Escogidos, escogidos una y mil veces
Isaías 14:1
"Tendrá piedad de Jacob, y todavía escogerá a Israel".
El texto está escrito para los cautivos en Babilonia con el fin de
darles esperanza después de la horrorosa deportación. Mira qué palabra tan
bonita, "escogerá" y uno piensa que se dirige a nosotros tanto como a
los judíos cautivos en Babilonia. ¿Es posible eso, que Dios escoja más de una
vez a sus escogidos desde la eternidad? (Efe. 1:4). El que ha sido escogido
desde la eternidad escogido será siempre. La elección no se puede perder. Dios
no se equivoca jamás. Pero estas palabras dichas así son provechosas para hacer
que los escogidos tomen esperanza de la doctrina de la elección y piensen que
los pecados de los escogidos no frustran la elección, porque dice que
"todavía escogerá". Los haría regresar de la cautividad. Y ese
“todavía” “de nuevo” tiene un mundo de
significado.
Es como si Dios les dijera: “Los volvería a escoger como mi pueblo
si eso fuera necesario” “no me arrepiento de haberlos escogido por gracia” (Ro.
11:6) “recuerden que los escogí, han vivido como escogidos míos con todos los
privilegios que eso significa y lo continuaré haciendo”. ¿Te parece poco eso
para ti, escogido de Dios? Nuestra experiencia en la gracia y con las promesas
de Dios le ponen el sello de aprobación a todas las doctrinas reveladas, como
ciertas y seguras, porque “irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios”
(Ro. 11:29). La perseverancia en la gracia y la elección eterna son dos
hermanas bien llevadas que se saludan con un beso. Pese a todo. Los pecados
cometidos por un cristiano pueden despojarlo de honor, gloria, dinero, salud y
más, pero no de su elección. Llegará el día en que “vuelto confirme a sus
hermanos” (Luc. 22:32). Después de muchas infidelidades y caídas, con tantas
intermitencias en la fe, si fuera necesario, Dios volvería a escogernos, a
pensar en nosotros desde la eternidad, a escribir nuestro nombre en el libro de
la vida, a enviarnos el Espíritu de regeneración, conducirnos al arrepentimiento
y darnos fe al oír la Palabra. Y eso quiere decir mucho, que no está
decepcionado con nosotros y nos amará siempre, como dijo el profeta, “de pura
gracia”. La elección eterna es de pura gracia, no por buenas obras que haya
previsto en nosotros, nada de eso lo movió a escogernos, sino su misterioso y
glorioso amor, su purísima voluntad. Y tampoco nos pondrá a un lado porque con
su ojo infinito haya previsto nuestras desobediencias. Cristo volvería a morir
por mí, yo Pedro, aunque le haya negado tres veces.
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