Pecados que inspiran un culto, el arte y la literatura
Mateo 5: 23-25
"Si traes tu ofrenda al altar y allí te
acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del
altar y reconcíliate primero con tu hermano".
No presentes al Señor una
ofrenda mezclada con rencores. Hemos presentado al Señor muchas preciosas
ofrendas conscientemente contaminadas con pecado, y hasta es el pecado quien
las ha hecho hermosas a los ojos a los hombres. Versos inspirados en amores
ilícitos, prosa elegante, sonora y bella, que cautiva la opinión de los
críticos y traspasa el corazón con fragante emoción a quien van dirigidos o en
quien se piensa. El pecado suele inspirar el arte, el cincel del escultor, la
pluma del literato, la lengua del enamorado.
Así hemos dedicado a Dios y al prójimo
alabanzas preciosas con motivaciones románticas de un fingido, pero erótico, amor fraternal, bellos comentarios sobre la
poesía sagrada con la imaginación puesta en un sueño peligroso. Esta clase de
pecado que contamina la ofrenda a Dios es mil veces más execrable que una renuente
reconciliación y arreglar un mal entendido con un hermano, una palabra
equivocada o un juicio precipitado.
¡Oh pecado, de estirpe y linaje cainita, que eres padre de los que tocan flautas y de
los que se extienden martillando sobre las edades del hierro, del bronce y del
oro (Ge. 4); y ¡qué pena, de sermones públicamente aplaudidos, elegantes trajes
y llamamientos a caminar al frente con la promesa de recibir a un Cristo que está
en la puerta y llama pero no entra! (vv.19-22).
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