Pablo, un Respetuoso Creyente


Hechos 25:1-12 (LBLA)

Festo, entonces, tres días después de haber llegado a la provincia, subió a Jerusalén desde Cesarea. [2] Y los principales sacerdotes y los judíos más influyentes le presentaron acusaciones contra Pablo, e instaban a Festo, [3] pidiéndole, contra Pablo, el favor de que lo hiciera traer a Jerusalén (preparando ellos, al mismo tiempo, una emboscada para matarlo en el camino). [4] Pero Festo respondió que Pablo estaba bajo custodia en Cesarea, y que en breve él mismo partiría para allá. [5] Por tanto, dijo, que los más influyentes de vosotros vayan allá conmigo, y si hay algo malo en el hombre, que lo acusen.
[6] Después de haberse quedado no más de ocho o diez días entre ellos, descendió a Cesarea, y al día siguiente se sentó en el tribunal y ordenó que trajeran a Pablo. [7] Cuando éste llegó, lo rodearon los judíos que habían descendido de Jerusalén, presentando contra él muchas y graves acusaciones que no podían probar, [8] mientras Pablo decía en defensa propia: No he cometido ningún delito, ni contra la ley de los judíos, ni contra el templo, ni contra el César. [9] Pero Festo, queriendo hacer un favor a los judíos, respondió a Pablo, y dijo: ¿Estás dispuesto a subir a Jerusalén y a ser juzgado delante de mí por estas acusaciones? [10] Entonces Pablo respondió: Ante el tribunal del César estoy, que es donde debo ser juzgado. Ningún agravio he hecho a los judíos, como también tú muy bien sabes. [11] Si soy, pues, un malhechor y he hecho algo digno de muerte, no rehúso morir; pero si ninguna de esas cosas de que éstos me acusan es verdad, nadie puede entregarme a ellos. Apelo al César. [12] Entonces Festo, habiendo deliberado con el consejo, respondió: Al César has apelado, al César irás.


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De nuevo el apóstol Pablo está en peligro de muerte. Los judíos enterándose que Festo estaba en la ciudad acudieron a él con el propósito de engañarlo y utilizarlo para darle muerte al apóstol cuando trasladaran desde Cesarea a Jerusalén; pero el astuto gobernador ya sea que se diera cuenta del peligro que corría el peso si complacía los judíos o que quiso respetar la autoridad dentro de la jurisdicción de Félix, no accedió a la petición y por el contrario los invitó, a los que pudieran, que se trasladaran con él a Cesarea y formular ordenadamente los cargos que tuvieran en su contra. Así ocurrió el grupo que fue no pudo sustentar ningún crimen que justificara el encarcelamiento por la ejecución de Pablo. Festo sustituyó a Félix que había sido removido de su cargo por crímenes que se les imputaban.

Aunque el pasaje es algo extenso no contiene mucho más que lo que ya he dicho. El apóstol es seguido con odio desde Jerusalén a Cesarea. Obsérvalo cómo se defiende solo sin la ayuda de algún abogado sino con el Espíritu Santo. Demuestra que es un buen ciudadano y su testimonio como cristiano no es dañado porque se encuentre preso y porque tenga quienes le acusen porque lo hacen sin pruebas, y no pudieron conseguir pruebas porque no existían. Si las hubiera habido las habrían obtenido. Si en todas las cosas uno tiene buena conciencia, y Dios le es testigo, puede alegrarse de que todos los hombres hablen mal, que la calumnia y la difamación no pueden ser sustentadas. De lo único que disponían era de la verdad y para eso tenían que tergiversarla, y eso hicieron.


Hay tres áreas donde el cristiano debe ser hallado "sin culpa". En primer lugar mostrarse respetuoso para los libros y las creencias religiosas de otras personas, y si tiene que hacer referencia a ellas y mostrar divergencia, debe hacerlo con ese espíritu. El apóstol Pablo siempre mostró un solemne respeto hacia la Escritura judía no para encontrar errores dentro de ella sino al contrario, para confirmación en el cristianismo, y además sentía que tenía el derecho dado por Dios a interpretar ese santo Libro conforme Dios lo alumbrara y específicamente el Espíritu Santo. Eso es lo que llamamos libertad de conciencia y el sacerdocio universal del creyente, que tiene “la unción” del Santo para interpretar los documentos inspirados por Dios. El cristiano respeta sus propios libros y los de los otros. Los que piensa que son verdaderos y los que cree que son mitos y leyendas. Por eso dice que no ha faltado en nada a la ley de los judíos. El en su defensa dijo que no había cometido ningún delito contra la ley de Moisés para que ellos se sintieran religiosamente ofendidos y quisieran matarle por hereje. Gracias a Dios no había ninguna ley romana que sirviera para complacer en ese sentido a los judíos, que hiciera mención que cualquiera que la violara fuera penalizado y recibiera alguna clase de penalidad. La sociedad romana era una sociedad mayormente democrática y secular, o pluralista, y permitía que cada comunidad tuviera sus propios dioses. En las sociedades occidentales actuales pasa lo mismo, los ciudadanos son libres para profesar o no la religión que quieran, exceptuando en el este asiático musulmán.


En segundo lugar el cristiano debe ser respetuoso para los sitios sagrados de otros creyentes que tienen creencias similares o distintas. Pablo dijo ante el gobernador que tampoco había profanado el lugar sagrado de los judíos, el templo. Y así era. Es cierto que lo había visitado pero para adorar a Dios, y fue como lo encontraron. Pablo creía que aquel lugar era un sitio de oración y si lo encuentran adorando es que no lo está profanado sino al contrario, está mostrándole el máximo respeto. Y es ese el espíritu que debe penetrar al visitante cristiano aún cuando se encuentra en un sitio religioso, tenido por sagrado por creyentes de otras religiones. El tiempo cuando Jehová autorizaba la destrucción física de esos lugares ha pasado y si bien los cristianos no acuden a esos lugares para adorar a su Dios cuando ocasionalmente los visitan, no dan motivos para herir la sensibilidad religiosa de los que los construyeron. Sea el Muro de los Lamentos o las mezquitas de Alá. Pablo dijo en otra ocasión "veo que en todo sois muy religiosos" y predicó el monoteísmo. Con respeto.


Ni tampoco, confesó él, había pecado contra del César o sea, políticamente había respetado a la autoridad civil, y ni en palabra ni en hechos se podría decir que era un sedicioso y trastornaba el orden político establecido. Eso no quiere decir que no tuviera su ideología social, que dicho sea de paso, cuando leemos el N. T. lo encontramos más bien cooperando con el sistema político en vez de confrontarlo. Siempre se mostró como un buen ciudadano romano, nacido en una de las provincias del imperio, en Tarso. Y obrando así y enseñando eso en las iglesias, las ayudaba para que coexistieran en cualquier régimen político, y en cierta medida fueran tolerados. El cristiano puede apelar a sus derechos cuando vive dentro y no fuera de la ley de su país. Si ésta no se opone a su conciencia cristiana. Si un creyente vive al margen de la ley no puede utilizarla a su favor. El evangelio predicado por Pablo que conocemos como el paulinismo, es enfáticamente teológico, cristocéntrico y pragmático e intensamente moral. El énfasis exagerado del humanismo y el tomar las enseñanzas de Jesús como aliadas de un partido político, es descentralizar el punto fijo alrededor del cual se mueve el evangelio. No es el cristianismo el que se debe acomodar a la política de turno sino los políticos al cristianismo. La política ha de tomar prestado del cristianismo y no a la inversa. Pablo negó que fuese un caudillo del orden social y afirmó que estando dentro de la ley sostenía que Jesús, quien los judíos decían que estaba muerto, se hallaba vivo.

El apóstol temiendo, o viendo la posibilidad que los judíos lograran sus deseos y fuera llevado a Jerusalén, convocó una autoridad superior a Festo, la del César, y apeló para que su caso fuera juzgado en persona por el emperador, y esta maniobra jurídica frustró cualquier intento de trasladarlo a otro sitio que no fuera a Roma, y a Roma fue enviado.

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