El Sumo Intercesor

Hebreos 7:26-28 (LBLA)

Porque convenía que tuviéramos tal sumo sacerdote: santo, inocente, inmaculado, apartado de los pecadores y exaltado más allá de los cielos, [27] que no necesita, como aquellos sumos sacerdotes, ofrecer sacrificios diariamente, primero por sus propios pecados y después por los pecados del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, cuando se ofreció a sí mismo. [28] Porque la ley designa como sumos sacerdotes a hombres débiles, pero la palabra del juramento, que vino después de la ley, designa al Hijo, hecho perfecto para siempre”.

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El sacerdocio de Jesús es superior primero en relación con su persona por cuanto es santo, inocente, inmaculado, apartado de los pecadores (v.26). Nota que el requisito primario de todo ministro es su santificación. Las otras cualidades que pueda tener tienen que tener a ésta como base. La santidad es lo primero de uno que está a favor de los hombres y vive para interceder por ellos. Vale la pena detenernos unos minutos para examinar cada una de sus virtudes con que se le recomienda. Observa que difícilmente puede ser hallado otro hombre que posea esas características, por lo menos en grado de perfección y en continuidad. Jesús siempre fue así. Ni una sola vez en su vida dejó de ser santo; y eso lo logró por su naturaleza y por sus ejercicios espirituales, por su origen celestial pero también porque dedicaba muchas horas a orar y estar en comunión con Dios. y su vida espiritual, pienso, era fuerte porque no se retiró de en medio de los pecadores pues los recibía y con ellos comía, incluso era tocado por ellos y oprimido. Esa es la meta de todos sus discípulos: Vivir en el mundo sin ser del mundo. En segundo, el lugar donde oficia como sumo sacerdote: Más allá de los cielos, es decir, en el trono de Dios (v.26), más allá de los cielos, o “más exaltado que los cielos”. Pablo dice cómo. Dejando detrás suyo su estado de humillación (Flp 2.5-11); y por ende ya no es tocado más por la muerte puesto que la suya consistió en ofrenda y sacrificio por el pecado de los hombres. En ese estado de inmortalidad no necesita relevo y en la resurrección certificó Dios que la aceptaba como ofrenda y expiación por los pecados.

En segundo lugar lo ventajoso que para nosotros es el cambio de Jesús como sumo sacerdote celestial. En primer lugar piensa en la desgracia que tendríamos actualmente si no hubiera ocurrido la crucifixión, muerte y resurrección y ascensión de Jesús. Ya todo aquello se terminó hace muchos siglos. No tendríamos a ningún mediador entre Dios y los hombres. Dios sería algo inalcanzable. Sin templo, sin sacerdotes y sin sacrificios. Pero Dios previó que todo eso habría de desaparecer y lo hizo desaparecer. Ahora en la confianza que podemos tener en esa clase de sumo sacerdote que no necesitó ofrecer por sus propios pecados primero para luego ofrecer por los ajenos. Porque aquellos tenían que confesarlos so pena que se les olvidar alguno o que no los confesara todos, o que no los confesara bien. Uno tendría que decirle “por favor acuérdate primero de tus pecados y después de los míos”; y en eso había repetición, pero con Jesús no pasa eso, ya la mediación está hecha para todo aquel que por él se allega a Dios. No hay motivo de preocupación con eso. Y no hay defecto en la ofrenda mientras que en aquellos sacrificios el sumo sacerdote podía estar ofreciendo, sin darse cuenta, una ofrenda que en alguna parte tenía defecto, o no era suficiente como para reclamar la reconciliación y el perdón. Pero no es el caso de Jesús. Su ofrenda es perfecta y suficiente.

Y por último, en tercer lugar, el texto contiene un requisito para todos los que interceden por otros a Dios, que ofrezcan primero por sus propios pecados y después por aquellos por los cuales intercedan. No olvides la confesión antes que comenzar tus peticiones. Que tu intercesión no halle ningún obstáculo en ti. Que Dios no diga “no puedo concederte lo que me pides para otro porque no has pedido para ti mismo primero, pídeme primero por ti y luego te oiré lo que quieres para los demás, quita primero la viga de tu ojo”. Y en segundo lugar expresa el Señor mucha condescendencia con los que interceden por los otros por cuanto sabiendo de antemano que son débiles hombres les permite ministrar y rogar por los pecadores. Y Dios lo hace a propósito para que aquellos que intercedan por los otros sepan cómo hacerlo y con el espíritu apropiado por cuanto están rodeados de debilidad, y aquello que piden para otros lo piden como si fuera para ellos mismos. Las debilidades de esos ministros no es un obstáculo sino más bien, algo dejado a propósito para que seamos buenos intercesores, si ellas son confesadas y perdonadas, y en eso el pueblo tiene que mostrar la misma condescendencia con sus ministros intercesores. No son perfectos.

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