Toda la gloria del mundo cabe en un bolsillo
Eclesiastés 9:13-16
“También vi esta sabiduría debajo del sol, la cual me parece
grande: una pequeña ciudad, y pocos hombres en ella; y viene contra ella un
gran rey, y la asedia y levanta contra ella grandes baluartes; y se halla
en ella un hombre pobre, sabio, el cual libra a la ciudad con su sabiduría; y
nadie se acordaba de aquel hombre pobre. Entonces dije yo: Mejor es la
sabiduría que la fuerza, aunque la ciencia del pobre sea menospreciada, y no
sean escuchadas sus palabras”.
“Había una ciudad con pocos hombres en ella…”.
Mira que respiro y liberación pueden venir de donde menos lo esperamos y quien
no había sido notable y vivió anónimamente de repente salta al frente, como un
David, y se constituye en un aclamado héroe. Nota que dice “pobre, sabio…libra
la ciudad”; o sea, que nunca se es tan pobre que no se tenga para comprar un
libro o leerlos prestados, para estudiar. Un hombre pobre y culto y con un
profundo sentido de patriotismo y amor a su ciudad. El dinero no trae virtudes.
Sin embargo la historia no recogió su nombre y desapareció en el anonimato,
después de vítores, reconocimientos y aplausos. ¡Qué ingrata es la historia,
qué pronto los hombres nos olvidan! Todo lo que Dios hace es perpetuo (3:14),
pero no lo que nosotros hacemos. Toda la gloria del mundo cabe en un bolsillo.
Dios ha dispuesto que seamos figuras intrascendentes, pero eso no significa que
él no sepa quiénes somos y nos haya usado conforme a su voluntad. Murió
ignorado, eso no le importó porque murió contento, disfrutando el recuerdo de
su majestuosa labor.
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