Impaciencia del corazón
Jehová nuestro Dios nos habló en Horeb, diciendo: Habéis estado bastante tiempo en este monte. Volveos e id al monte del amorreo y a todas sus comarcas, en el Arabá, en el monte, en los valles, en el Neguev, y junto a la costa del mar, a la tierra del cananeo, y al Líbano, hasta el gran río, el río Éufrates (Dt 1. 6).
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“Los israelitas vinieron al Sinaí el tercer mes después de la salida de Egipto (Ex.19:1,2), y salieron el veinte del segundo mes del segundo año, así que parece que estuvieron allí casi un año completo” (Clark). El Señor quiso decirles, “ya pueden irse, es suficiente el tiempo que han estado ahí, no les hace falta estar más, vayan a otro lado”. Y de pronto se marcharon.
¿No quieres estar donde estás? Tal vez aún es poco el tiempo que has estado en ese lugar, no ha llegado el cumplimiento del tiempo, ni el momento cuando el tiempo ya no sería más (Apc.10: 6). Quizás te parece una eternidad pero a Dios no. Tú no puedes precipitar a Dios. El no es impaciente como tú. Dios nunca se atrasa. Siempre llega a tiempo. Cuando él crea que es suficiente el tiempo que has estado ahí te pondrás en marcha. Pudiera ser que si ahora quisiera obtener algún higo de ti, como él lo desea, no lo halle porque no es tiempo de higos, y halle en ti solo hojas (Mr.11:13).
Ahí donde te hallas querrá hacer contigo cierta obra que corresponde a su plan y a tu futuro y si te vas antes de que eso se logre no podrá hacerlo. Por lo tanto tiene que obligarte a quedarte y si ese trabajo, madurez, su obra se alcanza, entonces te dirá, marcha, porque en ese preciso momento a donde te lleve las condiciones estarán preparadas para tu recepción y bienvenida. Donde piensa llevarte no llegarás tarde sino justo a tiempo, y en fin de cuentas donde estás ahora estás mejor que si llegas antes de tiempo a donde piensa ponerte.
Observa la palabra “bastante” o suficiente, largo tiempo. Tiene como cierta idea que Dios sabe que ha sido mucho, pero posiblemente te ha retenido no porque desee ya que estés ahí sino por ti mismo, porque no has aprendido todo lo que tienes que aprender, no estás aún preparado, te has hecho tardo en oír, aún estás sin entendimiento. Si te dispusieras a progresar pudiera ser que te diga “basta ya, es suficiente, ahora vete”.
¿Crees, oh Israel, que ese año junto al monte está perdido? ¿Y toda la ley que ahí te dio, y lo que has visto, oído y sentido? ¿No sabes lo que eso significará para tu pueblo y para el mundo? No, tú lo ignoras pero Dios no. Tú piensas en tu tiempo, que según tú lo consumes en vano. Piensas temporalmente. Pero Dios piensa en ti para siglos y para la eternidad. Cuando llegue el momento te irás, cargando un tesoro que ni tú mismo imaginas que estás recibiendo.
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