Dudas sobre el más allá
Mateo 16:1-4
“Entonces los
fariseos y los saduceos se acercaron a Jesús, y para ponerle a prueba le
pidieron que les mostrara una señal del cielo. [2] Pero respondiendo El, les
dijo: Al caer la tarde decís: "Hará buen tiempo, porque el cielo está
rojizo." [3] Y por la mañana: "Hoy habrá tempestad, porque el cielo
está rojizo y amenazador." ¿Sabéis discernir el aspecto del cielo, pero no
podéis discernir las señales de los tiempos? [4] Una generación perversa y
adúltera busca señal, y no se le dará señal, sino la señal de Jonás. Y
dejándolos, se fue”.
Amados hermanos, estamos hoy de nuevo frente a la
incredulidad personificada por los fariseos y saduceos (v.1). Ya en el capítulo
12 nos encontramos lo mismo y la respuesta del Señor fue casi igual, quizás un
poco más amplia, parece que les repitió lo mismo en varias ocasiones con alguna
variación según la ocasión.
Jesús no cambia su respuesta: no habrá para ellos
señal porque realmente no la piden para creer, la información sobre sus
milagros era abundante, y muchos, o casi todos se habían hecho en lugares
públicos y ante los ojos de ellos, otro más era innecesario y provocativo; creo
que no para verle fracasar sino para que hiciera alguna obra que el Padre no le
había dado que hiciera, una señal que le era pedida por la misma boca de
Satanás, una señal que lo hiciera pecar y que le destruyese su ministerio.
"Tentarle" lo tomo más que para acusarle,
o para aceptarle si pasaba la prueba, lo tomo en un sentido para provocarle
espiritualmente contra Dios, como una maniobra luciferina (Mr.8:12), dice que
el Señor "gimió en espíritu"; esta expresión de tan hondo dolor no
provenía de cólera, no la indignación ni fastidio por la incredulidad de ellos,
no era de repugnancia por una actitud detestable, era dolor porque se le
pondría en una situación de pecar; ya que hasta el momento no lo habían podido
destruir con la maquinaria política, Satanás desea hacerle pecar.
Pero no habría señal para ellos, Jesús no
complacería ni al demonio ni a la incredulidad. Pedir señal para creer es
tentar al Señor, ni aunque sinceramente se le pida a Dios, la incredulidad no
se quita del corazón con esa medicina, es por la palabra de Dios, la cual el
Espíritu Santo aplica al corazón. Amigo mío por sincera que sea tu petición:
"Dios pruébame que tú existes" "pruébame que tengo alma, que voy
a resucitar, que hay infierno, que los ángeles están acá abajo", por
sincera que sea tu oración así, causará dolor al Señor y sonará a los oídos de
Dios como si dijeras algo muy desagradable. El Señor te ayudará en tus dudas,
si ve que sinceramente quieres creer y te aplicas al estudio de su palabra.
El Señor les promete una sola señal: su
resurrección. ¿Quieres tener fe? Aplícate al estudio de ese hecho, lo hallarás
en los últimos capítulos de los cuatro evangelios, en el primero de los Hechos
de los Apóstoles y en casi todas las epístolas de Pablo, especialmente en 1Co.15.
El mayor obstáculo para la fe es la muerte, humanamente las demás cosas son menos difíciles de creer,
que alguno habla lenguas extranjeras, que Dios lo sane, que le provea pan, que
haya hecho el mundo, pero creer en la resurrección es algo difícil. Una persona
puede rechazar la evolución de Darwin y aún no poder creer en la resurrección,
la muerte es el mayor enemigo de nuestra fe. Si puedes creer en la resurrección
de Cristo entonces tendrás fe en todo lo que hizo, lo que es y lo que dijo.
Jesús dijo "la única señal que les daré será mi positiva
resurrección", si hubieran podido acogerse a ese hecho habrían tenido una
fe poderosa.
¿Por qué la muerte es el mayor obstáculo de la fe?
(1) porque parece un punto final y que no hay continuidad. Nos parece que ella
es "el fin", hace honor a su nombre "separación", porque
separa tan radicalmente a la persona de esta vida y se la lleva tan lejos. Es
un corte, una amputación, una frustración. Si se pudiera tener seguridad que no
se trata de un punto final, que hay algo de nosotros que se perpetúa, que no
son nuestros hijos, nuestras obras, y nuestra memoria, sino una parte aunque
fuese espiritual de nuestro ser que prosigue, ese obstáculo sería vencido. Pero
Jesús no mencionó la continuidad espiritual de nuestro ser, ni del suyo; la
supervivencia del alma no es la victoria sobre la muerte, es la resurrección.
Lo que quería no era que la supervivencia del alma fuese nuestra esperanza sino
nuestra resurrección. (2) parecía desear que la muerte se aceptase, no
como una realidad porque eso es obvio, sino como una sentencia, como una
obra de Dios que nos impone su voluntad y su justicia. De ese modo desea no que
se le mire de modo natural como un desenlace biológico sino como un decreto de
Dios, el cumplimiento de su palabra dada al primer hombre. Mientras no aceptes contento
la muerte, tomándola como el cumplimiento del deseo de Dios para tu
vida, te acompañará siempre el miedo a
ella y persistirá el rechazo a su existencia. Cuando creas de todo corazón y se
te quite el miedo dirás con fe como el apóstol Pablo "porque el morir es
ganancia".
La verdadera fe acepta con gusto de Dios el hecho de
vivir y el de dejar de vivir. Debe aceptarse como un acto justo por motivos de
nuestras transgresiones y pecados, como algo que merecemos y mientras no veamos
en ello un trato justo, y nos neguemos a someternos a nuestra desaparición,
desactivación, como un total acatamiento a su ley, se le acusará de injusto o
se le pedirá que cometa una injusticia al dejarnos vivir. Si se vence el
concepto de la muerte como un desenlace natural, si renunciamos a nuestra
existencia teniendo por buena y santa nuestra defunción, entonces la fe habrá
triunfado y el miedo se extinguirá. (3) pero Jesús habló de que los fariseos
podrían asegurar el futuro con predicciones sacadas de la observación de la
atmósfera, entonces ¿no tenían ante sus ojos más evidencias de la vida futura
que las que contaban para anunciar el tiempo? Tal vez las señales que pedían,
como los saduceos venían en el grupo, eran señales sobre el futuro después de
la muerte.
La respuesta de Jesús es que si ellos podían confiar
en inseguras predicciones meteorológicas, más evidencias sobre el mañana, sobre
el alma, sobre los ángeles, sobre la resurrección, les daba él, pero que sin
embargo con una sola y última prueba tendrían una base segurísima sobre las
realidades que no veían o no habían aún experimentado: su resurrección, y que
el destino de ellos, el futuro, estaría asociado a lo que aconteciera en su
propia tumba. ¿Qué más pruebas necesitas para estar seguro del más allá si
tienes el regreso del cuerpo glorificado de Jesús? Ojalá pudiéramos creerlo.
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