Caminamos con los ojos cerrados
Aún no habían entendido lo de los panes, por cuanto estaban endurecidos sus corazones (Mr.6.51- 52).
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La multiplicación de la comida fue un gran milagro en el cual ellos mismos habían participado, sin embargo no se dieron cuenta de lo que había ocurrido. Era algo más extraordinario que el milagro hecho por Elías en Sarepta de Sidón. Aquella manifestación del Señor pasó sin advertirla. Hubieran podido ver en él uno más que Profeta. No sacaron ningún beneficio de aquella asistencia doméstica. Jesús les dijo que recogieran lo sobrantes, siquiera para que reflexionaran en retrospectiva (v.43).
Si hubieran entendido la revelación anterior ahora no estuvieran tan asombrados. No habían entendido el primer milagro y por lo tanto tampoco el segundo. Dos veces seguidas el Señor les había mostrado quién era.
Si no aprendes una lección, tampoco aprenderás la siguiente y así te quedas parado en el tiempo, en el espacio y en la gracia. Vivimos momentos grandiosos sin saberlo, extraordinarias misericordias sin doblarnos de agradecimiento. Dios puede estar obrando maravillas y no es cosa maravillosa a nuestros ojos. Para entender lo que te enseñará mañana tienes que aprender lo que te enseña hoy.
Con aquella lección debían haber progresado en fe y en conocimiento de Él. El avance en la fe es gradual (Ro.1:17) De fe en fe. Por la dureza de nuestros corazones es que no vemos las maravillas del Señor; cuando nos damos cuenta que el Señor hizo algo, ya ha pasado mucho tiempo. Tenemos que leer la historia de nuestra vida y darle gloria por bondades que no vimos sino años después. Abre bien los ojos hoy, ponlos en Jesús y en tus circunstancias; no trates de salir pronto de ellas. Sopórtalas y estúdialas y verás la gloria de Dios allí. Examina lo que está haciendo y tendrás motivo para creer más en él. El Señor está en contacto con nosotros día por día. Escudriña cada día y pregúntate: ¿Qué ha hecho conmigo hoy el Señor? ¿Qué lección me ha dado? ¿Cuál doctrina me ha confirmado? Recibimos bendiciones sin verlas, caminamos con los ojos cerrados.
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