El pastor es menos famoso pero no menos útil
Hechos 18:27
“Cuando él quiso pasar a Acaya, los hermanos lo animaron, y escribieron a los discípulos que lo recibieran; y cuando llegó, ayudó mucho a los que por la gracia habían creído”.
“Cuando él quiso pasar a Acaya, los hermanos lo animaron, y escribieron a los discípulos que lo recibieran; y cuando llegó, ayudó mucho a los que por la gracia habían creído”.
Aunque mayormente el ministerio de Apolos era pastoral, también hacía
obra de evangelista. No sólo se dedicaba a educar a las iglesias, “regar” (1Co.3:6),
sino también a salvar almas (3:8); algunos en Corinto eran “de Apolos” porque
habían conocido al Señor por medio de él o habían sido tan bien edificados con
su ministerio que lo preferían a él a quien fue el medio para conocer al Señor.
Mi asunto es éste. Si Dios te da el ministerio de ser de gran provecho a los
que por la gracia han creído, si entras a las labores de otro, si edificas
sobre fundamento ajeno, no pienses que eres menos por eso y que tu vocación es
inferior a la de aquellos que son evangelistas y ganadores de almas. Si mucho
tenemos que agradecer al que ha sido nuestro ayo para llevarnos a Cristo, no
menos al que nos ha edificado con oro, plata, piedras preciosas y madera
labrada, a quien le debemos la belleza de nuestra salvación y de nuestra
vida cristiana. No eres menos por edificar a los santos.
De todos modos, para
que te sientas bien, compara tu ministerio pastoral y de maestro de los
gentiles con aquellos que son buenos evangelistas, como Felipe, y ganan muchas
almas para Cristo. A mí me parece que si poner el fundamento es difícil,
lleva mucho más trabajo edificar encima, que sembrar la semilla es mucho
más fácil que regarla, cuidarla, podarla, curarla hasta que produzca sus
frutos y luego que no se muera. La labor pastoral es muy dura, tanto como la de
un evangelista que abre una nueva obra, o que predica en una campaña
multitudinaria. Es menos famoso pero no menos útil. La labor pastoral es dura, ingrata y sufrida.
Cuidar a los santos es un trabajo delicado y de mucha responsabilidad porque
son el tesoro de Dios. Estar día a día trabajando, orando, exhortando, subiendo
y bajando con la congregación, llorando, riendo, yendo hacia delante y hacia
atrás, enfermándose con ellos, resolviendo sus dudas, siendo paciente con sus
debilidades y desconocimientos, curar sus heridas, llorar sus apostasías,
sufrir sus desplantes, abusos, brusquedades y malos juicios, y recibir un
salario magro, es una tarea para la cual nadie por sí mismo es suficiente.
Apolos no sólo era pastor sino también evangelista apologista porque por
medio de la Escritura refutaba a los perversos judíos y los convencía de que
era el Cristo y esto ya era evangelización. Las disputas terminaban con nuevos
miembros agregados a la iglesia. Un pastor, evangelista y apologista, no es
extraño que tuviera muchos seguidores y fuera tan admirado y querido por los
cristianos de todas las iglesias.
La verdadera “revitalización” de las iglesias
La verdadera “revitalización” de las iglesias
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