente la plenitud de la Deidad” (Col 2:9). ¿De qué otro hombre se ha dicho eso? De ningún otro. Si en él habitó la plenitud de la Deidad, la Deidad plena, toda, ¿qué es si no Dios? Y “sobre esta Roca” se edificó su iglesia (Mt 16:16-18).


Otra cosa importante que sirve para entender la hermenéutica apostólica y nosotros seguir su sistema, es su exégesis cristocéntrica porque INTERPRETABAN EL A.T. POR JESÚS Y NO A LA INVERSA. Van de Jesús a Moisés, no de Moisés a Jesús, de Jesús a Isaías y no de Isaías a Jesús. Y por supuesto, dejaban de lado todas las ceremonias de la ley, haciéndome pensar que el mundo cristiano en eso era “paulino”, o sea, que LAS DOCTRINAS ENSEÑADAS POR PABLO SON EL CRISTIANISMO PURO y por lo tanto, toda la Biblia, no sólo el resto de los autores del N.T. debe ser interpretada por el apóstol Pablo; y como esa forma de pensar dirigió mi exégesis con respecto a todo el N.T. y particularmente Apocalipsis del cual escribí un libro, el asunto me entusiasmó más.


Ignacio en la Epístola a los de Filadelfia dice:


“Les ordeno que no hagan las cosas como en un cliché sino como discípulos de Cristo. Cuando oigo algunos decir: “Si yo no lo encuentro en los documentos originales no creo en el evangelio”. Y yo les respondo, “como está escrito, que ellos tuercen la Escritura”. PARA MI JESUCRISTO SON LOS DOCUMENTOS ORIGINALES. EL ARCHIVO ORGINAL SON SU CRUZ, SU MUERTE Y RESURRECCION de lo cual nos viene la fe en él” (8:2).

Y en la epístola de Bernabé, que por un tiempo algunas iglesias la incluyeron en el canon de la Escritura y data del año 130 a.C., leemos la cristiana exégesis que su autor hace de los libros del A. T., y aunque no podamos seguir en todo sus forzadas interpretaciones, y aunque el libro parece muy gnóstico, es admirable y provechoso el esfuerzo que hace por poner a un lado el judaísmo, su rompimiento definitivo con él y llamándole religión falsa, y su interpretación cristiana de toda la ley y los profetas, y que el A.T. es un libro cristiano y no judío.
El A.T. es inferior a Jesús, sus libros son hermanos menores de los evangelios y cualquier creyente en el reino de la gracia es superior a ellos (Mt 11:11). Dios nos habló en otro tiempo por los profetas pero ahora nos ha hablado por el Hijo (He 1:1,2). Y eso fue lo que hice en mi exposición de Apocalipsis, el libro de un Desterrado, tratar de obviar el judaísmo de su autor o a lo sumo someter sus sombras a la materia de la gracia en Jesús (He 8:5; 10:1). Y es por eso que soy uno de los cristianos menos ceremoniales del mundo.

Este asunto se lee también en epístola de Ignacio a los Magnesianos. Ignacio fue informado por una delegación de hermanos de lo que estaba pasando en la iglesia allí. Y él les responde que:

“Si continúan observando el judaísmo, admitimos que nunca han recibido la gracia. Los divinos profetas vivieron como Cristo Jesús y esa es la razón por la que fueron perseguidos, porque siendo inspirados por el Espíritu de Cristo Jesús y tratando de convencer a aquellos inconversos que Dios es uno, se ha revelado en su Hijo Jesús como la Palabra…” (8:1,2).

Con respecto al domingo como día del Señor y no el sábado dice: (Y esto léanlo con interés los que simpatizan con las doctrinas Adventistas del Séptimo Día, que lo correcto es preguntarle a Jesús qué quiso decir Moisés y no adaptar lo que dijo el Señor para que coincida con la ley):

“Aquellos que en otro tiempo vivieron de acuerdo a esas prácticas (judías) arribaron a una nueva esperanza. Cesaron de guardar el sábado y vivieron conforme al Día del Señor, en quien nuestras vidas como la de ellos brilla, gracias a su vida y su muerte, aunque algunos niegan esto… y nosotros continuamos siendo discípulos de Jesucristo nuestro solo Maestro. ¿Cómo nosotros podremos vivir sin él si aún los profetas que eran sus discípulos por su Espíritu aguardaban en él como Maestro?”. (9:1,2).


Así que ya tan temprano como el segundo siglo los cristianos afirmaban que el A.T. era un libro cristiano y no judío. Y va más allá todavía diciendo:


“Es monstruoso hablar de Jesucristo y vivir como judío. El cristianismo no cree en judaísmo sino el judaísmo en cristianismo. Gente de todo el mundo ha venido a creer eso y así ha sido unida a Dios” (10:3).


Lo importante de esto es que Jesucristo para aquella temprana generación representaba la llave de la interpretación de la Escritura, y se aproximaban a ella con la historia de Jesús y hacían de sus homilías y enseñanzas un material cristocéntrico. En eso seguían la línea y celo del apóstol Pablo, y se escandalizaban como él cuando algunos les hacían cambios al evangelio y lo convertían en “otro” “diferente”, habiendo así ellos “caído” de la gracia (Ga 1:16-19; 5:4). Jesucristo es la llave del reino de los cielos y por lo tanto de la Escritura. Se va desde él hacia el A.T. y no a la inversa. Aquellos son sombras y él es la realidad.
Por eso notamos que en la hermenéutica apostólica ellos adaptaban los textos y los acomodaban en forma o sustancia, como fuera, a la vida y enseñanzas de Jesús, fueran sucesos históricos, leyes, ceremonias, cualquiera, trataban de encontrar en todo eso lo que había allí dentro de Jesús porque entendían que Israel había existido y perdurado hasta “el cumplimiento del tiempo” cuando Dios enviara a su Hijo “nacido de mujer, nacido bajo la ley”. Jesús es nuestra esperanza de gloria.

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