El nacimiento del Rey de los Pecadores


Mateo 1:18-25 (LBLA)

“Y el nacimiento de Jesucristo fue como sigue. Estando su madre María desposada con José, antes de que se consumara el matrimonio, se halló que había concebido por obra del Espíritu Santo. [19] Y José su marido, siendo un hombre justo y no queriendo difamarla, quiso abandonarla en secreto. [20] Pero mientras pensaba en esto, he aquí que se le apareció en sueños un ángel del Señor, diciendo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que se ha engendrado en ella es del Espíritu Santo. [21] Y dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque El salvará a su pueblo de sus pecados. [22] Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había hablado por medio del profeta, diciendo: [23] He aquí, la virgen concebira y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre


Emanuel[1].



[1]EMANUEL El mismo Mateo nos da la traducción, “Dios con nosotros”, porque lo que quiere acentuar no es tanto la conexión escritural con el hecho histórico de Isaías 7:14 sobre la promesa del Mesías futuro. Aunque basa el nacimiento de Cristo sobre la profecía hecha al rey Acaz, su persistente interés es la teología del nombre y por eso toma el trabajo de hacer la traducción cosa que en el texto del profeta no se hace, ni hacía falta tampoco.

No explica Isaías quien era la virgen ni el niño contemporáneo porque el deseo de la profecía es dejar constancia del Mesías que vendría. Pudiera ser que ni aún el niño fuera un elemento importante para aquel entonces porque de todos modos la fecha de la caída de Israel ya está determinada, (v.8) y con dificultad concuerda con lo que dice en los (vv.14,15) ya que ni el propio Acaz viviría para verlo.

Y ¿qué clase de señal podría ser un niño cuya madre no se sabe quien sería, ni el lugar de su nacimiento? ¿Cómo buscarlo por todo Israel? El antitipo nacería cientos de años después.

Lo que se dice sobre el alimento no tiene más que el propósito de confirmar la profecía, en base no a su aparición inmediata sino futura.

Pero Mateo no se mete en ese laberinto porque para él lo importante es el significado teológico del nombre “Dios con nosotros”. ¿En qué sentido? ¿Un acompañante? No, porque no haría falta recurrir al texto de la señal y la virgen.

Hay una única conexión entre Emanuel y el nacimiento virginal de Cristo, la encarnación de la Deidad. Mateo no quiere decir que en aquella concepción milagrosa se hallaba presente Dios, ni que él le haría compañía sino que Dios estaría en él. El mayor milagro no sería la forma de la concepción sino la Persona concebida.

El hecho que Mateo escribe para judíos que hablaban el judaico no lo detiene para traducir el nombre, porque considera más importante subrayar la esencia del ser que nacía. La misión del niño se revela por este nombre, Jesús, Salvador, y su esencia en este otro, Emanuel.

Jesucristo nunca fue nombrado entre su familia y amigos con el nombre Emanuel, él mismo se llamó, Hijo del Hombre, porque Emanuel no es para llamarle de ese modo sino para describirlo de ese modo. Emanuel es nombre de Deidad y no de hombre.

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El exclusivo Jesús

Mateo ha terminado de escribir la genealogía de nuestro Señor. Ha utilizado muchas veces la palabra “engendrar” para referirse a la humana concepción de aquellos monarcas, cual debe hacerse de quienes eran exclusivamente hombres pero al llegar al v.16 y nombrar a José, sale de súbito el nombre de María en el escenario. Se da curso a contar el nacimiento de Jesús pero la palabra clave, “engendró” ya no se escribe.

Conoce Mateo que está obligado a dar una explicación, v.18. Su Jesús forma parte de aquella genealogía pero no totalmente, hay algo que lo hace exclusivo y lo pone distintamente separado: su asombrosa concepción.

El Rey de Israel está unido por la carne a todos aquellos seres humanos, pero es superior a ellos en algo, que no es sólo hombre. Mateo apenas le dedica media línea al nacimiento de aquellos reyes, sin embargo, a su propio Rey, Jesucristo, se complace en dedicarle muchos, explicando con abundancia de palabras su bendita aparición en este mundo.

Origen divino del Rey

El autor es muy cuidadoso y enfático y nos dice claramente que no usó la palabra “engendró” cuando mencionó a José porque Jesucristo no fue hijo de él sino del Espíritu Santo. Eso tiene que explicarlo porque es algo único, (v.18). No hay ningún precedente en el Antiguo Testamento; así no nació Samuel, ni Isaac o algún otro, aquellos fueron milagros en que la naturaleza estéril fue fortalecida para concebir. Lo que Dios hizo con ellos fue hacer posible el nacimiento siguiendo las leyes de su creación.

Cuando Mateo afirma que Jesucristo fue engendrado por el Espíritu Santo no pone el énfasis en el parto, ni siquiera lo cuenta como para glorificar a Dios con un milagro, su propósito es teológico y no biológico, es escribir el origen de aquella misteriosa Persona, indicar su procedencia y la relación filial que guardaría con el Espíritu de Dios.

En otras palabras, Mateo no quiere decirnos solamente que la forma de su nacimiento es de origen divino sino que la Persona misma tiene idéntico origen, que el ser Hijo de Dios de este modo equivale a una encarnación, a ser igual a Dios, a tener una esencia y una sustancia como la de El.

Una evidencia de veracidad

José es presentado por Mateo como una irrefutable evidencia de la veracidad de su relato, (vv.19-21). Mateo no está en capacidad para explicar íntimamente como Jesús fue engendrado por el Espíritu Santo, la divina concepción es un puro misterio. No se puede describir la encarnación del Hijo de Dios.

Pero Mateo sí puede hacer algo importante, contar los sucesos históricos hasta donde él los conoce y si ellos fueran usados por la Providencia, serán suficientes para dar fe en su historia. Demuestra la divinidad de Jesucristo históricamente y sin especulaciones.

Yendo directo al texto, nota lo que pudiera ser una reacción psicológica de José. Reaccionaría como un hombre normal y además dignamente. Cuando supo que María estaba embarazada, habiéndoselo contado ella posiblemente, descreería la narración. Ningún hombre “justo” como se le describe a él, hubiera aceptado el descubrimiento sin alarma.

Su actitud de romper secretamente el desposorio revela que no lo hacía tanto por humillación propia, ni por vergüenza de su virilidad herida por alguna traición, ni por venganza. Si no deseaba continuar con María sin hacer ruido es por razón de ella misma, para no difamarla.

Si José no hubiera reaccionado de ese modo podría haberse pensado que era un hombre de súper fe o que la criatura era suya. Mateo quiere demostrar con eso que no hubo tal cosa y para confirmarlo en el v.25 dice que no hubo relación íntima entre los esposos no sólo antes del embarazo ni aún mientras este duraba.

Si José vio con sus ojos a su compañera embarazada antes que ella se lo dijera, lo que es improbable por el tiempo que ella tenía, en su reacción debió pensar que era de otro, una gran duda, una negra sospecha tenía que brotar en su pecho y Dios tener que quitársela. Si Jesús no era hijo de José ni de algún otro, ¿de quién pues?

Al José no querer infamarla probablemente él tampoco pensaba que podía tratarse de una traición. Esto hace pensar que él suponía en su compañera elevadas cualidades morales y no quiso que con su repudio alguna mancha cayese como una infamia sobre su vida. Si así fuera su duda no es humana ni carnal sino teológica, no recibiendo la historia pero sin atribuirle a ella mentira. Si la repudiaba públicamente era una condena tácita a un acto de traición, si se alejaba en silencio podría pensarse de él como un villano pero ella seguiría siendo amada y compadecida.

Dios confirma la historia

Cuanto más confundido se hallaba José se le aparece el Señor en sueños (con razón si no aceptó la aparición a María) (v.20) “pensando en esto”, quiere decir que le daba vueltas y vueltas en su cabeza al asunto, le parecía verídica la historia pero no contaba con ningún hecho idéntico en la historia de su pueblo.

El ángel le dice “no temas recibir a María tu mujer” ¿Qué podría temer? Que la historia no fuera cierta. ¡Pobre José! Es un modelo de hombre digno pero no de fe. Y es precisamente el hombre que el Señor escoge para esposo de María porque sus dudas harían resaltar la veracidad de Dios. ¡Qué sabia la providencia!

El ángel va directo al dilema, ¿de quién era hijo el niño? ¿Realmente de Dios? Del Espíritu Santo. Era un “sueño” enviado por Dios con todas las fuerzas de una revelación, de otro modo el que había rechazado la aparición del ángel más fácil esto desecharía, si aceptaba su sueño no podía rechazar la anunciación a María.

Es indudable que oyendo las historias de Dios no es suficiente hasta que él mismo interviene y nos hace creerlas. Mateo da mucha importancia a la experiencia de José y piensa que es excelente para aceptar el origen divino de Jesús.

Puede usted estar seguro que todos los relatos bíblicos están escritos no siguiendo fábulas artificiosas sino de un modo histórico, que el examen imparcial de ellos es suficiente para tener fe en lo que enseñan, y para que creyendo tengamos la vida eterna.

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