El Espíritu los ensambla, no son coincidencias
Hechos 8: 35
“Entonces Felipe abrió su
boca, y comenzando desde esta Escritura, le anunció el evangelio de Jesús”.
En
la evangelización del mundo, pienso, tenemos que estar tranquilos, en pleno
ejercicio de la fe; no sentir ni actuar como si fuera cosa absolutamente
nuestra y sola responsabilidad. A menudo olvidamos al Acompañante más
importante en nuestra tarea, al Espíritu; recursos, estudios, sondeos, gentes,
sustituyen humanamente la labor divina. Tenemos que subir más los ojos al cielo
que bajarlos a la tierra, a la hora de salir a ganar a los perdidos. Cuando
llega la hora, hermanos, nadie se va de un lugar sin oír el evangelio y sin
convertirse. El Señor tiene los ojos puestos sobre todos los hombres y él mira
por la iglesia donde ella no ve.
Observa como el Espíritu
Santo ensambla todos los acontecimientos que parecen coincidencias;
Felipe es inducido por el Espíritu al sitio exacto, el hombre llega en el
momento adecuado, está haciendo lo apropiado, el texto que lee es el mejor; y
hasta hay agua para que nada impida el desarrollo espiritual de los
acontecimientos y se bautice (v. 36). Dios no deja que nada impida lo que no
puede ser impedido. Si algún impedimento se hace insalvable, es que Dios nos
está indicando que tenemos que ir por otro rumbo (Hch. 13: 45-46).
Esta es una forma especial y
extraordinaria de alcanzar a una persona, pero no menos providencial que el
procedimiento normal de predicar a "toda criatura" en cualquier
parte (v.4). No hay que esperar esta forma rara de orientación para salir a
predicar, la forma normal establecida tiene que ser seguida y no depender de
llamamientos milagrosos y señalamientos territoriales sobrenaturales. Habla con
cualquier convertido y hallarás esas "maravillosas coincidencias" que
aseguran que hay un plan providencial de alcance a otros. ¡Qué
maravillosos son los misterios de la salvación!
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