Muerte y salvación de los niños
1Reyes 14. 11-13
“Sólo él será sepultado por cuanto se ha hallado alguna cosa buena en él”.
El texto permite reflexionar en la muerte de los niños, desde que los abortan hasta más crecidos, pero niños, en embrión y ya formados. Si los niños mueren es porque aunque son niños tienen una naturaleza pecaminosa, y están bajo la maldición de Dios. La razón por la cual sería sepultado fue que Dios vio cosas buenas en el niño. Si las vio ¿por qué murió? Murió porque Dios es quien determina la longitud de la vida y a algunos se las extiende por casi 100 años, otros viven 50 y otros mueren jóvenes o en la infancia.
La muerte de una persona joven ocasiona muchos sufrimientos y preguntas, es difícil de aceptar. El Señor comprende la amarga experiencia que se vive cuando se muere un niño y le llama "dura" (v. 6). Cuánto va a vivir una persona es un misterio y si es niño, resulta un triste enigma. Los niños no mueren por juicios contra sus pecados; el Señor siempre halla en ellos algo bueno, no los castiga con esta clase de muerte o con la otra, por triste y horrible que sea la muerte de un niño, nunca es por castigo de Dios; he ahí un misterio que está fuera de nuestro alcance conocer. Dios es quien escoge cómo sus padres van a perderlo. Algunos mueren como mueren los adultos, de repente o luchando con una penosa enfermedad. No hay acepción.
Sin embargo si Dios ve algo bueno en la vida de un niño, una bondad inocente, natural, es debido a la imagen divina en su alma, no que sea santo sino inocente, no que sea bueno en su naturaleza sino que no ha hecho daño alguno, y conforme a la elección es salvo (otros calvinistas creen que si fue elegido**), y no murió en sus pecados. Los niños se parecen a Cristo y por esa gracia divina que trajo Jesucristo, que les viene por misericordia, son salvos. El Señor toma la credulidad y humildad de los niños como fe, pero más que eso por el precio de la sangre de Cristo. El cielo está lleno de niños y sirva esto de consuelo a algún padre que lamenta la ausencia de su pequeño*.
A David se le murió un niño y dijo cuando perdió toda esperanza de que viviera, que él iba hacia el niño, lo seguiría en su recorrido, a través del sepulcro, hasta la gloria (2 Sa 12. 19-23). Come, lávate, continúa con tu programa normal y consuélate que tu hijo vive en la presencia de Dios y que sólo un poco de tiempo media entre él y tú hasta volverse a encontrar.
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*Nota. "Yo no dudo que los bebés a quienes el Señor se lleve de esta vida sean regenerados por medio de una operación secreta del Espíritu Santo" (edición de Amsterdam de las obras de Calvino, 8:522).
"Yo enseño por dondequiera que nadie puede ser condenado justamente y perecer excepto por un pecado real; y decir que los incontables mortales que son llevados de esta vida mientras todavía son bebés son precipitados de los brazos de sus madres a la muerte eterna es una blasfemia que ha de ser detestada universalmente" (Institutes, libro 4, p. 335). [Existen traducciones al español de los Institutes de Calvino publicadas por Editorial Clie y Libros Desafío. N. de la T.]
**Norman Fox, The Unfolding of Baptist Doctrine, 24 "No sólo creían los católicos romanos en la condenación de los bebés. Los luteranos, en la Confesión de Augsburg, condenan a los bautistas por afirmar que los niños son salvos sin bautismo ('damnant Anabaptistas qui … affirmant pueros sine baptismo salvos fieri' ['malditos los anabautistas que … afirman que los niños son salvos sin bautismo']), y el poeta favorito de la Escocia presbiteriana [Robert Burns], en su Tam O'Shanter menciona entre objetos del infierno 'a los bebés pequeñitos'. La Confesión de Westminster, al declarar que los bebés elegidos que mueren en la infancia son salvos, implica que los bebés no elegidos que mueren en la infancia están perdidos. Esto fue enseñado ciertamente por algunos de los forjadores de ese credo."
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