Las doctrinas que hay en los sepulcros antiguos
2 Re.13:20-21
“Murió Eliseo, y
lo sepultaron. Al año siguiente llegaron al país unas bandas armadas de los
moabitas. Y aconteció que mientras algunos sepultaban a un hombre, he aquí que
vieron una banda armada y arrojaron al muerto dentro del sepulcro de Eliseo. Y
cuando el muerto cayó y tocó los restos de Eliseo, aquél revivió y se puso de
pie”.
En los huesos de
Eliseo muerto había, sin exagerar, más vida que en mi ministerio vivo. Este
caso prueba que los milagros que Eliseo hizo mientras vivió no los hizo por su
propio poder sino por el poder de Dios, que honraba su ministerio aun después
de muerto. Y eso ha quedado escrito con el fin de hacernos una sabia sugerencia
en relación con los apóstoles, pastores y escritores bíblicos de los cuales sólo
nos quedan en este mundo sus historias escritas, y por sus plumas todavía nos
hablan ellos.
No se sabe quién era
este muerto, algunos judíos afirman que se trataba de una persona noble que había
sido víctima de esas bandas moabitas armadas, y mientras le daban triste y
honorable sepultura tuvieron que abandonar el cadáver y estando cerca la tumba
del profeta Eliseo, descorrieron la piedra de entrada, y por el pánico sin
mostrar miramientos tiraron el cuerpo en el mismo espacio donde yacían los
huesos del profeta. Y esa circunstancia providencial fue su salvación, porque
cuando su mortaja rozó lo que quedaba de aquel santo varón de Dios, resucitó.
Ese cadáver desconocido fue afortunado y tuvo después de regresar a los suyos,
que bendecir las circunstancias que lo trajeron a la vida.
El profeta Eliseo
es un representante del poder divino en Jesús, sus apóstoles y profetas,
específicamente de lo que llamamos el Nuevo Testamento, y de aquellos ministros
de la Palabra que son descendientes teológicos de los profetas de Israel.
Quiero decir, mucho más para acá, de Crisóstomo, Jerónimo, Agustín, Ambrosio,
Atanasio, los Puritanos ingleses, Edwards, Lutero, Calvino, Spurgeon y otros. Tenemos
acceso a los sepulcros de grandes varones donde yacen enterrados en la historia,
no como las reliquias católicas. Y cuando nuestras mortecinas vidas se ponen en
contacto con los huesos de ellos instantáneamente cobran vida. Dicho con honestidad y bondad, hay más vida
en los huesos de esos hombres que en los libros, memorias y biografías de
muchos teólogos, predicadores y comentaristas vivos, incluyéndome.
Explora la
literatura vieja, tócala, que el Espíritu de aquellos tiempos es el mejor
remedio para las enfermedades de estos. Actualmente hay mucho para leer en
bibliotecas, blogs, revistas, etc. hay que ser sabios para hacer una selección inteligente,
porque el tiempo no da para más. Muchos que tienen acceso a una computadora, u
ordenador, se imaginan que vamos a leer todo lo que nos envían, y no es así, no
puede ser así. Hay plumas que no tienen vida, páginas muertas, púlpitos mortecinos.
Localiza un ministerio expositivo de la palabra de Dios, un website teológicamente bíblico, y si tienes
algún dinero paga por los mejores autores que te nutran el entendimiento y te
hagan arder el corazón, es decir que confirmen tu elección.
En vez de
modernizar los cultos, y tener tantos trajines con la alabanza,
mejor es ponernos en contacto con las doctrinas que hay en los sepulcros antiguos, y con los autores modernos que
han hecho excavaciones teológicas muy responsables, y sacan a la luz los cadáveres de herejías antiquísimas, y los huesos con vidas de los que las combatieron. Son dignos de escrutinio,
y de usarse en certeras aplicaciones contemporáneas.
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