Cant.
2:8-17
LA
ESPOSA:
¡Una voz! ¡Mi amado!
He aquí, él viene,
saltando por los montes,
brincando por los collados.
[9] Mi amado es semejante a una
gacela o a un cervatillo.
He aquí, se detiene detrás de
nuestro muro,
mirando por las ventanas,
atisbando por las celosías.
[10] Mi amado habló, y me dijo:
"Levántate, amada mía, hermosa
mía,
y ven conmigo.
[11] "Pues mira, ha pasado el
invierno,
ha cesado la lluvia y se ha ido.
[12] "Han aparecido las flores
en la tierra;
ha llegado el tiempo de la poda,
y se oye la voz de la tórtola en
nuestra tierra.
[13] "La higuera ha madurado
sus higos,
y las vides en flor han esparcido
su fragancia.
Levántate amada mía, hermosa mía,
y ven conmigo."
[14]
EL ESPOSO:
Paloma mía, en las grietas de la
peña,
en lo secreto de la senda
escarpada,
déjame ver tu semblante,
déjame oír tu voz;
porque tu voz es dulce,
y precioso tu semblante.
[15]
EL CORO:
Cazadnos las zorras,
las zorras pequeñas que arruinan
las viñas,
pues nuestras viñas están en flor.
[16]
LA ESPOSA:
Mi amado es mío, y yo soy suya;
él apacienta su rebaño entre los
lirios.
[17] Hasta que sople la brisa del
día y huyan las sombras,
vuelve, amado mío, y sé semejante a
una gacela
o a un cervatillo sobre los montes
de Beter.
Literal
El
marido la invita a disfrutar la temporada
“Al final de una larga espera mi Amado
saltando como los corzos y los cervatillos sobre los cerros ha llegado hasta mí
(2:17; 3:5; 8:14); y ahora siento su voz junto a mi ventana y me busca a través
de las celosías; no entra, me llama; me pide que me levante y que yo vaya a él; ya no es invierno sino primavera y yo no me había
dado cuenta que podía salir a buscarlo;
por eso me dice que salga, que disfrute con él el olor y la visión de las flores,
los cantos de la tórtola, que deje mi
agujero como la paloma escondida por la helada (vv.13,14), y le presente mi
hermosura porque hay mucho que disfrutar,
hacer en la viña, cazar las pequeñas
zorras que echan a perder la viña, y vivir el amor de la temporada en un clima
bello y sin límites”. Si tiene con qué pagar la
vacación.
Espiritual
No
se vuelva narcisista la iglesia
Señor
te ruego por el encerramiento de tu iglesia, no sólo entre sus muros como suele
decirse, sino encerrada dentro de ella
misma, porque en esta generación narcisista casi todo el mundo busca lo
suyo propio y no lo que es de tu Hijo Cristo Jesús, cada uno vive dentro de su
mundo, sus intereses, su casa, sin amor al prójimo; vivimos solos, sufrimos una
gran soledad acompañados sólo por nuestros egos, y por eso Señor nos llamas a
salir y a mirar cosas exóticas más allá de nosotros mismos donde sí hay vida, flor y cantos, y felicidad;
no podemos ser felices porque somos tan de nosotros mismos que aún a ti te
dejamos afuera, clamamos por ti pero no dejamos nuestro encierro; nos llamas a
levantarnos, a salir a buscarte no dentro de nosotros sino afuera.
Observa
que esta sufrida Esposa continuamente le pide al Esposo que venga a ella pero ni una vez él concede sus
deseos, siempre la llama a salirse de
ella (vv.10,13), a no imaginarse que
viene sino a salir a buscarlo, y le
dice “levántate” y “ven”, en una palabra sal,
“nunca entraré a tu ego, tendrás que
salir a mí, yo no quiero vivir dentro
de tu “yo” sino que tú vivas dentro del mío, cuando hagas eso entonces se
terminarán tus pesadillas y desilusiones porque estando tú en mí es como estoy yo en ti”. Ese es el misterio de la
comunión con Cristo. Continuamente oramos “ven Señor Jesús” en el lenguaje de
Apocalipsis, o “vénganos tu reino” y pensamos que es un lenguaje adecuado para
la comunión y no lo es, es bíblico, pero se refiere a la venida de su reino no
a la formación de un espíritu con él
(1 Co.6:17), que es como debemos vivir en este mundo; fuera de nosotros y con
él es donde hay primavera, vida,
flor, cantos y felicidad; el yo nuestro es del diablo, es un don frustrado
vendido por Adán a la carne y debe ser sustituido por el Otro Yo, el de Dios.
Por eso no podemos ser felices porque somos demasiados de nosotros mismos y nuestra religión es muy escatológica,
siempre estamos esperando a un Cristo que ha prometido venir y vendrá, pero no
ha venido porque su iglesia lo espera pero no lo busca; su iglesia tiene una
idea romántica de un avivamiento, es
muy imaginativa, está deseosa de recibirlo pero no sale a su alcance; es ella la que tiene que saltar como el
corzo y el cervatillo y cruzar las distancias, brincar los cerros de separación y los montes de Beter, que es
lo que significa la palabra, hasta dar con él; vivimos, separados por muchas
cosas, unos de otros y del Señor, dentro
de un agujero propio que llamamos “lo mío, yo, mi casa, mis hijos, mis
sueños, mi vocación, mi trabajo y hasta mi
iglesia”, hemos hecho o encontrado un hueco, porque eso es lo que buscábamos,
escondernos en la peña y en escondidos parajes como la paloma (v.14), mientras
que hay otras tórtolas que ya están
haciendo oír su voz y anuncian la primavera, y la primavera es Jesús, como diría C.S. Lewis del león
Aslam, hay
creyentes que no viven así, han salido de sí mismos y están donde nosotros
quisiéramos estar, donde hemos soñado toda la vida estar, elevados en “los
lugares celestiales” con Cristo; y
trabajando en la viña haciendo trampas para agarrar las pequeñas zorras
que se meten dentro de la viña (v.15), cerrando portillos, reparando cercas y
cuidando con esmero, como Adán, el Jardín que nos ha dado Dios para labrarlo y
cuidarlo, esto es, la iglesia, con una personalidad hacia fuera no hacia
dentro.