Levanta tus ojos al cielo a ver si puedes ver a Dios




SALMO 95:6
“…arrodillémonos ante nuestro Hacedor”.

 Oh alma orgullosa, corazón endurecido, que Dios sea tu creador ¿no es suficiente motivo para postrarte ante él? No sólo que es inmensamente superior a ti, sino que tú le debes tanto. ¿Por qué te pide Dios adoración? ¿No es por lo orgulloso y endurecido que eres? Porque el centro de tu infelicidad eres tú. Si no fueras tú, tu propio ídolo, serías dichoso. Pero, no es por gratitud que te pida la alabanza sino porque es tu único remedio, la renuncia a creerte un dios, un señor, el dueño y amo de la creación. Hombre ¿no ves que estás descentrado? Has hecho alrededor de ti tu órbita, y como ya desfalleciste de intentar ser bueno, has puesto aparte la moral y te juzgas a ti mismo por lo que puedes hacer. Ese es el problema para adorar a tu Hacedor, la soberbia que te hincha por tu posición en la creación, y eres tú quien quiere que seas adorado y no otro que te hizo. Tu más grande idolatría eres tú. ¿No sabes que lo que tienes lo recibiste? ¿Por qué te glorías? Por eso no quieres otra religión que no sea tu humanismo, tu hedonismo, tu narcisismo (1 Co. 4:7; Efe. 2:8,9). Levanta tus ojos al cielo a ver si puedes ver a Dios.

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