Los que nunca han abierto una Biblia para leerla


MATEO 5:13-16
"Y luego Jesús les dio permiso. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los cerdos, los cuales eran como dos mil; y el hato se precipitó en el mar por un despeñadero, y en el mar se ahogaron. Y los que apacentaban los cerdos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron a ver qué era aquello que había sucedido. Vienen a Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, y que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo. Y les contaron los que lo habían visto, cómo le había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los cerdos”.

“Vosotros sois la sal de la tierra". Los versículos son cortos pero las figuras, tan sugestivas, que merecerían más espacio. Quiere decirles, “preserven la sal de vuestro testimonio, por nada del mundo pierdan el sabor que le es he dado, no es hora de rebajar vuestro estándar de vida espiritual, si sois un poco menos de lo que yo quiero no serviréis para nada y vuestra suerte será menos digna: ser “echados y hollados por los hombres” (v.13).
Además de que Mateo insiste en la práctica de las enseñanzas de Jesús dentro de la comunidad de judíos convertidos al cristianismo, la práctica espiritual de la ley de Moisés, el Señor pudo haber dicho esto para prevenir la adaptación de la iglesia al contexto social producto de la opresión en que ella viviera. La iglesia está llamada a hacer ver al mundo que hay distinción entre un creyente y un incrédulo. La iglesia debe vivir como una perenne condena a los pecados del mundo, constante crítica de la sociedad. Cuando la iglesia es penetrada por la sociedad se descalifica. Del mismo modo “sois la luz del mundo” quiere decir, “no se escondan, no oculten que son mis discípulos, continúen acumulando vida y buenas obras ante los ojos de vuestros detractores y quizás ellos terminarán glorificando a Dios” (vv.14-16).

Jesús quiere que la iglesia viva dignamente su momento histórico; que acoja con buen espíritu su suerte y no de señal alguna de cejar ante las situaciones. Jesús dedicó muchas palabras para que la iglesia levantara su frente (Luc. 21:18), “erguíos y levantad vuestra cabeza”. La iglesia debe pararse bien alto, donde todos la puedan ver, con su frente erguida sin nada de qué avergonzarse. Jesús se refiere al testimonio, no hay que exhibirlo como los fariseos, pero sí que sea visible y tenga impacto público. ¿Habla de que el mundo glorificará a Dios por las obras de los cristianos?
La base de la esperanza para la conversión del mundo está en la vida de las iglesias antes que en sus esfuerzos evangelísticos o misioneros. El primer gran mandamiento no es ir por todo el mundo y predicar el evangelio, sino amar a Dios con todas las fuerzas y con toda el alma; el segundo mandamiento no es hacer discípulos sino amar al prójimo como uno mismo; si acaso en la posición tercera se halla la Gran Comisión; y estrictamente ella fue una orden, o más bien un impulso inicial, pero nunca desmembrado del comportamiento cristiano. El llamado “discipulado” con escasa ética cristiana y mucha emoción, puede alargar la iglesia varias millas y con una pulgada de profundidad, si no es formada con un estilo sistemático y expositivo de la Biblia. Oh Dios que tu iglesia sea santa (Sgo.1:27), que mi luz alumbre los oscuros caminos de los hombres, que puedan ver donde ponen sus pies con el resplandor de mi vida, que mi vida hable más alto que mis palabras, que sea una “carta de Cristo, leída por todos los hombres” que nunca han abierto una Biblia para leerla (2 Co. 3:2).


   Se murieron ellos, pero quedaron sus libros        
  JUECES 2:7
 “El pueblo sirvió a Jehová todo el tiempo de los ancianos que sobrevivieron a Josué y habían visto la gran obra que él había hecho”.

 La gente vieja y sabia se murió. Sólo quedaron sus libros, que algunos de ellos escribieron. En resumen. Faltaban hombres que estuvieran conectados con el pasado, que tuvieran conocimiento de Dios, hombres de fe. Actualizando, dejaron de recordar la historia teológica del cristianismo y Atanasio e Ireneo, o Agustín y Lutero o Calvino fueron completamente desconocidos, y ni qué decir de las grandes declaraciones de los Concilios. El pueblo pecó y peca porque le faltó, le falta conocimiento (Os.4:6). Fue un proceso de siglos, muchos años, y la luz de la Palabra se fue apagando entre ellos hasta que llegó a una generación que era completamente secular y de filosofía y religión paganas (v.11).
Hoy día se enseña poco la Biblia porque no se usa la predicación expositiva sino la temática o de asuntos adaptada a las necesidades de las congregaciones; las iglesias crecen con un mínimo de conocimiento Escritural. Los métodos de evangelización y las modificaciones en la adoración pública han sustituido al meollo y la grosura exegética. Los hermanos no están conectados con los grandes nombres del pasado, no saben quiénes fueron ni conocen sus doctrinas, porque sus ministros no las leen o no las mencionan. Hasta se toman acuerdos para condenar como heréticas doctrinas enseñadas a la Iglesia por Atanasio, Agustín de Hipona, Martin Lutero, Felipe Melanchthon, Jorge Whitefield, Jonathan Edwards y Charles Spurgeon. Proponte este año leer buenos libros cristianos. Sobre todo, la Biblia, y despacio, sin echar al galope sobre una montaña de capítulos diarios antes que expire el año. Si no tienes libros, escríbeme, yo tengo notas y exposiciones de toda la Biblia.

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