Jesús y la corrupción mental

Marcos 7:1-30

14 Y llamando a sí a toda la multitud, les dijo: Oídme todos, y entended: 15 Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre. 16 Si alguno tiene oídos para oír, oiga. 17 Cuando se alejó de la multitud y entró en casa, le preguntaron sus discípulos sobre la parábola. 18 Él les dijo: ¿También vosotros estáis así sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar,19 porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina? Esto decía, haciendo limpios todos los alimentos. 20 Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. 21 Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios,22 los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez.23 Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre. 24 Levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón; y entrando en una casa, no quiso que nadie lo supiese; pero no pudo esconderse. 25 Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se postró a sus pies.26 La mujer era griega, y sirofenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio. 27 Pero Jesús le dijo: Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. 28 Respondió ella y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos. 29 Entonces le dijo: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija. 30 Y cuando llegó ella a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija acostada en la cama”.


Jesús enseñó, aun teniendo en cuenta su amabilidad, la total corrupción del corazón humano, aunque cause náuseas y humillación. Según la realidad de como Jesús nos miraba por dentro, lo que metemos y sacamos, “la jactancia queda excluida”. Una religión humana que abarque sólo formas,comidas, días festivos, y ritos o cumplimientos de deberes, puede convertir a sus seguidores en arrogantes, pero jamás el evangelio de Jesucristo. Las buenas nuevas de la gracia anunciadas por Jesús no se encuentran en una teología adulona que suaviza la catástrofe que produjo la caída de Adán, y dice hallar dentro del corazón del hombre alguna cosilla que haya quedado sana.


Jesús no dibujaba de forma romántica el corazón humano sino más bien como algo peor a un depósito de excrementos, o un lugar árido y apartado que es lo que la palabra letrina significa. Los predicadores de teología arminiana pudieran horrorizarse al escuchar de los mismos labios del Salvador de ellos, que la mente humana hiede (el corazón, la carne, como quiera llamarle), que está completamente infestada, y que la ley de Moisés o cualesquiera otros mandamientos humanos son ineficaces para extirpar del interior de todos los hijos de Adán esos vicios y malas inclinaciones, y enderezar social y espiritualmente la conducta.


Si la evangelización de los pecadores no se aproxima a ellos con esta situación en mente, sus logros serán superfluos. La evangelización y la santificación de la iglesia deben enraizarse en la realidad que ante Dios el corazón humano está perdido, por todas esas acusaciones que Jesús le hace. La conducta humana lo que necesita es un trasplante de corazón, o una metamorfosis, lo que se llama una regeneración, la hechura de Dios de una nueva criatura.


Queda claro que la oposición de Jesús a que se enseñen mandamientos humanos, que busca darle rodeos a una total perdición, en vez de la Palabra de Dios, se debe a que se hacen nulos los resultados para los cuales Dios la envío. Invalidar el mandamiento de Dios significa no sólo una sustitución del mismo, sino que es un equivalente en resultados a dejar la personalidad humana intacta y sin cambio. Lo único que puede penetrar el corazón endurecido por el pecado humano y llegar hasta sus íntimos pensamientos y los tuétanos, es la palabra de Dios.


La imagen fotostática que Jesús hace del corazón del hombre no es de un órgano enfermo sino más bien muerto y que hiede, y todas esas cosas que menciona, malos pensamientos, adulterios, homicidios, avaricias, envidias, soberbias, cosas que se execran, son evidencias de su total descomposición. La forma de la religión solamente pule el sepulcro pero no lo limpia por dentro. Si algún escritor dijera en su ardor doctrinal que Jesús era calvinista, sería un horrible fanático, pero sí es correcto si dice que así de ese modo, con una depravación total, explica el corazón el calvinismo. Si alguno anda buscando de dónde el apóstol Pablo, cuyos escritos son el cristianismo, de dónde sacó su doctrina que el hombre nace muerto en delitos y pecados (Efe. 2:1-5), tiene que pensar que el evangelio que Jesús le reveló, y no nombre, no fue otro que el que predicó en el mundo entero (Ga. 1:11-12).


Dejando el auditorio judío Jesús se trasladó a las partes más altas de Galilea de los gentiles donde se encontraban esas dos ciudades pobladas mayormente por griegos o por "perros" como los judíos solían llamar a los que no pertenecieran a su nación (v. 27). Tal vez se recogió tan afuera de los suyos por lo incómoda que ha de haberse puesto la situación por sus últimas palabras sobre la depravación total del corazón, que chocaron profundamente contra el orgullo humano. Jesús nunca dio muestras de querer hacerse un predicador popular, y en ese sentido advirtió a sus apóstoles que desconfiaran de la fama (Luc. 6:26), que suele acompañar a las predicaciones con teologías falsas. Jesús predicaba para salvar porque era el Salvador. Su meta siempre fue tocar el corazón humano, meter su mano dentro de él y sacar toda sociedad que impidiera hacerlo su morada.


Y ya entre ese tipo de gente desconocedora de la Palabra de Dios y sin la ética de verdaderos creyentes, fue que se apareció esta mujer trayendo consigo el problema de su hija enferma, y la expuso a ella, una gentil, al mismo procedimiento de salvación, humillándola, y le llamó perrillo. Jesús califica a esta mujer del mismo modo que a su pueblo, y aunque su teología va envuelta dentro de un estuche racial, su respuesta fue superior a los de su nación, no de enojo y desacuerdo sino de asentimiento y fe. Ella quiso responderle, “sí, somos como tú nos calificas, bárbaros, sin la ley de tu Dios así nos hemos puesto, perrillos que reciben migajas, pero danos esas que te sobran de los judíos, migajas de salvación". No discutió sobre si su definición era étnica y racista, ni se sintió ofendida con la comparación sino que la tomó como una verdad espiritual y por eso fue salva, porque la salvación viene de los judíos y discutiendo sobre méritos humanos y sobre el valor de su cultura nadie va a la gloria.


Este evangelio no contiene esas palabras pero Mateo sí, Jesús le dice "oh mujer grande es tu fe" (Mt. 15:27,28); contrastando el producto de la predicación, que describe la conducta humana como completamente corrompida, a la reacción violenta de los que supuestamente ya eran hijos de Dios y no perros. A partir de ese entonces esa gente quedaba avisada y los discípulos aleccionados que el evangelio sería compartido con el mundo. Aquellos apóstoles influidos por esa clase de teología real y áspera, que con el desarrollo de los siglos ha venido a llamarse doctrinas de la gracia, contendían con el diablo por medio de la Palabra de Dios, para transformar la mente y vida de hombres y mujeres, sean judíos, griegos, bárbaros o escitas, y siervos o libres (Col. 3:11).

Comentarios

  1. Gracias pastor,que linda exposicion,alabado sea el Senor! Eso es asi;somos llaga podrida
    desde los pies a la cabeza. No es maravilloso
    que estando en esa condicion,Dios en su infinita misericordia nos injertara en el verdadero olivo?

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