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Mostrando entradas de noviembre, 2009

¿Soy mal cristiano porque como carne de cerdo?

"Que comen carne de cerdo, se quedan en los sepulcros, y en lugares escondidos pasan la noche y dicen no te acerques a mí porque soy más santo que tú".  (Isaías 65:2-5; 66. 17) . En el Nuevo Testamento hay solo dos grandes mandamientos: Amar a Dios y al prójimo como a uno mismo. En esos dos se encierran los cuatro primeros para relacionarnos con Dios y amarlo con todas las fuerzas y en los seis restantes la relación de amor con el prójimo. Lo que demuestra que se cumplen los cuatro primeros es el cumplimiento de los seis finales. El amor a Dios por el prójimo pasa. El cumplimiento de la ley es el amor. Por eso dijo Agustín de Hipona “ama y haz lo que quieras” porque el amor “no hace daño al prójimo”. La Biblia prohíbe ciertos alimentos no por cuestiones dietéticas sino religiosas. Nadie ha podido demostrarme satisfactoriamente que las leyes sobre los alimentos y los días especiales no son “sombras de cosas mejores” que estaban por v

El ateísmo judío dan ganas de llorar

Jeremías 5: 12 “Negaron a Jehová y dijeron: El no es”.  ¿Judíos ateos? ¿Descendientes del padre de la fe que no crean en el Dios de Abram, Isaac, Jacob y los profetas? No creían en la existencia de Dios por cuanto negaban que hubiera una providencia que gobernara todas las cosas, que guiara los destinos del mundo e interviniera en la vida y suerte de cada persona. Se imaginan que nada les ocurrirá porque no hay Nada.   El texto del profeta en buena traducción quiere decir que no existe , que son embustes las profecías. Oh pueblo arrogante, ¿cómo no puedes creer en Dios, con tantas evidencias y revelación? A ti nada más te ha demostrado que él existe, que es el que Soy , los de otras culturas son pamplinas (Ex. 3: 14; Deu. 32:39). Si no hay Jehová no hay Jesús, entonces no hay nada que hacer con el desesperado caso humano.   Y negando la providencia negaban la inspiración de la Biblia , negando que El haya hablado por los profetas o apóstoles es una forma de negar la existenc

Las promesas de Dios no son una estafa

Jeremías 4. 10 “En gran manera habéis engañado a este pueblo”. Las promesas de Dios no son una estafa. La gran mayoría de los comentaristas adscriben estas palabras a los falsos profetas que le prometieron en nombre de Jehová paz a su pueblo y no la tuvieron (5:12;14:13;1 Re 22.23; Eze 14.9). Quizás tengan razón pero yo también sé que hay muchas promesas que hemos podido alcanzar y no las obtuvimos no porque Dios nos hubiera engañado sino porque fuimos infieles antes que ellas se cumplieran y que estando tristes y decepcionados con lo ocurrido nos ha parecido, y francamente le hemos dicho a Dios, o lo hemos pensado dudando, que nos ha engañado, que esas bellas promesas fueron todas una ilusión. Todas las promesas de salvación son sí en Cristo pero hay otras que las cumple y distribuye la providencia y que quedan dependientes de que vivamos convirtiéndonos a él. Él ha prometido vida eterna, es imposible que Dios mienta (Tito 1.1). A menudo los

Lutero y Calvino en la Casa de Spurgeon

Unas notas sobre cómo Spurgeon vino a ser calvinista. En su visita a la catedral de San Pedro el biógrafo Lewis Drummond  dice: "…fue un momento de mucho valor para Spurgeon por su profunda admiración para la teología de Juan Calvino y eso puede demostrarse oyendo sus propias palabras: ‘Recuerdo el día cuando por primera vez recibir estas verdades en mi alma, cuando ellas fueron como Juan Bunyan dice, fueron metidas en mi alma como con un hierro caliente; y también recuerdo cómo me sentí que crecía desde un niño hasta un adulto, y así he encontrado una vez por todas la relación de estas doctrinas con la verdad de Dios. Una noche cuando estaba sentado en la casa de Dios, y esto no tiene nada que ver con el sermón del predicador porque no creía lo que estaba diciendo, me quedé pensando en cómo es que me volví cristiano . ‘Me respondí a mí mismo que fue por causa del Señor . También entonces me pregunté qué cómo es que yo empecé a buscar al Señor. La verdad fue como

¡Destruid cuatro sextos de esta cultura!

" No temas delante de ellos,  porque contigo estoy para librarte,  dice Jehová. Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca,  y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca. Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos,  para arrancar y para destruir,  para arruinar y para derribar,  para edificar y para plantar " (Isaías 1.9, 10). El Señor quiere decir: “ Con mis palabras serás poderoso como un general, serás como un ejército. Tú solo con mi mensaje”. Oh ministro, no dudes del poder de tu mensaje, la palabra de Dios es poderosa; más que cualquiera cultura. No le tengas miedo, como un niño, a tu cultura; no es con tu fuerza que ella se cambia sino con la Palabra de Dios. Fíjate en el número de las palabras: “ arrancar y para destruir,  para arruinar y para derribar,  para edificar y para plantar” . Hay más razones para destruir una cultura que par

No Señor, como ellos no

  Isaías 63: 18, 19 "Hemos venido a ser como aquellos de quienes nunca te enseñoreaste, sobre los cuales nunca fue llamado tu nombre". Otra buena traducción dice “como aquellos en quienes nunca gobernaste ”; “como  nunca hubiéramos pertenecido a tu reino y como si ignoráramos tu ley, como si nunca hubiéramos sido escritos en los cielos”. El profeta dice: “Nos has castigado como a los impíos, ya no somos tu especial tesoro, no tenemos templo, se ha roto nuestra historia, nos quedamos sin ti, sin Nombre, sin nosotros mismos. Hemos vuelto a ser ignorantes, somos paganos y las tinieblas religiosas que han cubierto a otros pueblos nos cubren a nosotros. Oh Señor no, como ellos no , vuélvenos aquí y retorna tu pueblo a tu gracia y misericordia. No queremos practicar lo que otros pueblos tienen por costumbre, no volvamos a ser lo que un día fuimos, acuérdate de tu propósito y qu

Después de él, bendíceme también

Génesis 27:34-38 “Cuando Esaú oyó las palabras de su padre,  clamó con una muy grande y muy amarga exclamación,  y le dijo: Bendíceme también a mí,  padre mío. Y él dijo: Vino tu hermano con engaño,  y tomó tu bendición. Y Esaú respondió: Bien llamaron su nombre Jacob,  pues ya me ha suplantado dos veces: se apoderó de mi primogenitura,  y he aquí ahora ha tomado mi bendición.  Y dijo: ¿No has guardado bendición para mí? Isaac respondió y dijo a Esaú: He aquí yo le he puesto por señor tuyo,  y le he dado por siervos a todos sus hermanos;  de trigo y de vino le he provisto;  ¿qué,  pues,  te haré a ti ahora,  hijo mío? Y Esaú respondió a su padre: ¿No tienes más que una sola bendición,  padre mío?  Bendíceme también a mí,  padre mío.  Y alzó Esaú su voz,  y lloró”.  Aunque le parezca una sorpresa, tomo las palabras dichas por un reprobado a su padre, como buenas para orar a Dios cuando

No le des tregua a Dios

"No le des tregua"” (Isaías 62:6, 7). Estas palabras han sido dichas en relación con la edificación y reconstrucción de la iglesia. Para eso nadie es suficiente. Una parte esencial de ese empeño es la oración. En una forma antropomórfica, como si Dios fuera un guardia que hay que a mantener despierto, se nos pide que no le demos tregua o lo que es lo mismo que no le demos ningún descanso. Recordándole que somos sus colaboradores y necesitamos “gracia sobre gracia” para poner en orden las calcinadas doctrinas de su templo, entablar sus puertas y levantar sus muros de salvación. No darle tregua en palabras apostólicas quiere decir: “Orad sin cesar” (1Tesalonicenses 5:17). Además de trabajo hacen falta muchas oraciones para reconstruir su iglesia. Jesús dijo: Lucas 11:5-9 También les dijo: Supongamos que uno de vosotros tiene un amigo, y va a él a medianoche y le dice

Una visión onírica

“ Este es mi pacto con ellos: Mi Espíritu que está sobre ti, y mis palabras que he puesto en tu boca, no se apartarán de tu boca, ni de la boca de tu descendencia, ni de la boca de la descendencia de tu descendencia--dice el SEÑOR-- desde ahora y para siempre” ( Isaías 59:21). Pensé: ¿Esto es lo que hubieran querido de Dios los cautivos en Babilonia? Pudiera ser que no. No religión sino mejora política, que se terminara el exilio y fueran otra vez económicamente prósperos. Un país nuevo. Y Dios dijo eso sí pero después. Las estructuras cambian si los hombres cambian. Y los hombres cambian si Dios los cambia. El origen de toda genuina transformación social es el Espíritu Santo y el evangelio. No la superchería religiosa ni quimeras obreras sino la pura Biblia. No les ayudó primero a salir de la crisis económica ni les arregló el gobierno. A la economía y a los políticos les lle

Sabatistas, ayunadores y culteros

Isaías 58.1-15 "Heme aquí si quitares de en medio de ti el dedo amenazador (v.9). “Si llamares el día de reposo delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares no andando en tus propios caminos, entonces te subiré sobre las alturas” (vv.12-15). Este es un pasaje bello, pero sopórteme por esta vez que use la palabra de Dios como “martillo” (Jer. 23:29); y ruego a Dios le alivie los dolores que por esculpir la imagen de Cristo yo le produzca. Ellos reclamaban a Isaías que habían cumplido su deber religioso ayunando y Dios no les había respondido. Acosaban al profeta con preguntas y reproches como si fuera gente sincera . Pero ninguna práctica religiosa es efectiva si no se vive una vida justa . La falta de contestación de Dios no tenemos que buscarla en la religión sino en el trato con el prójimo. Las oraciones del marido las estorbaba la aspereza con su mujer.

Teólogos vendidos al postmodernismo

“Cosa espantosa y fea es hecha en la tierra” (Jeremías 5: 30,31). Se refiere a la alianza perversa entre profetas y sacerdotes corruptos, la catastrófica unión entre los que representaban la voz divina y los que la ejecutaban dentro de la religión, en las ceremonias de salvación; cosa fea era esa, o más bien, terrible. Los profetas, que eran los teólogos de ese momento debían haber provisto una teología sana para la iglesia, pero lo que hicieron fue negociar la palabra de Dios para hacer firme el engaño de las multitudes por medio de los sacerdotes. Y ¿qué decían aquellos profetas? Les decían al pueblo que no se preocuparan por las consecuencias de sus pecados que todo iría bien, no saldrían cautivos a Babilonia y seguirían prosperando. Eran mentiras. Y los sacerdotes o príncipes les creían y seguían, y oficiaban con lo que les decían la supuesta voz de Dios y transmitían al pueblo una falsa seguridad por la cual vivían sin preocupaciones