Hiel de Betel, mal padre


1Reyes 16.34
Hiel de Betel edificó a Jericó a precio de la vida de su hijo”.
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De las cosas más valiosas que un hombre puede tener después de Dios es su familia y bien tonto es quien no la cuida o como éste la sacrifica a su vocación, nombre e intereses. Ese necio personaje, Hiel de Betel, es uno de ellos. Hay quienes como este hombre, por ignorancia de la palabra de Dios (Josué 6.26), o porque saben que esa maldición tiene quinientos años y creen que ya Dios la olvidó y no se va a cumplir, que cinco siglos sobre la Biblia es demasiado tiempo para que una maldición sea cumplida, o como un desafío opositor, sacrifican sus hijos, esposa o padres a sus caprichos, planes y proyectos. No les importa inmolar la familia y utilizar las vidas de los suyos si a precio de los mismos logran los niveles sociales y la reputación que quieren. Se embarcan en un proyecto contrario a la voluntad de Dios, a una empresa precedida por la maldición divina y piensan que vencerán la profecía de Dios y que se burlarán de sus pronósticos y que se harán un nombre perpetuo entre los seres humanos.
Así fue Hiel de Betel el que reedificó a Jericó sabiendo que le costarían las vidas de sus hijos. ¿No es cierto esto, que igual que él muchos por sus trabajos, vanidades y pecados exponen a los suyos a morir? Empiezan perdiendo un hijo y no se detienen, después el otro, la hija, y siguen perdiendo, nada los detiene hasta que alcanzan sus objetivos, logran sus deseos y se quedan sin hijos ni hijas que más valían.
La muerte del primer hijo no hizo que Hiel se detuviera y pensara en lo que estaba haciendo, lloró sobre el muerto, lo enterró y continuó a costa que el otro hijo suyo también muriera. Cuando terminó su proyecto lo selló con la sangre de su último hijo.
¿No pararás nunca? ¿No has perdido por tu pecado un hijo, algún ojo, un brazo, un pie, el hígado, la salud, la fortuna, las casas, el negocio, la reputación? Si ya has perdido los hijos, la esposa, ¿no te detendrás cuando tengas que entregar tu alma por tu trabajo? ¿Vale tanto un nombre y la fama? No desafíes la veracidad de la Escritura, aunque haga miles de años que Dios ha dicho que maldecirá algo eso está vigente como si fuera de ayer. Sus amenazas se cumplirán al pie de la letra y tropezarás en la palabra siendo desobediente. Pero no quieres eso, moderno Hiel de México, Venezuela, etc. Quieres ser un padre moderno pero modelo porque para ti los hijos son más valiosos que Jericó, las piedras de Jerusalén y una cita en el libro de la fama.


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