Análisis de un criminal
Génesis 4: 4, 5
“También Abel, por su parte,
trajo de los primogénitos de sus ovejas y de la grosura de los mismos. Y el
Señor miró con agrado a Abel y a su ofrenda, pero a Caín y su ofrenda no miró con
agrado. Y Caín se enojó mucho y su semblante se demudó”.
Esto tiene una corta
lección de culto y otra amplia y social. Caín debió ofrendar con fe y algo
cruento pero él era un humanista y pensaba, en contra de Dios, que sin derramamiento de sangre se puede hacer
remisión de pecados. Y estaba obstinadamente equivocado. Se siente esta inconformidad de Caín
cuando parecen fallar las oraciones personales y que Dios tiene preferencias
con otras personas y las mira con más agrado, y está más visiblemente presente
en el testimonio de ellos que en el propio; su soberanía parece aplastante o
arbitraria.
Es una desdicha muy grande mirar que Dios prefiere a otros y no
aprecia lo que se hace por él y para él. Cuando Dios le explicó su falta de
bendición no le dijo que era peor que su hermano sino porque no había hecho las
cosas bien habiendo podido hacerlas; Caín no pidió otra oportunidad para
mejorar sus obras, perfeccionar su
obediencia y hacer que su Dios no se sintiera insatisfecho, la ira, la envidia
y el celo por Dios lo dominaban todo; no hizo nada con esa clase de
sentimientos sino expulsarlos y quitar de en medio aquél que lo hacía sentir
inferior y tan desgraciado. Dios le advirtió de antemano que si no solucionaba
correctamente su situación interior la agravaría cometiendo una locura.
Él
podría igualar a su hermano y Dios le dijo que sólo tenía que hacer las cosas
mejor, pero Caín quería que Dios se satisficiera con lo que él hacía, mas Dios
insistía en que él podría mejorar; Caín continuaba diciéndole que no a Dios,
"no hace falta ser tan estricto en la religión, no hay que trabajar mejor
para prosperar, las cosas han sido bien hechas y debían dar resultado"; no
se sentía conforme con los resultados de sus acciones y tampoco quería laborar
mejor; se negaba a un cambio y a la optimización de sus obras. Su celo por Dios
y la envidia que le hacía sentir la prosperidad del próximo podrían haberse
curado trabajando mejor, pero ese era un camino largo y sudoroso que no quería
empezar. Dios le comunicó a Caín que lo que sentía no era una insatisfacción
religiosa sino que él renunciaba a ser enaltecido y se determinaba a obedecer
los impulsos bajos de su espíritu, las manifestaciones peores de su naturaleza
humana.
El problema de Caín con Dios no era que aquél no llenaba los requisitos
de su religión sino que se decidía a ser un hombre inferior al que podía haber
sido; la inconformidad de Dios con él consistía en que el hombre no dominaba
sus impulsos de injusticia y los incubaba para darles una salida social incorrecta,
atacando aquél que había sabido ser
victorioso. Para Dios lo más importante
no es la perfección de las ceremonias religiosas ni el pulimento de doctrinas
divinamente reveladas sino que el hombre que creó actúe bien, ese es el fin en
la adoración a Dios, y en todo caso esa es la función humana de la teología.
Caín engendró hijos que llevarían dentro su propio dilema y triunfarían como
artistas y orfebres, dando forma a una adelantada y cruel sociedad; y a eso
precisamente no se refería Dios, al progreso artístico, económico, científico;
a eso la deidad no le llamaba específicamente "progreso" sino al
perfeccionamiento del hombre como tal, no al mejoramiento del mundo hostil
donde vive sino al progreso del ser humano, y por eso se ventila una acción antisocial
y da pie al análisis del primer criminal.
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