Jehová cerró la puerta porque era tarde y peligroso



Génesis 7:16
"... Jehová cerró la puerta..."

¿Sabes lo que significa en el NT una puerta cerrada? Lee este ejemplo puesto por Jesús: “10 Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. 11 Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos!12 Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco (Mt. 25:10-12). Lo que está diciendo es que él, es la puerta que ahora está abierta; y eso lo sabemos porque somos predicadores, que Dios no la ha cerrado todavía, y que es el pecado y los equivocados maestros de ella que van de puerta en puerta y edifican sus templos para enseñar equivocadamente el significado de la Palabra de Dios. Los escribas en tiempos de Jesús eran los máximos exponentes de la Escritura, sin embargo sus interpretaciones podrían estar equivocadas porque generalmente las acompañaban con tradiciones humanas. Jesús se quejó con amargura de esta situación y dijo: “52 ¡Ay de vosotros, intérpretes de la ley! porque habéis quitado la llave de la ciencia; vosotros mismos no entrasteis, y a los que entraban se lo impedisteis” (Luc. 11:52).

Y como dijo el Señor la llave de esa puerta es el conocimiento de Cristo Jesús. Y esa llave es la misma que Dios usó para abrir nuestras mentes y corazones, nuestra alma y nuestro hogar a su Palabra, a sus evangelistas, a los libros cristianos, a la iglesia. Sí, claro que llegó hasta nuestras emociones pero como dice específicamente el autor de Hebreos, que Dios puso primero su palabra en nuestra mente y después en nuestro corazón (Jer. 31: 33; He. 8: 10). Y así es como hemos venido a ser el pueblo suyo, no de otra manera, porque el gran apóstol Pablo dijo que la incredulidad tiene que ser quitada con el conocimiento de la Palabra de Dios, y se pone él  mismo como ejemplo de esa verdad doctrinal, y afirma que por esa vía dejó de ser blasfemo, injuriador y perseguidor de la iglesia (1 Ti. 1: 13).

Los cambios mentales y espirituales, y de conducta de un pecador se producen por el conocimiento que quiere, y la altura, anchura y profundidad de su amor por Dios, por el prójimo, es decir de su vida cristiana depende de ese conocimiento (Efe. 3: 18,19), y es como el cristiano, nosotros, nos llenamos de la plenitud de Dios.

Volviendo por donde empecé, Jehová después de 120 años de predicación en vano, decidió que eran suficientes los sermones oídos y cerró él mismo, la puerta del arca de salvación. Para que los de afuera no pudieran entrar y los de adentro estuvieran seguros, para que los animales no pudieran salir ni los que asustados quisieran hacerlo; en ese momento el arca era como una prisión. Eran “prisioneros de esperanza” (Zac. 9:12); como “esclavos de Cristo” (1Co. 7:22); aunque los humanos que viajaban y los brutos quisieran abandonar el barco de la salvación (Cristo) no podrían porque la puerta estaba cerrada por la mano de Dios y sin el permiso de ellos, por supuesto para su propio beneficio, para que sus instintos no vencieran la salvación. Y para que los que estaban afuera: carpinteros, calafateadores, ensambladores incrédulos, curiosos y burladores, aunque quisieran entrar, por compasión nadie podría abrirles la puerta porque era tarde y peligroso.

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