Ore solamente a la Trinidad



(Esto que sigue es tomado del libro Our Triune God, Nuestro Trino Dios, escrito por dos autores Philip Ryken y Michael LeFevre, pags. 74, 75).


"Respondiendo al amor del Padre. La primera y más importante implicación de las lecciones de Jesús sobre el Padre, entonces, es para que sepamos que él es la fuente del amor divino. De ese modo, le reconocemos como la fuente de ánimo que recibimos en la Escritura, en respuesta a nuestras oraciones, en la gracia del Santo Espíritu en nuestras vidas, y en todas las demás bendiciones que recibimos. Jesús nos enseña a dar gracias a la Primera Persona de la Deidad  -el Padre- como Aquel que nos envía todas las bendiciones.

“Una vez que empezamos a pensar correctamente acerca del Padre celestial, una serie de adiciones prácticas y respuestas siguen. Debido a que el Padre es la fuente de todo, Jesús nos enseña que él debe ser servido como el objeto de todo. Él es Aquel a quien le respondemos con amor, con oraciones, con reverencia y adoración. También adoramos al Hijo y al Espíritu Santo, pero como aun el Hijo y el Espíritu dan gloria al Padre y comparten su gloria (Juan 16: 14-15; 17:4,5), nosotros adoramos a Tres-en-Uno con el entendimiento de que el Padre, la fuente de todo, es el último objeto de todo. Esto significa que debemos dirigir en nuestras oraciones específicamente al Padre, ambos en acción de gracias por las bendiciones recibidas en la petición de nuestras necesidades.

“Jesús enseñó a sus discípulos a orar al Padre, diciendo, "en aquel día no pediréis nada. De cierto de cierto os digo, que cualquiera cosa que pidiereis al Padre en mi nombre, el os lo dará… pediréis en mi nombre, y no digo que yo le pediré al Padre por vosotros, porque el Padre mismo os ama… y ahora yo dejo este mundo y voy al Padre" (16: 23-28). Jesucristo no está dando a entender que quita las oraciones que se deban hacer al Hijo y al Espíritu Santo, sino que nos enseña que el foco principal de la oración de un cristiano es así, "Padre nuestro que estás en los cielos" (Mateo 6:9-13). Los discípulos estaban acostumbrados a decirle a Jesús las necesidades que tenían -y ¡esto es comprensible por el hecho de que él se encontraba presente entre ellos! Pero Jesús quería que sus discípulos supieran que aún después de su partida no se afectaría para nada el acceso que ellos tenían al Padre. En su lugar, debido a que el Padre es la fuente máxima de donde se responden las oraciones, y Jesús iba al Padre, la oraciones de los discípulos con estas palabras serían definitivamente fortalecidas después de su partida.

“Solamente podemos acercarnos al Padre en el nombre de Jesús. No obstante, la intercesión de Jesús verdaderamente nos abre el camino para dirigirnos al Padre en oración. Jesús no es como un intermediario que insiste en que el que provee y el que reciba estén separados. Eso es muy típico en cuanto al comercio y distribución mercantil e indica la clase de intermediario que esconde la identidad de la fuente que provee y mantiene a la gente comprando a través de él con el propósito, por supuesto sacar sus ganancias. Pero el verdadero intermediario junta al público y al proveedor, y Jesús es esa clase de Mediador. Una de las aplicaciones prácticas de esto es que el Padre, como la fuente de toda bendición celestial, ha de ser el objeto último de nuestras oraciones (ofrecida en el nombre de Jesús y ayudadas por el Espíritu, por ejemplo Romanos 8:26-27,34).

“Debido a que hay Tres- en- Uno y son igualmente Dios; la prioridad de la oraciones al Padre no debe forzar a la exclusión de las demás dos Personas de la Santa Trinidad y no orar nunca a Jesús o al Espíritu Santo. Tenemos en la Escritura oraciones hechas a los tres miembros de la Divinidad (Hechos 7:59,60). No obstante el modelo de oración que prevalece en la Biblia es dirigirse al Padre en el nombre del Hijo y con la mediación del Espíritu Santo (EFESIOS 1:17; 3:14)".


Hasta ahí arriba la cita del libro. Si este autor tiene razón, y parece tenerla, y con delicadeza sin menospreciar a ninguno de los Tres, acentúa la dirección principal que deben tener nuestras oraciones, menos todavía estamos autorizados a dirigir oraciones a nadie que no pertenezca a la Deidad, aunque por decisión eclesiástica una mujer o un hombre haya sido canonizado o canonizada como mediador o mediadora entre Dios y los hombres, y se catequice a los creyentes haciéndolos devotos de esa persona o de esa figura de oro, mármol o madera. Hay un solo Mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo (1 Timoteo 2:5), y fuera de la Deidad que consta de solamente Tres Personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, a nadie más se debe invocar, reverenciar y adorar. Que nuestra cristología no disminuya nuestra teología ni viceversa.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Hiel de Betel, mal padre

Neginot y Seminit

El altar de tierra