El desaliento de un profeta
1Reyes 19. 4
“Y deseando
morirse”.
No tiene razón
suficiente para sentirse así; pero ¿quién lo podrá culpar si hemos tenido
similar experiencia? Quizás pensó que su experiencia con Dios había sido tan
grande que al saberse, todo el reino de Israel se volvería a Jehová, incluyendo
a la reina Jezabel; y que cuando la noticia alcanzara su presencia caería
arrodillada ante Dios. Pero no fue así, su vivo celo por Jehová en contraste
con, según lo sentía, su fracaso vocacional, lo vendió a la depresión (v. 10) y
prefería morirse a continuar siendo un profeta. Elías no deseaba la muerte
porque no amara la vida sino porque pensaba que su ministerio era un fracaso.
También pensaba que la causa de Dios estaba perdida; pero en todo estaba
equivocado.
¿Vas a dejar tu
ministerio porque los hombres no lo aprecian? ¿No hablarás más de Jehová porque
lo haces a oídos sordos? ¿No intentarás más la conversión de ellos porque no
creen? ¿Tú fuiste llamado por el Señor para testificar de él o para tener éxito?
Borra de tu corazón esa palabra y sustitúyela por esta otra: fiel.
Nuestras depresiones y desánimos suelen provenir de ideas equivocadas. Dios
sostiene su obra no solamente con tus palabras ni únicamente por tu testimonio
(v. 18). ¿Y el ministerio de Abdías? (18 .3,4).
El descanso es
necesario para replantearnos de modo distinto, más objetivo, lo que hemos
hecho, nuestra misión, y el estado real de la obra. ¿Por qué crees que Dios
vino en un silbo apacible? (V. 12). Para mostrarle que su presencia se hallaba
de modo imperceptible, delicado, sin estruendos ni conmociones y para él era
importante saberlo y que no se desanimara si no veía su acción con terremotos y
ciclones. ¡Qué difícil es reflexionar bien en nuestros desánimos!
¿Me aplico yo estas
palabras, y estoy trabajando para cumplir la voluntad de Dios o para obtener
resultados? ¿Para que él me diga "bien buen siervo y fiel, sobre lo
poco...", o para traerle cantidades multiplicadas y merecer alabanzas? Eh,
profeta, levántate y sonríe que en los labios de Jesús se hallaron juntitas
estas dos palabras: fiel y poco. Tus expectativas tienen que ser
controladas por el propósito de Dios que ni remotamente es que te pongas a un
lado, renuncies o te mueras, porque dicho sea, serás trasladado, en ígneos
corceles al cielo sin a ella mirarle la cara.
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