El diablo piensa que nuestra salvación fue un error suyo
Éxodo 14:4, 8,9
“¿Cómo hemos hecho esto permitiendo que Israel se fuera y dejara de servirnos? Entonces los egipcios los
persiguieron con todos los caballos y carros de Faraón, su caballería y su
ejército, y los alcanzaron acampados junto al mar, junto a Pi-hahirot, frente a
Baal-zefón”.
¿No ves en esos egipcios,
faraón y sus soldados yendo detrás de los israelitas, lo mismo que ocurre
cuando un pecador es llamado por Dios afuera de su cautividad, como el diablo y
sus huestes lo persiguen tratando de darle alcance y hacerlo retroceder para
que le sirva?
Nota como el diablo lamenta
haber tenido que dejar ir a un pecador fuera de sus dominios (v.5) “¿Cómo hemos
hecho esto de haber dejado ir a Israel para que no nos sirva?”. Tienes que
saber que una vida entregada al diablo es una vida a su servicio, y es
esclavitud. La paga del pecado es muerte y el diablo no paga de otro modo; y no
regala nada sino que exige algo a cambio.
Estrictamente no da nada. Faraón no les pagaba a los israelitas
a no ser malos tratos y azotes si
fueran necesarios. Cuando uno sirve a Dios siempre tiene más porque “al que
tiene más se le dará” pero cuando se sirve al diablo todo se desgasta con el uso (Col. 2:22), y eso
sin un balance o compensación. El apóstol Pablo dijo que su hombre exterior se
“destruye el interior se renueva de día en día” (2 Co. 4:16).
La obra del diablo es
doblemente mala, hace daño por dentro y por fuera, envejece por fuera y más por
dentro, enferma por fuera y peor por dentro pues mata todo lo que del espíritu
pueda. Con Satanás nunca hay renovación. Su meta es el deterioro continuo. ¿Y a cuál de los santos y fieles en Cristo
Jesús el diablo nunca lo ha alcanzado en algún punto del camino? No digo que el
diablo lo haya vencido pero sí que ocasionado heridas graves, cicatrices que
ahora lleva en su memoria y que de algún modo son como “marcas de Cristo”.
De veras que esperamos no
volvernos a encontrar con él. Mira que
la salvación es hecha por la poderosa mano de Dios. No fue la mano de
Moisés ni la de Aarón sino la del Señor, porque hace falta mucho poder para
sacar a un pecador de su pecado (Flp. 3:10; He. 6:5). Se puede afirmar también
que el diablo lo persigue y le puede dar alcance en algún punto del
camino, mas no hacerlo volver porque la mano poderosa de Dios que lo sacó de la
servidumbre lo sigue defendiendo.
No te lamentes como estos inmaduros
israelitas, que hablaron sin saber lo que decían cuando se lamentaban de haber
seguido a Cristo (vv. 9-14). Lo que hay
que lamentar es no haber salido antes del pecado, haber huido antes del dominio del
diablo. Como ya dije, el diablo piensa que nuestra salvación fue un error de él y
que puede corregirlo. Y no es así (v.8).
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