Aceptar la voluntad de Dios como venga


Mateo 6:9-10  

 “Vosotros, pues, orad de esta manera: "Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.  [10] "Venga tu reino. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo”.


Aquí hallamos lo que se ha llamado Oración Modelo, porque fue dada como una lección pedida por los propios apóstoles que querían estar seguros cómo se oraba de modo que la oración fuera escuchada sin impedimentos. Jesús incluyó en su oración los elementos agradables a la voluntad de Dios, los más importantes, para que ellos formando sus propias peticiones no olvidaran incluirlos. No es tan provechosa la repetición de esa oración como el estudio de su contenido.

Todo para que aprendieran sobre la calidad de las oraciones que hicieran, que mientras más se parecieran en contenido a ésta, mejores serían. No les enseñó sobre la longitud, eso lo enseñaban los fariseos. Cuando ores puedes llamar a Dios, Padre, un Padre Celestial, "Padre nuestro".  Cada parte de ella está relacionada con la siguiente y la siguiente con la que la precede; además de peticiones son bendiciones distribuidas de esa forma descendente, concedidas más por la obediencia que por las rogativas. Quiero decir que aquellas cosas que se pidan se hacen.

Por ejemplo si no se hace la voluntad de Dios no hay garantía que se reciba trabajo para obtener el pan de cada día. Si no se perdona a los que nos deben tampoco Dios nos perdona nuestros pecados. El Padre nuestro fue dado como una antítesis de la hipocresía farisaica, y la única forma de mostrar la sinceridad es por medio de la obediencia. Así Dios es glorificado, cuando hacemos su voluntad. Cantar en ciertas circunstancias, por ejemplo en la cárcel de Filipos con los pies y las manos atadas con cadenas, después de haber sido molidos a golpes, glorifica más a Dios que si se canta en el aposento alto, con 120 presentes y entre ellos la madre del Señor.

Aceptar que fue la voluntad de Dios echarle el demonio a una esclava adivina y el odio de los dueños por la pérdida de dinero, no fue un error estratégico, el aceptar la voluntad de Dios y hacerla contentos. Eso es glorificar a Dios. Aceptar sus cambios, pérdidas lo mismo que ganancias, derrotas igual que éxitos, respuestas lo mismo que silencios, y negaciones. Dios se glorifica cuando hacemos nuestro deber y ése es siempre su voluntad.

Y para todo necesitamos la ayuda del Espíritu Santo. Dios sabe lo que quiere con nuestra vida mejor que nosotros mismos. Nadie alcanza a "comprender la obra de Dios de principio a fin" (Ecl. 3: 11). Nadie sabe el tiempo que durará una situación ni cuanto nos tomará ajustarnos a los nuevos cambios. Pidamos a Dios estar contentos cuando estemos haciendo su voluntad (Ro. 12: 2). Aunque ese texto se puede traducir agradable, también se puede decir aceptable porque siempre es perfecta, y debemos aceptarla como venga estemos contentos o no, porque esa actitud de como tomamos las cosas es lo que lo glorifica. Ninguna cosa podemos pedir que sea mejor que la voluntad de Dios.

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